Íngrid Betancourt habló con SEMANA sobre su vida 10 años después de haber recuperado la libertad. Asegura que la operación cambió el rumbo de Colombia y con ella llegó un encadenamiento de hechos que la llevaron a la paz con las Farc.
SEMANA: La próxima semana se cumplen 10 años de la Operación Jaque. ¿Cómo se explica hoy todo lo que sucedió?
I.B.: Fue un encadenamiento perfecto de acontecimientos. Ese día, el Ejército se metió a la selva con un helicóptero pintado, sin armas y un grupo muy pequeño aterrizó en medio de un anillo de 300 guerrilleros armados hasta los dientes. Habrían podido suceder 80 cosas que pusieran en riesgo la operación, pero todo se conjugó para ese resultado extraordinario.
SEMANA: ¿Qué tantos detalles recuerda de ese día?
I.B.: Recuerdo que los comandantes se montaron al helicóptero y a nosotros nos subieron forzados. Todos nos preguntábamos, ¿a dónde nos van a llevar? ¡10 años más de selva! Aunque nos habían dicho que era una misión humanitaria, nosotros estábamos convencidos de que era un engaño de las Farc. Sin embargo, de un momento a otro hubo una lucha en pleno vuelo y neutralizaron a los comandantes. A mí me costó mucho trabajo entender lo que pasaba y me demoré en comprender lo que oí: “Somos el Ejército de Colombia. Están libres”.
SEMANA: Casi todos recuerdan ese día. ¿Por qué cree que Jaque conectó tanto a los colombianos?
I.B.: Ese día el país vivió un momento de felicidad compartido por millones. Una explosión de alegría que solo se siente en momentos de comunión como con la Selección Colombia. No hubo un colombiano que no sintiera algo fuerte, muchos lloraron en las calles y festejaron lo que pasó el 2 de julio de 2008. Fue un momento espiritualmente excepcional porque conectó muchas almas. Todas con la misma felicidad, y gratitud.
SEMANA: ¿Cómo es su relación con las otras personas que recuperaron la libertad ese día?
I.B.: Juntos habíamos vivido antes cosas muy duras que nos transformaron a todos. Compartir ese momento nos cambió la vida obviamente, pero también la manera en que nos miramos a nosotros mismos. Pero no solo nos cambió a nosotros los liberados sino también a quienes fueron a sacarnos de allá. Ellos se jugaron su vida por nosotros. Y se transformaron en héroes.
SEMANA: ¿Suele hablar con los militares que participaron en Jaque?
I.B.: Mucho. Fue un momento tan trascendental en la vida de cada uno que creó una intimidad entre todos, somos muy cercanos. Nos hablamos muy seguido. Yo recibo correos de ellos y ellos míos. Dos años después todos nos reunimos. Cada quien cuenta su historia desde su punto de vista. Era como un rompecabezas en que cada uno de nosotros aportaba la ficha que le faltaba al otro. Esa fue una experiencia humana liberadora en más de un sentido.
SEMANA: Usted ha dicho varias veces que Colombia no exalta lo suficiente el heroísmo de los militares…
I.B.: Eso hay que cambiarlo. En todos los países por este tipo de acciones celebran la fecha, levantan monumentos, honran la memoria de los héroes. Esos héroes, yo creo, le abrieron el camino a la paz a Colombia. A partir de ese momento se encadenaron hechos que nos llevaron hasta la paz.
SEMANA: ¿A qué se refiere?
I.B.: La Operación Jaque no solo cambió la vida de nosotros los secuestrados sino también la del país. Con esa derrota las Farc tuvieron que replantearse su esquema de guerra y pensar en pasar a lo político. Santos pudo llegar a ser presidente y se abrió el camino para la paz. Hay que reconocer que acciones como estas llevaron a que pudiéramos construir el proceso de paz.
SEMANA: ¿Qué tipo de acciones?
I.B.: Hay una secuencia favorable de hechos y de acciones. Primero la muerte de Raúl Reyes y la de Manuel Marulanda: ambas desorganizaron a las Farc. Cuando Cano llega a ser el líder, la gente de las Farc no lo conocía, no sabían quién era. También ayudó el hecho de que Hugo Chávez sirviera de intermediario con otros secuestrados. Primero porque puso presión sobre el gobierno para que actuara. Segundo porque la Operación Jaque copió las acciones conjuntas de las Farc con Chávez y eso sirvió para que se lo creyeran. El hecho de que los colombianos se movilizaran también fue clave. Sin la marcha de las millones de personas pidiendo la liberación de los secuestrados probablemente seguiríamos allá.
SEMANA: La comunidad internacional presionó mucho su liberación…
I.B.: Sin duda. Los presidentes de Francia y Estados Unidos contribuyeron con su presión. El mundo se interesó por Colombia, por eso tan particular que es nuestro país. No es la única vez que la comunidad internacional se mueve por ayudar a que el país salga adelante. Eso se vio recientemente con el apoyo del papa al proceso de paz y la vinculación de países garantes que aportaron para que esto se hiciera realidad. Colombia es un país que intriga y atrae por lo especial que es su gente. Somos un pueblo con corazón. Estos 10 años conmemoran una manera de ser colombiana que conmueve y llega al alma.
SEMANA: ¿Por qué cree que hay que recordar la Operación Jaque?
I.B.: Porque representa todo lo bueno que somos. El sacrificio de unos le dio la posibilidad a todo un pueblo de unirse. Tenemos que celebrar esta acción que revela la hidalguía del país. Con ella se abrió la posibilidad de que Colombia cambiara su destino. Fue el momento en que comenzamos a enderezar la trayectoria y en vez de estrellarnos contra el iceberg, rectificamos el curso.