Viernes 21 de junio de 2019. La agenda del alcalde Federico Andrés Gutiérrez Zuluaga (44 años), empezó a las ocho de la mañana en las instalaciones de Telemedellín, donde se llevaría cabo el evento de presentación de Medellín Ciudad Discovery. Fresco, alegre y enérgico, Fico –como lo conocen todos– llegó pasados diez minutos. .
Con su habitual pinta informal saludó con un abrazo apretado a quienes encontró en su camino, daba igual si se trataba de un alto funcionario del Grupo Empresarial Antioqueño o de emprendedores que ofrecían guarapo, empanadas y arepas de chócolo a los asistentes. “¡Qué hubo pues, papá!”, “¿Cómo estás, querida? ¡Contame cómo va todo!”. Y, como si fueran viejos amigos, todos le contaban sobre sus vidas. .
Carolina Angarita, gerente del canal Discovery en América Latina, abrió el evento diciéndole al auditorio que su mamá es “paisa, recontrapaisa” y que aquí tiene “primos y recontraprimos”, motivo adicional para sentirse muy orgullosa de anunciar que Medellín es la Ciudad Discovery 2019. ¿Pero por qué? El video promocional, que conmovió a los espectadores, hablaba de transformación, autosostenibilidad y comunidades participativas; de la educación como eje de la sociedad, de su elección como Centro para la Cuarta Revolución Industrial y de su proyección como una urbe verde de espacios incluyentes.
En un compendio de seis capítulos que serán emitidos entre julio y octubre de este año, el mundo conocerá a la innovadora Medellín. El público aplaudió. El alcalde inició un discurso en el que agradeció el reconocimiento y mostró los logros de su administración en cada frente. Una hora después finalizó con un mensaje difícil de refutar: “Es importante continuar con la transformación física, pero la transformación estructural que necesitamos, se logra desde las personas”.
A continuación, un colectivo artístico presentó Pa’ Medellín, donde “a pesar de lo difícil, siempre queremos bailar”. De nuevo los asistentes se quedaron con la piel erizada. ¡Y chao! Fico se va como llegó, en una maratón de abrazos de despedida.
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Hay agua en el ‘cielo’
Su desayuno es tardío, son dos empanadas y una arepa de chócolo con quesito. Entre bocados nos dice que el lugar a donde vamos es otro mundo. Es una zona que incluso los habitantes de esta ciudad desconocemos. Allí ni siquiera había agua potable. Cierto. A medida que avanzamos siento que vamos para el cielo, no porque sea un paraíso, sino por lo empinado. Recorremos curvas cerradas y calles estrechas. Subimos y seguimos subiendo. Cuarenta minutos después llegamos a Versalles II, un barrio que construyeron contra la montaña y contra lo imposible.
Desde las alturas el centro se ve, a lo lejos, como un tapete de edificios. “También vamos a pavimentar, ¿te imaginás esto en invierno?”. Fico se refiere a la calle de polvo color terracota, como si hubieran molido una ladrillera entera para revestirla. Las casas, de tacón alto, parecen estar una encima de la otra. Hay algunas de cemento, pero predominan los pisos de tablas y ‘muros’ de plástico negro. Es dura una imagen de pobreza, hacinamiento y condiciones difíciles. Éramos una nutrida comitiva de gente que se triplicó en un parpadeo con los adultos, jóvenes y niños, además de perros, pollos y gallinas, que salieron a recibirnos. Para todos ellos hubo oídos, sonrisas y respuestas.
En total, son 40.200 familias que hoy cuentan con este líquido potable gracias al programa ‘Unidos por el Agua’ –del que les hablamos en detalle en la página 120–. Son muchos los beneficios que trae consigo abrir una llave. Suena simple, pero no contar con ella abre una brecha social tan honda que golpea la dignidad y la esperanza. Todos agradecieron, casi hasta las lágrimas, los favores recibidos. Otras alcaldías ni lo intentaron, pese a contar con un emporio como EPM, pero esta administración se tomó en serio la tarea.
Ahora sigue ‘Unidos por el Gas’ (por red), para que no tengan que comprar una pipeta, a precio de oro, que llega con la mitad del contenido. Hasta en esos detalles los ilegales encuentran la manera de ejercer control en los territorios vulnerables. Fico entró a las casas, se sentó en las camas, tomó agua y, como en confesión sagrada, atendió a quienes le contaron sus problemas en susurros, secreto que rompió a voces: “¿Alguien de Inclusión por aquí?”, y de inmediato ese ‘alguien’ se acercaba: “Tomale los datos para que le ayudemos con…”.
Cada caso se direcciona a la secretaría correspondiente y se le hace seguimiento hasta resolverlo. “Porque a mí no me ven cortando cintas, aquí estamos trabajando para la gente”, dice, enfático. Y se despide entre abrazos y promesas de volver. ¡Los vamos a capturar! Antes de llegar al consejo de seguridad le planteo las dudas sobre la efectividad de las estrategias en esta materia. Y como si hubiera activado un botón de encendido, me da más información de la que puedo resumir: desmenuza organigramas, menciona alias, busca fotos y estadísticas.
En todo el país hay GDO, Grupos de Delincuencia Organizada, pero solamente en Medellín y en el Área Metropolitana se halla el 43 por ciento de ellos. “¿Qué nos ganamos nosotros con capturarlos si desde las cárceles, vía celular, siguen ordenando el ‘modus operandi’? Los cabecillas reinaban en sus puestos hasta 15 años, ahora duran seis meses; ya nadie quiere asumir el mando de esos grupos porque saben que los vamos a capturar. Aquí el cuento era ‘no los toque que se alborotan’, pero conmigo no hay forma de hacer pactos, yo voy de frente. Con el Ejército, la Policía y la Fiscalía seguimos dando la pelea. Y eso sí: con inversión social”.
Veo muchos uniformes diferentes en una misma mesa, pero me despidieron antes de empezar los asuntos confidenciales. Federico Gutiérrez no ha sido ajeno a la polarización. A pesar de su carisma, sabe que genera odios y amores, pero poco le importan las críticas y que lo tachen de farandulero. Reconoce que hay temas pendientes, pero también sabe que en estos 42 meses “de camello duro” ha dejado el alma, el pelo y la piel, sin muestras de cansancio, por la gente y para la gente. Y así seguirá, con ganas y con mucha pasión, para enfrentar los retos que vienen.