Los Clubes Juveniles cambiaron las balas por arte en Medellín

Medellín envejece. Hace diez años alrededor de 600.000 jóvenes vivían aquí; hoy la cifra es menor, son 544.000; es decir, conforman tan solo 25 por ciento de la población total. La administración local notó este fenómeno y empezó a trabajar para brindarles oportunidades, apoyo y abrirles las puertas para su crecimiento. 


Hace más de 20 años la Alcaldía les dio voz a los ‘pelaos’ de la ciudad a través del programa ‘Clubes Juveniles’, que es la iniciativa con más años en esta dependencia. Empezó como una plataforma para que los muchachos se resistieran al conflicto armado por medio del arte, la cultura y el deporte, temas que lograban unirlos y los alejaban de los problemas.

“Me ha dolido mucho la guerra que nos ha tocado vivir, cada joven que nos ha quitado. Y hace cinco años creamos un grupo para dignificar la vida a través del baile”, señala Kelly Zapata, coordinadora del grupo Arte Nuclear. 
Estos espacios nacieron como un acto voluntario de los jóvenes. En ellos se reúnen para bailar, jugar fútbol, aprender fotografía, ‘porrismo’ parkour y llevar a cabo proyectos de emprendimiento, entre otras actividades.

Actualmente hay 831 clubes juveniles donde participan más de 15.500 jóvenes y en los que se han invertido 4.000 millones de pesos. En los puntos más violentos de la ciudad, es donde más clubes hay.
“El conflicto nos encerró en pequeñas burbujas en Medellín. Cuando un muchacho no conoce su ciudad, es muy difícil que la pueda transformar, nosotros los sacamos de sus entornos para que miren lo que está haciendo la gente de su edad en otros barrios y así realizar una especie de trueque cultural”, explica Alejandro De Bedout, secretario de la Juventud.s

Cada año esa entidad abre convocatorias para que nuevos clubes se inscriban. El proceso es muy sencillo, se registran en la página web y tienen que cumplir con dos requisitos básicos: 1) que sean más de tres personas y 2) que mínimo dos estén entre los 14 y los 28 años. Así que tome nota.
Una vez preseleccionados, reciben unas visitas de verificación por parte de los dinamizadores.

Cuando son elegidos se les entregan unos estímulos cercanos a los 6 millones de pesos, que son utilizados para mejorar el club, comprar balones, uniformes, contratar un profesor, entre otras necesidades.
 Nuestro grupo visibiliza la violencia de género. Los incentivos nos han permitido convocar a chicas de zonas veredales para generar diálogos de saberes y potenciar nuestra labor”, dice Sara Grey, del colectivo feminista Grito de Brujas.



Hoy, muchos de estos espacios son autosostenibles y se han convertido en escuelas para que más jóvenes sigan transformando la ciudad. Un ejemplo es Son Batá. Hace diez años eran un club juvenil y ahora es una corporación artística y cultural. Eso ha pasado con muchos otros; por ejemplo, el Casacolacho, de la comuna 13, o los Crew Peligrosos, de la comuna 4, que hoy son uno de los grupos de hip hop colombianos más conocidos en el mundo. 
El pasado 9 de junio, la Secretaría de la Juventud organizó un encuentro de clubes en la Unidad Deportiva María Luisa Calle. Con este se buscaba un intercambio de conocimiento e información entre los integrantes de estos espacios.

Al encuentro asistieron 4.000 muchachos. Hubo conciertos, presentaciones, talleres, cada colectivo tenía su stand. 
En Medellín se toman en serio a su juventud. Por eso la Alcaldía cuenta en su plan de desarrollo con 83 proyectos enfocados en ella. “Los jóvenes no somos el futuro. Si la gente y los políticos dicen que somos el ‘futuro’ es porque les están delegando esa responsabilidad a otros. Los jóvenes somos el presente. Las oportunidades hay que brindarlas ya”, sostiene De Bedout. 
Hoy los clubes juveniles están posicionando la nueva agenda de la ciudad en temas como: medioambiente, huertas urbanas, nuevas tendencias deportivas, culturas creativas y actividades alrededor de la innovación y la sostenibilidad. Son ellos quienes están proponiendo nuevas formas de habitar la ciudad.