Los jóvenes de la capital de la montaña no son solo el futuro de esa ciudad, son los protagonistas de su presente: lideran iniciativas de cultura, arte y medioambiente; son inquietos política y socialmente. También están empezando a ocupar posiciones en la administración pública. Es decir, son una fuerza arrolladora y transformadora para su territorio.
Sin embargo, muchos de ellos están en peligro de ser instrumentalizados por estructuras criminales. Las cifras permiten dimensionarlo. Según datos de la Secretaría de Seguridad, de los más de 543.000 jóvenes de Medellín, 60.000 habitan en lugares donde hacen presencia y delinquen estructuras criminales.
Asuntos como la deserción escolar, la discriminación, el consumo de sustancias psicoactivas, la violencia intrafamiliar, entre otros factores, se convierten en un riesgo adicional que pueden usar estas estructuras para dar lugar a la instrumentalización.
De hecho, el 50 por ciento de las víctimas de homicidio en Medellín desde 1979 se encontraban en un rango de edad entre los 14 y los 28 años, y de las cerca de 30.000 capturas que realiza la Policía Nacional anualmente, alrededor de 60 por ciento están en el mismo rango. “Los jóvenes entran a una estructura delictiva buscando tres cosas: afecto, protección e ingresos. El dinero no es su único objetivo, como se piensa comúnmente. Ellos quieren cubrir sus necesidades emocionales”, explica Alejandro de Bedout, secretario de la Juventud de Medellín.
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Teniendo en cuenta eso, la Alcaldía de la ciudad creó dos programas que tienen como objetivo orientar a estos muchachos para que construyan un proyecto de vida dentro de la legalidad. Son ‘Jóvenes R’ y ‘Parceros’, un par de iniciativas que se enfocan en el desarrollo de habilidades y herramientas para la vida que fomenten la toma de decisiones concienzudas y acertadas.
Estos proyectos benefician a quienes no han ingresado a las estructuras delincuenciales, pero también a aquellos que han sido o vienen siendo instrumentalizados por la ilegalidad. Todos requieren apoyo para crecer. ‘Jóvenes R’ Esta iniciativa de la Secretaría de la Juventud nació en 2016 y está dirigida a los muchachos que viven en contextos problemáticos, pero que no quieren caer en la ilegalidad. Cuenta con tres fases: habilidades para la vida, autoconocimiento y autoagenciamiento, y terapia mindfulness, en la que se les enseña el control de la respiración y las emociones.
Estas etapas se llevan a cabo por medio de talleres, encuentros, campamentos y festivales. Igualmente con módulos de cambio de referentes culturales y familiares, y se motivan con apoyos e incentivos para continuar sus proyectos de vida. Todo se realiza con la metodología PAZalobien, desarrollada por la Fundación Mi sangre, que ha sido aplicada incluso en Sudáfrica.
Aquí se utilizan actividades lúdicas y divertidas. La estrategia incluye igualmente una plataforma virtual para terapia psicológica llamada Comuna Voz, que permite romper el hielo con los jóvenes y ganarse su confianza para propiciar encuentros personales. Allí han recibido atención cerca de 200 de ellos. “He aprendido a ponerme en los zapatos de los demás y a entender los problemas que afrontan otros.
Gracias a eso creé un proyecto con un amigo para ayudar a la comunidad y pude entrar a la universidad”, cuenta un joven de 17 años, a quien llamaremos Diego. Un dato más: el secretario de la Juventud, Alejandro de Bedout, a partir de una experiencia en la que vio cómo en una clínica se convocaba el código azul para atender con urgencia a su abuelo que estaba muriendo, ideó una estrategia.
Códigos Azules son sobres que contienen la hoja de vida de un joven en riesgo y una explicación de su proceso. De Bedout los entrega a los demás secretarios y a los empresarios de Medellín en sus propias manos para que confíen en ellos y se comprometan a emplearlos y darles oportunidades que les salven la vida. Se han entregado 231 códigos azules.
Y en total se han intervenido 3.600 jóvenes en riesgo. ‘Parceros’ “Amigos que salvan vidas” es el eslogan de este programa dirigido a las personas entre los 10 y 28 años que están cerca de entrar a las estructuras criminales y a aquellos que alguna vez fueron instrumentalizados. Los parceros son un grupo de psicólogos que se adentran en las comunidades y crean lazos con los muchachos para acompañarlos en las dificultades que enfrentan; así mismo para apoyarlos en la generación de un nuevo proyecto de vida.
Para eso les ayudan a tramitar documentos (porque muchas veces tienen tan solo su registro civil), a conseguir cupos en el colegio y a acceder a becas; hasta a afiliarlos al sistema de seguridad social y a acercarlos a entidades para la atención de la farmacodependencia. Pero lo más importante es que los escuchan y aconsejan de forma personalizada. Es decir, se convierten en un amigo, en un parcero que ejerce un efecto positivo.
“Mi parcera a veces va a mi casa o nos encontramos por ahí para charlar. Hablamos mucho de lo familiar, lo personal, de lo que se debe mejorar. Yo le tengo mucha confianza, me gusta contarle todo. Ella es como mi defensora”, dice una joven de 18 años a quien decidimos llamar Ana para protegerla. ‘Parceros’ incluye un acompañamiento psicosocial individual, familiar y grupal.
Así mismo, cuenta con formación en habilidades para la vida con talleres quincenales, en los que se dividen por edades y se aborda el trabajo en equipo, la responsabilidad, el liderazgo y la resolución de conflictos de acuerdo con las etapas de cada joven.
También la gestión y el acercamiento de oportunidades en educación, empleo y emprendimiento. El proceso dura en total seis meses. Esta iniciativa de la Secretaría de Seguridad nació en octubre de 2018 y por ahora tiene impacto en tres comunas priorizadas por su nivel de riesgo: la 13, la 70 y la 7. Allí se atienden a 360 beneficiarios. En su segundo cohorte, que empieza en el mes de julio, llegará a otras seis comunas para completar la meta, ayudar a 720 jóvenes en peligro. “El crimen organizado se debe combatir, por una parte, con la persecución de las bandas y los operativos. Por la otra, con políticas que ayuden a solucionar los problemas sociales que originan el fenómeno”, explica Mateo González, subsecretario operativo de la Secretaría de Seguridad. Los ilegales han querido arrebatar los sueños y los jóvenes a Medellín durante muchos años.
Pero con esta apuesta les devolverán los jóvenes a la ciudad. Vuelven a tener presente y futuro. Vuelven a vivir. Tanto ‘Jóvenes R’ como ‘Parceros’ son el primer escalón y el impulso para acceder a otros beneficios como becas de la Agencia de Educación Superior de Medellín (Sapiencia), estímulos de proyectos sociales de Sello Joven y trabajo.
Incluso, para beneficiarse de recursos que la Organización Internacional para las Migraciones invierte para el emprendimiento, en su programa de Reintegración y Prevención del Reclutamiento. No obstante, lo más importante y esperanzador de estos programas es que transforman radicalmente la perspectiva de los muchachos, les muestran sus enormes capacidades y los impulsan a soñar.