Cuando nadie los está observando, un hombre a caballo y una mujer que lacta a su hijo intercambian miradas de reojo bajo un cielo azul, soleado y brillante. Un perro, un gato y otras 19 criaturas monumentales de bronce participan de ese ritual imaginario, solemne y silencioso, en la Plaza Botero de Medellín. Llevan ahí casi dos décadas y les hacen una calle de honor a los visitantes del Museo de Antioquia.
Su presencia transformó el centro y el espíritu de la ciudad. Otras obras de Fernando Botero se hallan en las plazas y en diversos rincones de la capital antioqueña que se ha ido convirtiendo en un museo al aire libre. A solo unos pasos, en la cercana estación de metro Parque Berrío, se aprecia una creación del muralista Pedro Nel Gómez, que fue rescatada de la demolición del Banco Popular. Está ahí, apostada en plena calle, expuesta al paso agitado de los transeúntes.
Esa Historia del desarrollo económico e industrial de Antioquia, una interpretación de las problemáticas sociales y políticas de la primera mitad del siglo XX, representa lo mejor del movimiento muralista en Colombia. Recorrer la ciudad en metro también permite encontrarse con las obras de dos grandes escultores, Rodrigo Arenas Betancourt y Gustavo Vélez. En la estación San Javier del metrocable se pueden apreciar dos maquetas de obras realizadas por el primero: El flautista y la bailarina, y el Bolívar desnudo.
Hace mucho que él, fallecido en 1995, dejó su huella en Medellín con el Monumento a la raza, en el Centro Administrativo La Alpujarra; y con el Monumento a la vida, en el Centro Suramericana. En la estación Sabaneta del metro se encuentra Grandeza, una escultura en mármol de Carrara del maestro Vélez. Él es, también, el creador de Natura, ubicada en la estación del tranvía donde los usuarios conectan con el metrocable.
Y muy pronto la capital antioqueña albergará otra obra monumental de este joven pero consagrado escultor (nacido en 1975). En la avenida del Río y Las Vegas, un Superman en actitud reflexiva, como la icónica obra de Rodin, custodia la entrada del moderno edificio de Bancolombia. Enfundado en su ajustado traje azul y rojo, El pensador de Nadín Ospina es a la vez, sosiego y provocación. Y habría mucho más por mencionar.
Se estima que la ciudad tiene 180 esculturas. El grafiti es ahora otro gran patrimonio urbano. A ritmo de hip hop, trap, reguetón y otros géneros musicales que los exitosos talentos locales están dando a conocer en todo el mundo, la intervención artística de los muros callejeros se ha convertido en un factor de transformación. En la comuna 13, por ejemplo, una explosión de creatividad y de color desplazó el miedo y desmontó las fronteras invisibles de los grupos violentos.
Por estos días, además, tres museos pondrán en exteriores reproducciones de alta calidad de sus colecciones.Razón de más para caminar y arriesgarse a tropezar con alguna de estas maravillas en la capital antioqueña.