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Triple X

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Foto: Cortesía Idartes

Rock and roll, psychobilly y letras sucias

Esta banda de punk bogotana nació a mediados de los años noventa y sigue tocando con el mismo ímpetu. Cada uno de sus toques es una fiesta inolvidable.

“¡El ‘rock’ de los viciosos!”, grita el Enano. Y cuando los primeros acordes empiezan a salir de su guitarra se arma “un pogo ni el hijueputa”, y entonces vuelan patadas, puños y latas de cerveza. Una punkera recorre el círculo con un chorro de sangre que le baja por las fosas nasales y sonríe mientras manda sus brazos hacia cualquier parte. Equis equis equis en estéreo… cantan todos al unísono, en algún antro del centro de la ciudad, cuya entrada no tiene letrero. Para llegar, exige caminar por una construcción gris, con goteras y grafitis hasta encontrarse con otra puerta. Al abrir esta, el ruido se cuela como si fuera un virus, como un puño. Así, más o menos, es un concierto de Triple X.

La base del sonido está en guitarras que encarnan un rock and roll setentero más la velocidad que le imprimen la batería y el bajo, a eso hay que sumarle alaridos, letras grotestas, y ritmos fiesteros. Hay elementos del psychobilly, riffs que le hacen guiño al blues y versos que hablen de la calle, de una puta, de una fiesta o de un vampiro llamado Eddy.

“Yo era un niño, tenía 18 años cuando empezamos con esto”, recuerda César Rubio, baterista. “Conocí al Enano y me dañé”. En ese entonces, 1998, ninguno tenía idea sobre cómo se tocaba una guitarra, una batería o un bajo “pero como aquí estaban los fierros, parchábamos y nos enfiestábamos”, dice el Enano, vocalista y guitarrista. “Es más, mi abuela nos patrocinó la batería”.

“Oiga sí, por ahí está la foto de doña Alicia”, interrumpe César.

Precisamente doña Alicia era la primera que salía en defensa de aquellos adolescentes degenerados cuando llegaba la Policía a molestar por el ruido.

César y el Enano tienen una rodillera y un yeso en sus piernas. “Jodiendo y molestando se jodieron estos dos. Por borrachos”, dice Ilich Amézquita, bajista de la banda.

    - Hoy iba caminando todo cojo y hasta los tombos me miraron con pesar… ha sido la caminada más larga hasta la casa del Enano- bromea César.

Pero no hace falta ser un adivino para saber que se jodieron en una fiesta llena de alcohol y drogas, de desorden y lujuria, como dicen sus canciones. A punta de brincos en una sola pierna, el Enano se mueve por el Infierno, la casa que alguna vez fue de la abuela Alicia.

Dicen que el Infierno ha cambiado pero que siempre ha tenido el mismo estilo. Hoy la casa está llena de grafitis, el olor a marihuana se siente desde la entrada, alguna canción de hip-hop ameniza el ambiente y el cuarto del Enano, que se considera un acumulador, es el de un punkero sin ley. Con un trapo de Ministerio de Vagancia, calaveras, ratones y muñecas de juguetes, una bolsita de perico, y las paredes llenas de recortes y afiches. “El tiempo se ha encargado de llenarla”, dice César.

“Es una chimba los conciertos grandes, se siente un gran sonido, pero también hace falta estar untado de gente. Nosotros arrojamos una energía muy distinta en el antro”, dice el Enano comparando los escenarios grandes con los pequeños huecos de las ciudades, en donde un bombillo colgando del techo puede ser lo único que alumbra. O donde Manitas, el indigente “con una mano torcida que olía a feo”, llegaba a la puerta preguntando por la banda.

    - ¿Se acuerda de Manitas? (Risas) – pregunta César.

    - Manitas hasta fue pastor, marica, por allá no sé donde.

    - Sí y se le partió una mano y eso tenía gangrena esa mierda (risas)

Le pega una chupada tremenda al porro que va rotando y sacando humo como si fuera un incienso, “yo recuerdo cuando fuimos a Itagüí, nadie nos conocía, era como 1999 y estuvimos en un concierto una chimba, éramos unos desconocidos pero la gente se lo soyó”, dice el baterista.

    - Que hasta la gente nos botaba el pegante cuando tocábamos (risas) – interrumpe el enano.

    - ¿se acuerda que el Javi nos hizo un video?

    - Ish, un hijueputa video con unas putas, unas enrejadas y les pusimos unas camisetas de los Ramones y de los Sex Pistols (risas) Prepárate para la diversión y sale una embarazada… unas gordas, una bandera.

Acerca la nariz al polvo y esnifa. “A la gente le jode lo que decimos en nuestras letras pero ahí también está esa doble moral, las drogas están ahí, por eso hablamos de ellas”, enfatiza el Enano. Ese parche que tanto recuerdan los integrantes de Triple X en donde “todos eran punkis, y tanto la banda como Toxicomano hacían parte de eso”.

    - Ese cliché siempre va a estar. A usted lo van a joder por todo en esta vaina. Que si es drogadicto, que no, entonces le dicen machista, entonces lo joden por todo y por nada… - critica el Enano.

“Pero también es bueno porque el parche se ha diversificado”, dice César como queriendo sacar alguna teoría que explique un lado positivo. “Pero también había mamertadas, entonces salió que el punki antidrogas, el punki que esto sí y esto no, el punki malo y el punki bueno”, le responde el Enano.

    - Pero insisto en que es bueno que se diversifique.

    - Sí, pero uno no tiene que pelear por esas maricadas.

    - Pero no es pelear, es que…

    - Es que nada.

    - pero entonces qué

    - ¿entonces qué hijueputa?

Y todos se ríen.

“Hemos vivido el cambio de este parche”, dice César con nostalgia. Todos sacan de su cabeza esa época en donde cambiaban casetes, se conocían y se “rotaban” la música. Cuando se les pregunta por su gira en Europa, todos coinciden en que se sienten bien por haber llegado hasta allá haciendo lo que más les gusta: “¡El rock de los viciosos!”.