Grandes creadores y pensadores
“El problema es que no nos enseñan a hacer preguntas, nos enseñan a dar respuestas a preguntas tontas”.
Estas son las profundas reflexiones del neurofisiólogo Rodolfo Llinás sobre la educación y la ciencia en Colombia.
Vea aquí la entrevista completa“El problema es que no nos enseñan a hacer preguntas, nos enseñan a dar respuestas a preguntas tontas”.
Estas son las profundas reflexiones del neurofisiólogo Rodolfo Llinás sobre la educación y la ciencia en Colombia.
Vea aquí la entrevista completa“Lo bueno del dinero móvil es que no requiere un teléfono inteligente”.
SEMANA habló con Kevin Amateshe, el gerente de producto de la aplicación M-Pesa, de Safaricom, la empresa de telecomunicaciones que revolucionó la bancarización en países de ingresos bajos como Kenia.
“Lo bueno del dinero móvil es que no requiere un teléfono inteligente”.
SEMANA habló con Kevin Amateshe, el gerente de producto de la aplicación M-Pesa, de Safaricom, la empresa de telecomunicaciones que revolucionó la bancarización en países de ingresos bajos como Kenia.
Estos personajes desarrollaron cambios que generaron un antes y un después en Colombia durante estos 35 años. Varios de ellos no se libraron de la polémica.
La Séptima Papeleta Movimiento estudiantil Año: 1990
El actual procurador general de la Nación, Fernando Carrillo, cuenta que a finales de enero de 1990, como profesor de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad del Rosario, soltó la idea de la séptima papeleta, se la comunicó luego a la decana, Marcela Monroy, y ella se la comentó a su entonces esposo, el famoso columnista Roberto Posada (D’artagnan), quien le pidió escribir una columna para explicar la propuesta. Carrillo cuenta que el 5 de febrero de 1990 publicó el texto titulado "Un voto por Colombia" y luego, el 22 de febrero, El Tiempo publicó una editorial titulada “Por ahí puede ser la cosa” y la respaldó.
Por otro lado, y sin que Carrillo lo supiera, el jurista Guillermo Salah Zuleta, ante las preguntas de sus estudiantes en la clase de Derecho Constitucional en la Universidad de los Andes y del Rosario, también planteó la posibilidad de realizar una Asamblea Nacional Constituyente. Alumnos del uno y del otro formaban parte del grupo que después del asesinato de Luis Carlos Galán habían creado un gran movimiento estudiantil dispuesto a encontrar soluciones para rescatar al país de la crisis en que se encontraba y salvarlo del poder de Pablo Escobar. En las elecciones de marzo de 1990 estaba previsto que los colombianos votaran en seis elecciones: alcalde, concejales, gobernador, diputados, senadores y representantes a la Cámara. El gobierno decidió sumarles una nueva más, la séptima, para preguntarles a los ciudadanos si aprobaban realizar una Asamblea Nacional Constituyente. Tanto Carrillo como Salah consideran que los estudiantes protagonizaron esta historia en la que un movimiento de jóvenes universitarios desencadenó una nueva constitución para Colombia.
La tutela Manuel José Cepeda y Juan Carlos Esguerra Año: 1991
A los 28 años, Manuel José Cepeda era el Consejero Presidencial para la Asamblea Nacional Constituyente y la Nueva Constitución. El gobierno de César Gaviria buscaba promover una amplia carta de derechos en la nueva constitución, pero no era claro cómo hacerlo para que no quedara convertida en letra muerta. Como respuesta a esta duda, surgió la necesidad de crear un mecanismo de protección de los derechos que fuera rápido, accesible y capaz de producir resultados en el corto plazo. Este mecanismo era la tutela.
Surgió por dos iniciativas, una, la del gobierno en cabeza de Manuel José Cepeda y otra del entonces constituyente Juan Carlos Esguerra. El equipo que trabajaba en la Consejería estudió experiencias en América Latina, Alemania y países anglosajones. El gobierno propuso una modalidad, Esguerra otra y en comisiones accidentales se produjo la versión final.
La tutela también desencadenó la creación de la Corte Constitucional, puesto que se producirían muchos litigios constitucionales y era necesario crear una instancia encargada de resolverlos y unificar la jurisprudencia.
La ley 100 Juan Luis Londoño, Ulpiano Ayala, Rudolf Hommes y Armando Montenegro Año: 1993
Un estudioso economista ya fallecido, poco conocido por la opinión pública, llamado Ulpiano Ayala, asesor del ministro de Hacienda Rudolf Hommes, estuvo detrás del cambio en el sistema de pensiones en Colombia. César Gaviria le había dado mucha importancia al tema desde la campaña.
Después de la nueva Constitución, a las pensiones se le sumó la salud y entraron a jugar un papel más significativo Rudolf Hommes, Armando Montenegro y Juan Luis Londoño (q. e. p. d.), quien como Ministro de Salud de ese entonces estuvo al frente del proyecto, y para redactarlo y definirlo contó con la asesoría de la Universidad de Harvard. El resultado final es el esquema con el que funciona actualmente el sistema de salud en Colombia.
El ministerio del Medio Ambiente Manuel Rodríguez Becerra Año: 1993
En 1990, el presidente César Gaviria nombró a Manuel Rodríguez Becerra, ingeniero industrial de la Universidad de los Andes con estudios en la Universidad de Oxford, gerente general del Inderena y le encomendó, como una de sus tareas, reformar el sector. Existía el proyecto de creación del Darnar (Departamento Administrativo de los Recursos Naturales Renovables y del Medio Ambiente), de la administración Barco, que según Becerra no convencía al presidente, y estaba también el proyecto de ley para crear la Comisión Nacional Ambiental redactado por el Departamento Nacional de Planeación.
Eliminaron muy pronto la alternativa del Darnar y la propuesta de Rodríguez Becerra, el Ministerio de Medio Ambiente, quedó en medio de discusiones entre asesores de Planeación Nacional y del Inderena, y también de diferencias entre Armando Montenegro, entonces jefe del DNP, y Rodríguez Becerra.
Finalmente, el presidente Gaviria escogió la idea de crear el nuevo ministerio y el gerente general del Inderena se convirtió en el primer titular de la nueva cartera.
El Plan Colombia Jaime Ruiz Año: 1999
Amigo personal de expresidente Andrés Pastrana desde el colegio San Carlos de Bogotá y posteriormente mano derecha de su gobierno, este ingeniero de la Universidad de los Andes desempeñó un papel clave en la estructuración del Plan Colombia. Se trató de un apoyo económico fundamental de Estados Unidos al país que fortaleció las Fuerzas Militares de tal manera que muchos analistas afirman que le permitió al presidente Álvaro Uribe enfrentar militarmente a las Farc.
Si bien la idea buscar cooperación internacional para luchar contra el narcotráfico y la pobreza en Colombia provino de varias personas cercanas al presidente Pastrana, Jaime Ruiz enfatizó en la necesidad de fortalecer las Fuerzas Armadas y la Policía colombianas y viajó a Washington para trabajar con el Departamento de Estado de Estados Unidos para estructurar el Plan Colombia.
La guardia indígena Luis Alfredo Acosta Zapata Año: 2001
El indígena nasa Luis Alfredo Acosta Zapata, profesor, de 44 años de edad, nacido en Caloto, Cauca, como coordinador nacional de la Guardia Indígena de Colombia recorre el país para enseñarles a otras comunidades su importancia como opción para proteger los territorios sin armas y sin violencia. Él la define como una iniciativa ancestral de los indígenas, desarrollada por todas las comunidades en forma colectiva, porque ellos no piensan individualmente.
Comenzó en seis departamentos con alrededor de 5.000 o 6.000 personas, y en este momento cuenta con 35.000 miembros en 23 departamentos de Colombia. La conforman indígenas de varias comunidades, desde jóvenes de 16 años hasta adultos de 70, 75 años, y el 30 por ciento son mujeres.
En si filosofía dicen no a las armas, no a la violencia, y sí a la palabra y el diálogo como elementos fundamentales. Acosta Zapata menciona como su mejor logro haber motivado a los jóvenes a no unirse a los grupos armados. “Nosotros le hemos quitado muchos jóvenes a la violencia, jóvenes que no portan un arma sino un bastón de paz”. Campesinos y comunidades afro del país han copiado el modelo y creado sus propias guardias. Ahora que se ha firmado la paz, Luis Alfredo dice que “dejaremos de recoger muertos” y asegura que como a su papá lo desaparecieron las Farc en 1984, él tiene el legado de defender la vida
Ley de cine Felipe Aljure Año: 2003
La ley 814 de 2003, conocida como la ley de cine, cambió la manera de hacerlo y producirlo en el país. La concibió el director Felipe Aljure, conocido por La gente de la Universal y por ser uno de los hombres que se lanzaron a hacer películas cuando era una quijotada en el país.
cine. Aljure, a cargo de la Dirección de Cinematografía recién creada dentro del Ministerio de Cultura, comenzó a diseñar la ley de cine con la colaboración de Claudia Triana, Gonzalo Castellanos, quien ayudó a traducir los sueños cinematográficos en términos legales, y Ramiro Osorio, entre otros. La ley hizo su tránsito parlamentario entre 1997 y 2003.
Cuando tomó vuelo, empezó la producción de cine en Colombia. Muchos grandes estudios norteamericanos también quisieron beneficiarse con películas disfrazadas de producciones nacionales. Entonces, para darles cabida legalmente, Aljure y su equipo crearon una segunda ley, la 1556 de 2012, que amplió las opciones a los productores extranjeros.
Los derechos LGTB Marcela Sánchez, Virgilio Barco Isakson, Andrew Bier, Germán Rincón Perfetti y Carlos Iván García, fundadores de Colombia Diversa. Año: 2003
Todo comenzó con un proyecto de ley presentado por Piedad Córdoba al Congreso de la República para reconocer unos derechos mínimos a parejas del mismo sexo. Marcela Sánchez, Virgilio Barco Isakson, Andrew Bier, Germán Rincón y Carlos Iván García, entre otros, organizaron un comité para apoyarlo. El proyecto se hundió en 2003, pero a Virgilio Barco le quedó sonando la idea de crear una organización que trabajara de manera más estratégica por los derechos de la población LGTB, se la comentó a Marcela Sánchez y así, en 2004, las cinco personas mencionadas fundaron Colombia Diversa
Esta organización tuvo entre sus logros más significativos el matrimonio para las parejas del mismo sexo y la unión marital de hecho. Colombia Diversa no participó directamente en el trabajo para que las parejas del mismo sexo pudieran adoptar niños. De esto se encargó el abogado antioqueño Sergio Estrada, entonces profesor de la Universidad de Antioquia, quien con un grupo de estudiantes buscó generar opciones para reducir la cantidad de niños huérfanos en Colombia.
Colombia Diversa también logró, entre otras cosas, poner en la agenda pública el tema de los homicidios y de la violencia contra las personas LGTB y fundar el primer centro comunitario LGTB que brindó atención integral a estas personas, el primero de su tipo en América Latina y el Caribe.
Todos estos cambios produjeron una respuesta institucional y la definición de políticas públicas nacionales y locales.
La despenalización del aborto (en tres casos específicos) Mónica Roa Año: 2006
Esta abogada, que actualmente trabaja en la intersección del derecho, las comunicaciones y la estrategia política, se interesó por la despenalización del aborto como un tema que para ella recoge principios importantes en la democracia de un país y por su convicción feminista.
Su trabajo empezó un poco de manera ingenua y teórica. Había trabajado en derecho internacional de los derechos humanos y había visto cómo todos los estándares indicaban que el aborto debía despenalizarse, por lo menos en los tres casos terapéuticos que ella planteó. Después de esta aproximación más teórica, tuvo contacto con la vida real y conoció historias de niñas abusadas sexualmente que quedaban embarazadas, mujeres que habían muerto porque la no interrupción de un embarazo había hecho imposible salvarles la vida.
Si bien se habían hecho otros intentos sin frutos por despenalizar el aborto en Colombia, Mónica Roa propuso una demanda de inconstitucionalidad para los casos contemplados en los estándares internacionales y fue así como con una ruta legal diferente logró su propósito en Colombia
Ley de víctimas Juan Fernando Cristo Año: 2011
Después de que los entonces paramilitares visitaran el Congreso de la República, Diana Sofía Giraldo, directora de Víctimas Visibles, concertó una cita con el político liberal Juan Fernando Cristo para hablar sobre cómo las víctimas nunca habían sido escuchadas en este recinto. Juntos acordaron organizar una jornada de solidaridad en el Congreso, la realizaron y, una vez concluida, Cristo se convenció de la necesidad de hacer una ley para apoyarlas a todas ellas sin diferenciar del victimario, un apoyo contundente y definitivo más allá de las fotos del periódico. Cristo, con su equipo de trabajo, estudió experiencias de España, Chile y Perú, y las encontró muy limitadas y segmentadas, así que reunió conceptos de varias, más ideas propias. También contó con apoyo de organismos internacionales. Finalmente redactó un proyecto que fue al Congreso y se hundió en la etapa de conciliación pues el entonces ministro de Hacienda, Oscar Iván Zuluaga, adujo razones fiscales en su contra.
Cristo no desistió y cuando Juan Manuel Santos le planteó al Partido Liberal entrar a la Unidad Nacional, este le solicitó al mandatario como primer punto apoyar la ley de víctimas. Hoy la ley es una realidad y Cristo, actualmente precandidato a la Presidencia de la República, dice que esta también le cambió la vida en su condición de víctima del conflicto pues su padre murió asesinado por el ELN.
La ley Rosa Elvira Cely Isabel Agatón Santander Año: 2015
La violación y terrible asesinato de Rosa Elvira Cely conmocionó a Colombia y movió a muchas mujeres y organizaciones a pensar qué se podía hacer al respecto. Isabel Agatón, abogada, escritora y poeta, a quien muchos definen como la mujer que más sabe de feminicidio en Colombia, tomó la iniciativa y logró que la ley que define el feminicidio como un delito autónomo fuera aprobada en el Congreso en enero de 2015
En palabras de Agatón en su momento, esta ley ayuda a la investigación de los fiscales y permite que estos entiendan que están frente a asesinatos que se han producido por el hecho de ser mujer, por el odio, el ejercicio de poder y la misoginia. Así mismo, contribuye a la eliminación de la impunidad del feminicidio como la mayor expresión de discriminación y de violencia contra las mujeres.
Con su libro ‘Historia Alternativa del Siglo XX’, el periodista británico John Higgs demostró que los libros sobre historia de las ideas pueden ser divertidos, entretenidos y convertirse en best sellers.
Por Jorge Cote*
Escribir un libro sobre historia de las ideas para un público amplio es una apuesta que pocos escritores están dispuestos hacer. La razón: la gente prefiere leer historias entretenidas, emotivas y fáciles de entender como conspiraciones políticas, actos heroicos o affaires de poderosos, en vez de conocer y comprender el complejo mundo de las ideas que han dominado las distintas épocas de la humanidad. Sin embargo, John Higgs, un periodista británico experto en cultura pop, decidió arriesgarse y escribir Historia Alternativa del Siglo XX (que originalmente en ingles se tituló Más Extraño de lo que Cabe Imaginar: Dándole Sentido al Siglo XX). Un libro que rápidamente conquistó al público de lengua inglesa.
Conocido por hacer la biografía del hippie Timothy Leary y de la banda inglesa The KLF, Higg explica que su salto a escribir una historia de las ideas del siglo XX se debe a que en un momento de sus investigaciones se dio cuenta que “los humanos vivimos de las ideas, más que de la política o del poder. Forman nuestra vida cotidiana y la comprensión de quiénes somos y hacia dónde vamos, y eso nos más cambios geopolíticos en Europa del Este”. En ese sentido, el cree que la “historia de las ideas es la versión más útil de la historia”.
Dentro del gran universo de las ideas escogió las del siglo XX porque para él es la etapa más conceptual y compleja que la humanidad ha tenido pero que a su vez resulta interesante y divertida para historiar. Por eso asumió el reto de darle sentido a unas ideas que otros autores no se ha atrevido a tocar: “antes del siglo XX todas las grandes ideas e innovaciones las podemos entender fácilmente, pero tan pronto entramos en el siglo XX, todo cambia. De repente tenemos cosas como el modernismo, la relatividad, el cubismo, la mecánica cuántica, la matemática del caos, la psicodelia y el posmodernismo. Estos conceptos que inicialmente parecen confusos se vuelven más desconcertantes cuanto más se estudian, pero en el fondo -como espero haberlo demostrado en mi libro- tienen más sentido cuando se los considera juntos, en lugar de estudiarse por separado”.
Al desenmarañar la madeja idealista del XX encontró a medida que se acercaba el fin del milenio, la genialidad individual, al estilo Picasso o Einstein, era más difícil de conseguir pues “ahora los grandes genios dependen más que antes de redes y organizaciones. Cuando nos fijamos cosas verdaderamente pioneras que suceden ahora, como el Gran Colisionador de Hadrones, o un coche autodirigido, son productos de equipos de personas brillantes trabajando juntos. A veces, los equipos tienen un líder, como Steve Jobs, pero no estoy seguro de que puedan describirse como un genio de la misma manera que Einstein o Picasso”
Tras darle un sentido al siglo XX y contrario a la mayoría de las personas, Higgs tiene una perspectiva optimista de la humanidad y del siglo XX. Cree que el caos generado en el siglo anterior volverá el nuevo milenio tendrá mayor cordura: “el cambio del posmodernismo al metamodernismo es muy agradable. En el postmoderno de finales del siglo XX, no había absolutos fijos lo que llevó a un cinismo y falta de sentido sin precedentes. En el nuevo milenio todavía no hay absolutos, pero estamos empezando a encontrar una manera de reintroducir propósitos y significados, no como certezas fijas para orientar nuestras vidas, sino como herramientas que somos libres de usar para hacer que nuestras vidas valgan la pena. El siglo XXI sigue siendo caótico y confuso, por supuesto - cada siglo es - pero creo que podría ser más humano que el XX”.
*Periodista de SEMANA.
Foto: archivo particular
El biólogo y etólogo Richard Dawkins, profesor de la Universidad de Oxford, uno de los intelectuales más controversiales de los últimos años, ha reinterpretado la teoría de la evolución, mientras ataca con fuerza a las religiones.
Por Mauricio Sáenz*
Richard Dawkins no deja a nadie indiferente. En los últimos tiempos, este divulgador científico, famoso por sus conferencias TED, ha dedicado parte de su trabajo a atacar a las religiones, a las que considera ilusiones sin base alguna, y eso lo ha convertido en un personaje muy controversial. En su libro El espejismo de dios, plantea que la idea de la existencia de un creador del universo, que además requiere que los seres humanos lo adoren, es una proposición científica como cualquier otra. Cuestionarla, por lo tanto, no debería ser un tabú, como no lo es hacerlo con cualquier otra idea.
Esos planteamientos y muchos más han convertido a Dawkins en una especie de adalid del ateísmo y en un defensor del derecho a disentir en un tema blindado por el tabú de lo supuestamente sagrado. Pero ese no es el principal motivo de su notoriedad.
Esta reside principalmente en su vehemente defensa de la teoría de la evolución de las especies, reinterpretada y profundizada con el concepto radical del gen egoísta, según el cual la selección darwiniana no se presenta a nivel de los individuos, sino de su ADN. Eso lo lleva a concluir que los seres humanos, y en general todos los organismos, existen como vehículos de la perpetuidad de los genes.
También creó el concepto del meme, que define como una unidad de cultura autorreplicante, que se propaga de persona a persona, como una canción pegajosa, una frase sonora, una leyenda urbana. Ese concepto ha resultado especialmente atractivo para explicar la idea de la propagación en la era cibernética. SEMANA habló con él.
SEMANA: En los últimos años hemos visto resurgir el oscurantismo. Todo el conocimiento científico que nos trajo a donde estamos ahora está en cuestión. ¿Qué tanto tiene que ver con la religión?
RICHARD DAWKINS: La hostilidad contra la ciencia que fomenta la religión es un asunto aparte y también una fuerza muy poderosa, especialmente en Estados Unidos. Alrededor del 40 por ciento de la población estadounidense piensa que el mundo tiene menos de 10.000 años de antigüedad, lo cual es un preocupante y gran error. La gente de fe puede ser miedosamente defensiva de sus puntos de vista, embebidos desde la infancia.
SEMANA: Usted se ha convertido en un apóstol del ateísmo. Pero mucha gente encuentra en la religión, cualquiera que ella sea, un consuelo a su desesperanza. ¿Quitarle a su dios no es negarles ese recurso?
R.D.: Muy bien pueden llevarse su consuelo. ¿Y qué? El universo no nos debe un consuelo. Soy un científico, cuya principal preocupación es la verdad sobre el mundo real. Si la gente obtiene consuelo de falsedades, ¡no me arrepiento por desilusionarlos! Como lo dijo Steven Pinker, “si te está persiguiendo un tigre, puedes obtener consuelo creyendo que es un conejo. Pero en realidad es un tigre y te va a comer”.
SEMANA: La palabra ‘ateo’ es agresiva y asusta a mucha gente. ¿No resultaría más conveniente decir agnóstico, es decir, indiferente a la existencia de dios?
R.D.: Técnicamente, todos tenemos que ser agnósticos sobre las hadas y los unicornios rosados, así como también sobre Thor, Wotan, Zeus, Apolo, Mithras, el dios del sol, el dios de la luna, el dios del trueno, el dios del río y el Gran Juju en el cielo. Y esto es porque no podemos refutar su existencia. Pero en la práctica, todos somos ateos con respecto a ellos. Algunos de nosotros incluimos también a Alá y a Yavé en este listado. No hay mucha más evidencia sobre el dios abrahámico que sobre Poseidón, Afrodita o la tetera china en la órbita solar.
SEMANA: ¿La ciencia y la religión pueden coexistir?
R.D.: Hay un sentido trivial en el que la ciencia y la religión pueden coexistir: coexisten en la mente de los científicos religiosos. Pero si examinas las creencias de esos científicos religiosos, generalmente, encontrarás que ellos juegan con las palabras. Ellos no creen realmente en los milagros ni en el nacimiento virginal, en la resurrección, el creacionismo, la vida después de la muerte, etcétera. Por lo general, se trata de un sentido vagamente ‘espiritual’ –uno que comparto–, aunque sin implicaciones sobrenaturales.
SEMANA: Pero Einstein hablaba de dios…
R.D.: Einstein es un buen ejemplo. Era un panteísta, un seguidor de Spinoza. Enfatizaba que no creía en un dios personal. No creía en ese tipo de dios que escucha tus oraciones, perdona tus pecados, te envía al cielo o al infierno, que diseña el mundo y la vida y hace milagros. Usaba la palabra ‘dios’ como una metáfora de ‘universo’ o ‘aquello que todavía no entendemos’. Le daba curiosidad saber si había una única forma de ser del universo y escogió el lenguaje de dios para enmarcar la pregunta: “¿Dios tenía opción para crear el mundo?”. Quería expresar escepticismo sobre la indeterminación cuántica, pero eligió el lenguaje de dios para decirlo: “Dios no juega a los dados”.
SEMANA: ¿Existe un propósito en la existencia del universo como implican las religiones? ¿Debería la ciencia decirnos para qué es el mundo?
R.D.: No hay ningún propósito en el mundo. Los seres humanos individuales pueden tener propósitos y de hecho los tenemos: nos impulsan los propósitos todo el tiempo. Nuestros cerebros contienen propósitos y trabajan para esos fines que bien podrían ser terminar un libro, ganar un partido de fútbol o conquistar a una mujer, etcétera. Pero la existencia del universo carece de propósito alguno.
SEMANA: ¿Por qué está bien disentir en todos los temas menos en el de la religión?
R.D.: Esa es una buena pregunta. La respuesta es probablemente la tradición histórica. Todos hemos sido criados, durante siglos, para tratar la crítica de la religión como un tabú (o incluso como algo peligroso).
SEMANA: ¿Y qué puede decir del binomio religión y política?
R.D.: La religión es un asunto privado, que debe mantenerse fuera de la política. Esta separación entre la Iglesia y el Estado es la base central de la Constitución de Estados Unidos, pero está bajo continua amenaza allí. Por el contrario, la religión está incorporada en la Constitución británica (no escrita) y, paradójicamente, Gran Bretaña está entre los países menos religiosos.
SEMANA: En términos científicos, usted es conocido por popularizar la teoría según la cual la selección natural ocurre a nivel de nuestro ADN. Así, evolucionamos para un solo propósito: servir a nuestros genes. ¿Esto es así?
R.D.: La selección de Darwin funciona a nivel del gen. La evolución consiste en cambios en las frecuencias genéticas: los cuerpos individuales pueden ser vistos como máquinas de supervivencia para los genes que circulan dentro de ellos.
A medida que pasan las generaciones, algunos genes se hacen más frecuentes en el grupo genético y otros se hacen menos frecuentes: es la selección natural. La razón por la cual algunos de ellos se hacen más frecuentes es porque son buenos en construir cuerpos. Por lo tanto, estos pueden ser vistos como máquinas para la propagación del gen que circulan en su interior. Si un individuo muere, entonces su gen muere con él. Así que el cuerpo individual tiene una participación en todos los genes y viceversa. Esto es una forma distinta de explicar la evolución neodarwiniana, pero no es realmente diferente del énfasis neodarwinista de los años treinta.
SEMANA: Su metáfora del gen egoísta ha causado críticas de quienes dicen que anuncia un mundo despiadado, de competencia feroz, incluso dicen que ofrece una base filosófica para la existencia del capitalismo neoliberal. ¿Qué les contesta?
R.D.: Esta crítica solo podría venir de personas que han leído únicamente el título de mi libro El gen egoísta (que ha engañado a muchos). Si leyeran más allá del título, descubrirían que mi intención –en lo que tiene que ver con política– es opuesta a lo que piensan, puesto que en realidad explica el altruismo. Porque ayudamos a quienes no tienen relación directa con nosotros, pues compartimos con ellos versiones similares de los genes. He repetido este punto muchas veces, por ejemplo, en mi libro A Devil’s Chaplain.
SEMANA: Usted acuñó el término ‘meme’ para describir cómo los principios darwinianos podrían extenderse para explicar la difusión de ideas y fenómenos culturales. Lo define como una unidad de cultura autorreplicante. ¿Podría darnos unos ejemplos?
R.D.: Ropa, moda, maneras de hablar, acentos, dialectos... Cuando los niños imitan el juego del otro, eso se extiende en una escuela como una epidemia. Un nuevo juguete, por decir algo: un niño obtiene un juguete nuevo y luego los otros niños lo quieren, así que deben convencer a sus padres para tenerlo y así se propaga en toda la escuela como una epidemia.
SEMANA: ¿La religión es un meme?
R.D.: Las religiones son un complejo de memes, una colección de memes. Cualquier cosa que se pasa de una cabeza a otra, algo como la idea de vida después de la muerte, puede decirse que es un meme.
*Jefe de redacción de SEMANA
Foto: AFP
Francis Fukuyama analiza la vigencia de su teoría sobre “el fin de la historia”, el peligro del populismo en el mundo y las perspectivas de Donald Trump en Estados Unidos, y el proceso de paz en Colombia.
Por Rodrigo Pardo*
En 1992, el politólogo Francis Fukuyama con su ensayo ¿El fin de la Historia?, sentenció que la lucha de ideologías había terminado. A los pocos meses, cayó el muro de Berlín y la democracia liberal se impuso en el mundo. Hoy, un cuarto de siglo después, en entrevista con SEMANA repasa qué tanta vigencia tiene aquella tesis.
SEMANA: Hace 35 años, cuando apareció esta revista, el presidente de Estados Unidos Ronald Reagan decía que “Había que volver a hacer grande a los Estados Unidos”, lo mismo que dice el presidente actual, Donald Trump. ¿Se parecen los dos?
Francis Fukuyama (F.F.): Ambos son nacionalistas y de cierta forma creen en los valores tradicionales americanos. Sin embargo, hay diferencias muy significativas: Ronald Reagan era un internacionalista y quería que Estados Unidos estuviera comprometido, económica y políticamente, con el mundo. Por eso, en el marco de la lucha contra el comunismo, durante la Guerra Fría, apoyaba a nuestros aliados democráticos y, aunque sospechara de Naciones Unidas en ciertos aspectos, estaba muy a favor de un mundo económicamente abierto. Donald Trump, no. Es un nacionalista y busca medidas económicas proteccionistas que beneficien a los trabajadores americanos.
SEMANA: Y ambos sucedieron a presidentes “liberales”: Carter y Obama. ¿Significa esto que las ideologías no desparecieron como muchos, incluido usted, creían luego de la Guerra Fría?
F.F.: Ya no existe la clásica división entre una izquierda que quiere más igualdad y un Estado más fuerte para redistribuir la riqueza y una derecha que enfatiza en la libertad dentro de un Estado más pequeño o menos activo. Ahora la división política está marcada por asuntos de identidad. De un lado está la izquierda: personas más cosmopolitas, internacionalmente orientadas, más liberales en el sentido clásico que quieren más libertad de movimiento (incluyendo la inmigración y el libre comercio), versus gente más nacionalista, que quiere una sociedad y una economía más cerradas y que enfatiza en la identidad, generalmente basada en la etnicidad o raza.
SEMANA: Eso pasa en Estados Unidos, pero ¿no es parecido a lo que ocurre en Europa y en otros continentes?
F.F.: Sí, creo que es un fenómeno generalizado. En Francia, Bélgica, Reino Unido, Alemania y otros lugares, pasa lo mismo. Los que votan por partidos no populistas viven en las ciudades, están conectadas con el resto del mundo y tienden a estar abiertas a la inmigración y al comercio. De otro lado, están los que viven en áreas rurales, que tienden a ser menos educados y, por ende, menos capaces de aprovechar las oportunidades económicas ofrecidas por la globalización. Esos votan por los populistas.
SEMANA: ¿El populismo es una amenaza para la democracia?
F.F.: Claro. Democracia no es solo votar cuando hay elecciones. Es la combinación de tres instituciones: un Estado moderno y personal, el Estado de derecho y la rendición de cuentas. Y lo que está pasando es que los líderes de los movimientos populistas están usando su legitimidad democrática para atacar la imparcialidad del Estado y el Estado de derecho porque ambas cosas se anteponen a su deseo de acumular poder.
SEMANA: ¿Qué se puede hacer?
F.F.: Es difícil de contrarrestar porque el populismo se acaba a sí mismo, con sus resultados a largo plazo. En Latinoamérica, por ejemplo, tuvieron el ascenso del populismo con Chávez y ahora está decayendo porque resultó desastroso. Y así hay muchos países que se están dando cuenta de que no es lo que esperaban.
SEMANA: Hablando de Venezuela, ¿existe alguna similitud entre el populismo venezolano, el de Rusia, e incluso el de Estados Unidos?
F.F.: Son casos diferentes. El populismo de Chávez está basado en apelar a la gente pobre en una sociedad altamente inequitativa. La base social son los pobres. En Escandinavia, o en Estados Unidos, el target no es la gente pobre. Estamos hablando de personas que pertenecen a la clase media y que perdieron tierras por la globalización, perdieron trabajos por el incremento de las importaciones y, por ende, se sintieron desplazadas. En un sentido más amplio, perdieron el control de su cultura. Por eso es que allí cala el lema de “estamos perdiendo a nuestro país” o “hagamos a Estados Unidos grande otra vez”, en el caso de Trump. En Venezuela fue un asunto mucho más clásico, de izquierda versus derecha: los pobres querían una mayor redistribución de la riqueza a través de una forma de socialismo y por eso Chávez nunca apeló a la identidad nacional.
SEMANA: ¿Quiere decir que Venezuela no cumple lo que usted previó en su ensayo El fin de la historia y el último hombre (1992)?
F.F.: Yo nunca dije que no fuera a haber excepciones y Venezuela es una de ellas. El chavismo es un completo fracaso. Nadie en Latinoamérica va a tratar de imitar lo que hizo Chávez porque así como pasó con el socialismo de la Unión Soviética y el de otros lugares, hacerlo conduciría a ese país a la catástrofe. Entonces, de hecho, Venezuela confirma mi tesis: después de la caída del comunismo las revoluciones sangrientas no tienen cabida en un mundo dominado por la democracia liberal.
SEMANA: ¿Es Macron, en Francia, un punto de quiebre luego del triunfo de Trump en Estados Unidos y del resultdo del Brexit en el Reino Unido?
F.F.: El rechazo de la sociedad francesa a Marianne Le Pen y a su alternativa populista sin duda es un signo positivo pero creo que es un poco apresurado cantar victoria con Macron. Todavía tiene una postura muy tenue y pese a que tiene el nuevo partido, lo cual es impresionante, ha perdido popularidad rápidamente. Su éxito realmente dependerá de qué tantas reformas pueda hacer y, especialmente, de qué tanto libere el mercado laboral.
SEMANA: ¿Lo ve como un potencial líder global?
F.F.: Eso va a estar un poco más difícil porque la elección en Alemania no le favorece.
SEMANA: ¿Cómo ve las probabilidades de que haya cooperación global con este tipo de líderes populistas y nacionalistas?
F.F.: Son mucho menores, obviamente. Primero porque el rol de Estados Unidos de mantener el orden liberal del mundo es realmente importante: sin la influencia y el poder de este país, el capital del mundo nunca se habría creado. Pero lo que es más interesante es que en este momento hay dos gobiernos paralelos en Washington. Por un lado está la burocracia, que incluye a muchos ministros de Trump, como el de defensa, al embajador ante la ONU, al jefe del gabinete -todos internacionalistas que quieren mantener el apoyo a los aliados- y del otro lado está Trump, que difiere mucho de esa agenda. Por eso pasan cosas como ir a la OTAN y reasegurar aliados y que, al día siguiente, el presidente tuitee algo completamente diferente. No creo que eso ayude mucho a la estabilidad mundial.
SEMANA: En una conferencia reciente usted dijo que el ascenso de Trump va a poder chequear si quienes crearon la Constitución tuvieron éxito en su propósito de construir un blindaje contra personajes como Trump…
F.F.: Hasta el momento, Trump ha sido satisfactoriamente contenido por varias razones: las cortes se han opuesto con contundencia a su política migratoria, el Congreso no ha cedido fácilmente ante su agenda legislativa y los medios de oposición están más fuertes que nunca. Entonces, aunque intente usar los poderes especiales para lograr las cosas, hay límites que ofrece la democracia misma.
SEMANA: ¿Cree que las instituciones podrán contrarrestar la amenaza del populismo?
F.F.: Depende del país, porque si bien en Colombia hay rasgos positivos como que la Corte Constitucional haya invalidado el tercer periodo presidencial, o que en Brasil, a pesar del colapso del sistema político, haya un sistema judicial mucho más independiente que el de muchos otros países latinoamericanos, existen casos como Nicaragua, Honduras y Guatemala donde las instituciones son muy débiles y los gobiernos violan descaradamente las leyes que limitan su poder.
SEMANA: ¿Cree que el periodo de Trump será tan convulsionado como han sido sus primeros meses de mandato?
F.F.: Todos quisiéramos saber la respuesta a esa pregunta pero es difícil porque cada vez que creemos que se está calmando, hace algo desconcertante. Entonces no creo que las cosas vayan a cambiar. Así es su personalidad y punto. Por eso no voté por él: no creo que necesitemos un presidente irresponsable e inconsistente en su política.
SEMANA: ¿Cómo ve a Colombia después del acuerdo de paz con las Farc?
F.F.: Me parece muy grave el alto grado de polarización que hay en torno al tema. Siempre apoyé al presidente Santos porque, a pesar de los problemas que podía haber con la implementación del acuerdo, pensé que Colombia estaría mejor sin guerra. Sin embargo, tengo amigos a lado y lado del debate y entiendo la insatisfacción de la gente. Lo más urgente, para mí, es acabar con esa polarización porque en otros aspectos Colombia va bien: tiene una economía estable y es uno de los países con mejor desempeño en América Latina.
*Director editorial de SEMANA.
Foto: Stephane Grangier/Corbis
La escritora inglesa Karen Armstrong es la gran pensadora de la religión en el mundo. Por sus estudios, hace dos semanas recibió el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2017.
El jurado del Premio Princesa de Asturias dijo que Karen Armstrong es una de las mayores autoridades en las tres religiones del libro: judaísmo, cristianismo e islam. Además, destacó sus análisis, sus investigaciones y su labor bibliográfica. SEMANA habló con ella.
SEMANA: En una de la tesis de unos de sus libros, ‘Campos de sangre’, usted afirma que la religión no ha causado las principales guerras de la humanidad. ¿Por qué el común de la gente tiene esa creencia?
KAREN ARMSTRONG: Sí, es una creencia generalizada y también muy extraña. Sabemos que las dos guerras mundiales no se pelearon por culpa de la religión, sino por nacionalismo secular. Y antes del siglo XVIII nadie pensaba que la religión fuera una de las principales causas de la guerra. Pero durante el siglo XVI y XVII los europeos sufrieron una serie de conflictos terribles en los que murió un tercio de la población del continente. A menudo llaman a estos conflictos las guerras de religión. Se pensaba que las disputas entre protestantes y católicos, durante la reforma protestante, se habían vuelto tan extremas que los europeos se masacraban los unos a los otros. Pero si ese hubiera sido el caso, uno no esperaría que los católicos y protestantes pelearan en el mismo bando durante estas guerras. Lo hicieron y se mataron entre cristianos.
SEMANA: ¿Entonces qué ocurrió?
K.A.: En realidad, las guerras de religión fueron luchas entre dos bandos con visiones diferentes de Estado. El sacro emperador romano quería crear un imperio transeuropeo, como el Imperio otomano; y los príncipes de Alemania querían crear Estados fuertes, independientes y soberanos, como Francia o Inglaterra. Pero el filósofo John Locke, por ejemplo, culpó a la religión por las guerras y dijo que esta nunca más debía jugar un rol en la vida pública. Él inventó el nuevo ideal de laicismo (secularismo), la separación de la Iglesia y el Estado. Y esa idea se arraigó.
SEMANA: Pero hoy parece que la alianza religión y política toma fuerza en algunos países…
K.A.: Lo que es nuevo, en realidad, es la separación de la religión y la política, que data solo de la era moderna temprana. Hasta ese momento, la religión era todo un modo de vida; permeaba todo lo que la gente hacía, incluyendo, obviamente, la política. Jesús era una figura muy política que quería crear un reino de Dios en la tierra, en donde los ricos y los pobres se sentaran juntos en la misma mesa. Buda organizó su Sangha, su orden monástica, como una alternativa de las Cortes reales. La religión y la política eran inseparables, porque el sufrimiento humano y la injusticia son asuntos de importancia sagrada.
SEMANA: ¿Qué explicación tiene usted para la ola de terror de Isis?
K.A.: No hay nada islámico en Isis, excepto su retórica. Los musulmanes tienen estrictamente prohibido pelear y oponerse entre sí; el profeta Mahoma insistió en eso en su último sermón. Y si ustedes miran, muchos más musulmanes que occidentales han muerto a manos de Isis. Parece que su cultura, de hecho, es bastante secularista. Una mezcla de religión pervertida y laicismo degradado. Cuando un rehén francés fue liberado, después de ser retenido por Isis durante diez meses, dijo que el discurso de sus captores era poco religioso: los prisioneros pidieron una copia del Corán, nadie tenía una. Dos hombres jóvenes que dejaron Gran Bretaña para pelear con Isis habían ordenado Islam para dummies en Amazon. Los jóvenes reclutas están frecuentemente infelices en los países en donde viven, en los que los hacen sentir que no son bienvenidos; ellos piensan que van hacia una utopía y algunos regresan desilusionados. Isis ahora parece estar perdiendo terreno y probablemente se refugie en Libia. Pero nuestros problemas no se acabarán: hay tanta insatisfacción y desafección en Oriente Medio, que alguien más probablemente se levante y tome su lugar.
SEMANA: Usted afirma que el islam no es violento…
K.A.: El islam no es más ni menos violento que cualquier otra tradición de fe. Somos una especie violenta. Incluso los budistas, que generalmente parecen pacíficos, han estado involucrados en feroces conflictos en lugares como Sri Lanka. Históricamente, el islam es más tolerante que el catolicismo. Siempre deberíamos recordar la Inquisición en España y la persecución de los judíos en la Europa católica. Hay mucha más violencia en las escrituras hebreas y en el Nuevo Testamento que en el Corán. La palabra yihad aparece solo 42 veces en el Corán, y solo en diez ocasiones se refiere explícitamente a la guerra. La yihad no significa ‘guerra santa’; significa ‘lucha, esfuerzo’. Algunas veces es una ‘lucha’ por dar a los pobres cuando tú mismo tienes poco.
SEMANA: ¿Y los atentados?
K.A.: Después del 9/11, el exoficial de la CIA y psiquiatra forense Marc Sageman entrevistó en Guantánamo a unas 500 personas involucradas en los atentados y realizó un estudio sobre ataques posteriores. Concluyó que el problema no era el islam, sino la ignorancia sobre el islam. Solo el 20 por ciento de los terroristas habían tenido una educación musulmana normal.
SEMANA: ¿Qué piensa cuando se afirma que la religión causa ignorancia y fanatismo?
K.A.: Es difícil hacer bien la religión. Y como en el arte, hay buenos y muy malos pintores. Pero eso no significa que el arte en sí mismo sea malo. Ciertamente, la religión ha causado ignorancia, pero también lo hecho la opresión, la pobreza y la práctica política centenaria de limitar la educación a los miembros de la elite en una sociedad. Algunos fanáticos han sido personas ‘religiosas’, pero otros violentos han sido antirreligiosos. Yo considero a Donald Trump un fanático muy peligroso, pero no lo veo como una persona religiosa.
SEMANA: ¿La religión no debería hacernos mejor personas?
K.A.: La religión ciertamente puede hacernos mejores personas, pero con solo ir a misa y recibir los sacramentos no lo vamos a lograr. Todas las religiones del mundo, sin excepción, apelan a lo que frecuentemente se llama la regla de oro: “Nunca hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti”; y han insistido que esta es la prueba de la verdadera espiritualidad y no una doctrina, un ritual o una práctica moral. Jesús fue claro acerca de esto. Requiere que mires dentro de tu propio corazón, descubras lo que te causa dolor y luego te niegues, bajo cualquier circunstancia, sea cual sea, a infligir ese dolor en alguien más.
SEMANA: ¿Existe la posibilidad, así sea muy remota, de que haya una mujer papa?
K.A.: Yo creo que la Iglesia católica va a tener muchas dificultades para admitir a una mujer en el papado. Sobre todo por la regla del celibato sacerdotal. Esa fue una invención del siglo XIII, pues antes algunos sacerdotes ‘seculares’ (es decir, los sacerdotes que trabajaban y oficiaban en el mundo exterior, en contraste con los monjes) estaban casados. Papas con mentalidad política impusieron el celibato, como Inocencio III, que quería crear una monarquía papal en Europa y no quería competir con dinastías sacerdotales y sus familias. El celibato forzado, muy seguramente, ha contribuido a gran parte de los abusos descubiertos en los últimos años. Los obispos y otros miembros de la curia viven en un mundo completamente masculino –y antinatural– y muchos están psicológicamente inhabilitados para ver a las mujeres como iguales.
SEMANA: Hace poco estuvo el papa Francisco en Colombia. Durante su visita de tres días, que superó toda expectativa, el país vivió en paz. ¿Por qué la religión tiene tanto poder?
K.A.: No estoy segura de que eso tenga que ver con la religión como tal. En el caso del papa Francisco, creo que estamos hablando de carisma. La gente no necesariamente se siente atraída por abstracciones como ‘religión’ o incluso ‘catolicismo’. Pero sí se inspiran en seres humanos excepcionales, que encarnan grandes valores. Hemos visto ese poder en personas como Nelson Mandela y Desmond Tutu: hoy Sudáfrica no es un lugar perfecto, pero el fin de la era del apartheid pudo ser terrible sin ellos, que tenían una integridad a toda prueba. Lo mismo se puede decir de Martin Luther King Jr. Solo un par de personas de su calibre podrían hacer una inmensa diferencia en Oriente Medio.
SEMANA: Colombia está buscando la reconciliación. ¿Qué tanto ayudará la Iglesia o la religión?
K.A.: No es el concepto abstracto de ‘religión’ el que puede ayudar a lograr la reconciliación. Este tiene que encarnarse y tomar vida en el comportamiento de los individuos. Hay ideales que fomentan todas las religiones, especialmente los que tienen que ver con la compasión. La compasión no es lo mismo que la misericordia. Viene de una raíz grecolatina que significa ‘sentir con’ (com pathein). La compasión requiere que tratemos de ver las cosas desde la perspectiva del otro; que reconozcamos que nadie es perfecto, ni siquiera nosotros, que nunca nadie es completamente justo. Tenemos que reconocer nuestras propias faltas y ver donde hemos podido causar daño o dolor; escuchar el dolor de los otros (esa fue la fuerza del Consejo de Paz y Reconciliación en Sudáfrica). Y quizás lloren juntos.
*Periodista de revista SEMANA
Foto: Fredrik Sandberg / TT /
Jimmy Wales creó la enciclopedia más grande y consultada de todos los tiempos con la intención de que cada persona en el mundo tuviera libre acceso al conocimiento. SEMANA habló con él.
Por Karen Gritz Roitman*
Según escribieron su página de Wikipedia, Jimmy Wales nació en Alabama, Estados Unidos, el 7 de agosto de 1966. Su segundo nombre es Donal, vive en Londres con su tercera esposa, y tiene tres hijas. Le dicen Jimbo, es ateo y no es cierto que le gusta jugar ajedrez, como alguien publicó una vez. Es empresario, bloguero e informático teórico; está entre las 100 personas más influyentes del mundo, pero aun así no es millonario.
En 2001 –junto a Larry Sanger– creó esta enciclopedia digital, libre y colaborativa que ya tiene 46 millones de artículos y una enorme comunidad de voluntarios que edita sus contenidos en 300 idiomas distintos. Actualmente, preside la Fundación Wikimedia, organización sin ánimo de lucro que cree en la construcción conjunta de saberes y reúne proyectos como Wikinoticias, Wikiquote y Wikilibros.
SEMANA: ¿Cómo la idea de crear una enciclopedia gratis y de libre acceso cambió el conocimiento en el siglo XXI?
Jimmy Wales: Uno de los grandes impactos que logramos fue un mayor entendimiento de que hay personas talentosas con conocimientos que pueden compartir. También que hay gente buena, que quiere hacer lo correcto: es un mensaje muy inspirador y así logramos construir una maravillosa comunidad de voluntarios.
SEMANA: Lo que es hoy Wikipedia ¿era parte de la idea original?
J.W.: La visión original nunca ha cambiado. Teníamos una tarea muy sencilla ante nosotros: imaginar un mundo en el que cada persona tuviera libre acceso al conocimiento. Siempre pensé que Wikipedia podría ser grande, pero ahora sé que es una parte fundamental del mundo de hoy.
SEMANA: Antes de Wikipedia, existió Nupedia. ¿Qué falló ahí?
J.W.: Nupedia tenía la misma visión de una enciclopedia gratuita, pero yo no entendía cómo construir una comunidad y tampoco sabía cómo empoderar a la gente para que trabaje por este fin. Comenzó con un modelo muy opuesto, con controles de acceso que solo te permitían contribuir si algunos datos de tu hoja de vida corroboraran que estabas capacitado para hacerlo. Había un proceso largo para publicar. Y por más de que a muchos les gustó el concepto por el cual estábamos trabajando, no era algo divertido para los voluntarios.
SEMANA: ¿Qué significa wiki?
J.W.: wiki viene de una palabra hawaianna -wikiwiki- que significa rápido. Wiki es un sitio web que cualquiera puede editar, es una plataforma de colaboración rápida y abierta.
SEMANA: Que todos los contenidos puedan ser editados a nivel mundial es un arma de doble filo: por un lado, se cubren muchas áreas de conocimiento, pero por el otro, se corre el riesgo de no saber qué tan fiables son las fuentes. ¿Cómo hacen para verificar la veracidad de la información?
J.W.: Este es un proceso realmente abierto, todavía imperfecto, que depende de dos cosas: en primer lugar, de asegurar que la comunidad tenga todas las herramientas para controlar los cambios y responder rápidamente en caso de que alguien ponga algo que está mal. Pero, posiblemente, lo más importante es que logramos construir una comunidad con personas que comparten un conjunto de valores en virtud de hacer las cosas bien y de hablar con la verdad, de una manera simple y sin agenda.
SEMANA: Es común escuchar que “Wikipedia hace vagos a los estudiantes”. Y aunque todos la consultan, todavía es políticamente incorrecto para un académico confiar en sus contenidos. ¿Cree realmente que su existencia pone en riesgo la capacidad investigativa del hombre?
J.W.: No. Nos hemos dado cuenta que los académicos están muy contentos con Wikipedia e insisten en que debería usarse de la manera correcta. Siempre decimos que no se debería citar a Wikipedia en un ensayo académico. No es cuestión de calidad, sino de saber cuál es el papel que debe jugar una enciclopedia en el proceso de investigación: la enciclopedia es para obtener un contexto, para orientarse. Recurrir solo a ella en un nivel universitario, ciertamente, no es suficiente. Wikipedia es un gran punto de partida, pero casi nunca es el punto final.
SEMANA: ¿Si no está en Wikipedia no existe?
J.W.: Eso no es cierto, de ninguna manera. Hay muchas cucharas en mi cocina, pero nada que decir sobre ellas, por ejemplo. En términos de cosas importantes todavía sentimos que hay mucho que está poco documentado y ese siempre será el caso. Lo increíble es que a veces crees que no encontrarás algo en Wikipedia ¡y sí está! Y eso es un deleite porque logramos un alcance mucho mayor al de una enciclopedia tradicional.
SEMANA: ¿Alguna vez ha comenzado un artículo usted mismo?
J.W.: Sí, lo he hecho. Hace poco comencé uno sobre un funcionario de la agencia de transporte local de Londres. Escuché de este hombre en las noticias porque es posible que prohíban Uber. Me interesó el tema y no encontré nada de él en Wikipedia así que investigué y empecé una pequeña entrada.
SEMANA: ¿Cuál es la edición más curiosa que alguien ha hecho acerca de su biografía en Wikipedia?
J.W.: Una vez, alguien puso en la introducción que me gustaba jugar ajedrez en mi tiempo libre. Lo corregimos rápidamente, pero durante el tiempo que eso estuvo ahí una revista estadounidense lo vio y -sin preguntarme ni corroborar la información- lo publicó. Así que ahora está en la revista e, incluso, alguien trató de incluir eso como una referencia en la página de Wikipedia.
SEMANA: En varias ocasiones, usted ha dicho que Wikipedia basa su funcionamiento en el principio de la neutralidad, más que en el de la verdad. ¿Eso qué quiere decir y cómo se ve en la práctica?
J.W.: Sí creo que operamos bajo el principio de la verdad. Sin embargo, en muchos casos no le compete a Wikipedia tomar partido en medio controversias y decir qué es cierto y qué no. En cambio, lo que tratamos de hacer es presentar todos los argumentos respetables y luego dejar que el lector decida. Cuando yo voy y consulto una enciclopedia esto es muy importante: porque no quiero leer una perspectiva adoctrinada, quiero aprender sobre todos los puntos de vista y quiero entender por qué la gente cree en lo que cree. Para eso son las enciclopedias.
SEMANA: Cuando Kerry y Bush se enfrentaron en las elecciones de 2004 surgió una ’guerra de ediciones’ que llevó a Wikipedia a bloquear esta función. ¿En qué otros casos hacen esto?
J.W.: Esto funciona así: cada vez que vemos una pelea en Wikipedia, un debate que comienza a ser inútil y que la gente se enoja, los administradores bloquean la página temporalmente para edición. También hacemos eso cuando vemos que mucha gente de afuera trata de empujar una agenda. Es muy normal que pase no solo en elecciones presidenciales. Y te sorprendería saber el tipo de cosas por las cuales la gente se enfrenta apasionadamente: puede ser algo como el nombre de un río en Polonia o una noticia.
SEMANA: En términos de búsqueda ¿qué le hace falta a Wikipedia por desarrollar?
J.W.: Nos encantaría tener más donantes y también más contribuyentes femeninos. Una de las cosas que vemos en los estudios es que los autores masculinos de novela tienen mejor cobertura que las autores femeninas. Otra debilidad en Wikipedia es la cobertura de empresas que son muy aburridas: si se trata de una empresa famosa, con la cual los consumidores están familiarizados, como Apple o General Motors, entonces está bien desarrollada. No sucede lo mismo cuando se trata de una con la cual la gente no interactúa.
SEMANA: ¿Cuál ha sido la mejor idea de su vida? ¿Y la peor?
J.W.: mi mejor idea y mi peor idea son la misma: convertir a Wikipedia en una organización sin ánimo de lucro. Digo esto como una broma porque, de alguna manera, la gente piensa que pude ser millonario y no lo hice. Pero la verdad es que es la mejor idea que he tenido, ya que esto le permite a Wikipedia ser esa parte intelectual independiente de la infraestructura del mundo, de una manera en la que sería muy difícil hacer una estructura de lucro. Y estoy orgulloso por eso.
SEMANA: ¿Cómo se sostiene Wikipedia?
J.W.: La mayor parte del dinero proviene de pequeñas donaciones. Y eso le permite a nuestra comunidad tener un sentido fuerte de independencia intelectual. No dependemos de un donante mayor, lo que significa que nadie puede empujarnos a cambiar la información por un interés. Los pequeños contribuyentes nos ayudan a mantenernos enfocados en nuestra misión.
*Periodista de SEMANA
Foto: Wikipedia
Rutger Bregman es uno de los grandes jóvenes pensadores de Europa, continente al que alborota con sus ideas. Una de ellas dice que hay que darles dinero gratis y sin condiciones a los pobres. A SEMANA le explica el porqué.
Por Aldemar Moreno*
Zygmunt Bauman, una de las voces más críticas de la sociedad contemporánea, dijo esto sobre Utopía para realistas (2016), el libro que está revolucionando el mundo: “De lectura obligatoria para quienes se ocupan por las injusticias de la sociedad actual y quieren contribuir a remediarlas”. El cerebro detrás de esas páginas es Rutger Bregman, un millennial que defiende tres tesis polémicas: la solución a la pobreza es darle dinero gratis y sin condiciones a los pobres; la semana laboral debería durar 15 horas; y las fronteras deberían desaparecer.
SEMANA: La gente cree que cada día el mundo es peor -hay terrorismo, más desigualdad, xenofobia, cambio climático, etc, sin embargo, usted tiene una idea revolucionaria: “En el pasado, todo era peor”. ¿Por qué?
Rutger Bregman (R.B.): La evidencia muestra que estamos viviendo el momento más pacífico de la historia, que nos estamos haciendo más ricos y sanos que nunca, que desde 1990 el empleo en el mundo ha aumentado en un 50 por ciento, y que la pobreza extrema es siete veces menor de lo que era en 1820. Lo que pasa es que un noticiero jamás mostraría eso porque es algo que se construye día a día, no solo ya, ahora.
SEMANA: ¿Tenemos entonces que ser optimistas sobre el futuro?
R.B.: Siempre digo que no soy ni optimista ni pesimista, soy posibilista: creo que las cosas pueden ser mejores, así no haya garantías y nos enfrentemos a grandes retos. Es lo que demuestran los hechos.
SEMANA: ¿Qué es la pobreza y quién es responsable de ella?
R.B.: Lo que generalmente se cree es que es falta de carácter, de malas decisiones o, como decía Margaret Thatcher, “un defecto de la personalidad”. Falso. La pobreza es falta de dinero, punto. Tanto la izquierda como la derecha han asumido que tenemos que ayudar a los pobres, asistirlos para que tomen buenas decisiones. Partimos de que algo anda mal con ellos, que tienen que cambiar.
SEMANA: Entonces, ¿los pobres no toman malas decisiones financieras?
R.B.: Sí, las toman y lo hacen porque la pobreza condiciona su capacidad de decidir bien, reduce sus posibilidades de pensar a largo plazo, acorta lo que yo llamo su “ancho de banda”. Un pobre piensa con hambre, con incomodidad, con angustia. Eso seguro no produce las decisiones más sabias, ¿cierto? La mentalidad del pobre es cortoplacista: sobrevivir y punto.
SEMANA: Según eso, ¿cómo debería combatirse?
R.B.: Las investigaciones más recientes demuestran que no deberíamos erradicar la pobreza con más educación ni con programas de capacitación para los desempleados porque al pobre no le falta conocimiento, ni habilidades; al pobre le falta dinero. Dinero sin requisitos para acceder a él ni condiciones sobre cómo invertirlo.
SEMANA: O, sea que… ¿si se le da dinero a los pobres ellos tomarán decisiones inteligentes que los saquen de la pobreza?
R.B.: Mire, cuando los pobres tienen plata, su capacidad de tomar mejores decisiones mejora. Dejemos entonces de filosofar sobre la naturaleza humana y démonos cuenta de que todo ser humano quiere hacer algo con su vida, de que quienes son realmente expertos en pobres son los pobres, no los ricos, los economistas o el gobierno.
SEMANA: Menciónenos un solo caso…
R.B.: Dauphine, un pueblo canadiense, en los años setenta erradicó la pobreza a partir de la renta básica universal: se acabaron los pobres, el rendimiento escolar mejoró sustancialmente, la tasa de hospitalización bajó un 8,5 por ciento, la violencia doméstica bajó, y la gente tenía trabajo. En muchos casos los ahorros de las personas terminaron siendo mayores que su renta básica. Sí, los pobres ahorran; cuando tienen qué ahorrar.
SEMANA: Colombia es un país donde el comunismo siempre se ha visto como un modelo económico fallido. ¿Cómo les explicaría a los colombianos que su idea de darles dinero a los pobres -sin condiciones- no riñe con el capitalismo y que, en efecto, funciona?
R.B.: Es curioso porque para mí una renta básica universal potenciaría el capitalismo. Pensémoslo así: un ingreso básico es solo un piso de la pirámide de distribución del ingreso, no equivale a que todos los ciudadanos de un país ganen lo mismo. Es simplemente un “colchón” con el que siempre podrás contar cada mes. Y la esencia del capitalismo consiste en tomar riesgos, ¿cierto? Emprender un negocio, trasladarse a una ciudad, viajar, etcétera. Con una renta básica todo el mundo podría tomar ese tipo de riesgos y la economía sería aún más dinámica. ¿Qué tanto comunismo hay allí?
SEMANA: ¿Cómo un país como Colombia puede costear una renta básica universal?
R.B.: La renta básica es una inversión para el país que la hace, no un costo. Lo que sí cuesta, y mucho, es la pobreza. No solo por la inmensa pérdida de capital humano que representa, sino por la cantidad de dinero que los gobiernos invierten en programas inútiles para combatirla.
SEMANA: En Colombia tenemos un modelo de renta básica pero condicionado: Familias en acción. ¿Por qué este tipo de modelos no deberían tener condiciones?
R.B.: Pedirles requisitos a los pobres para acceder a un subsidio es contraproducente. Cada vez tienen que llenar más formularios y someterse a más evaluaciones para demostrar que son tan necesitados que nunca lograrán nada en su vida y que, finalmente, la solución es que el Estado les dé. No debería sorprendernos que se convenzan de eso y que piensen basados en la mentalidad de la escasez: a corto plazo e irresponsablemente.
SEMANA: Usted ha dicho que el tiempo libre es el mayor desafío del siglo XXI. ¿Por qué?
R.B.: Desde 1980 la humanidad está buscando la forma de que los robots hagan el trabajo por nosotros y las proyecciones dicen que el 50 por ciento de los trabajos actuales desaparecerán en el futuro. ¿Qué haremos con tanto tiempo libre? ¿Vamos a sentarnos a “calentar silla” en el trabajo así no tengamos nada que hacer? Lo advirtieron los grandes pensadores del pasado: el aburrimiento es el mayor desafío del futuro.
SEMANA: De ahí se deriva otra de sus tesis polémicas: que la semana laboral sea de 15 horas. ¿Por qué?
R.B.: Está comprobado que al día solo tenemos 5 o 6 horas en las que somos realmente productivos. En 1930, Keynes escribió que en 2030 estaríamos trabajando 15 horas a la semana y hasta 1970 casi todos los pensadores creían que cada vez trabajaríamos menos, pues la tecnología lo haría por nosotros. ¡Lo que no esperaban era que el capitalismo creara tantos trabajos inútiles!
SEMANA: ¿Entonces que es la productividad?
R.B.: Para los economistas es la cantidad de dinero que ganas, pero eso es estúpido, ¿un banquero que crea productos financieros nocivos para el capital de otros es más productivo que mi mamá, que se dedica a educar niños? Productividad, para mí, es hacer algo que realmente importe.
SEMANA: Pero entonces, ¿por qué gana más un banquero que una profesora?
R.B.: ¡El mundo está loco! En 1968, por ejemplo, los recolectores de basura de Nueva York entraron en huelga. Sus salarios eran muy bajos, por lo que uno inferiría, según la definición tradicional de productividad, que su trabajo era improductivo. Pero ¿qué pasó cuando dejaron de hacerlo? Paralizaron la ciudad por siete días, hasta que el gobierno cedió. En cambio, en 1970, en Irlanda, ocurrió el único paro que han hecho los banqueros en la historia: duró seis meses y, la verdad, a nadie le importó. Lo que ganas no refleja el valor real de tu trabajo.
SEMANA: ¿Por qué cree que las fronteras son la principal causa de discriminación en la historia de la humanidad?
R.B.: El 60 por ciento de nuestros ingresos depende del país en que nacimos, un hecho totalmente azaroso. ¿Eso no las hace discriminatorias? La inmigración define la pobreza global, pues si alguien del sur de África emigra a Estados Unidos, su ingreso aumenta diez veces. Pero somos tan ciegos que decimos que los inmigrantes son perezosos, que no son emprendedores, que son asistencialistas, criminales y terroristas, cuando las cifras dicen todo lo contrario: la mayoría de startups en Estados Unidos son de inmigrantes, los inmigrantes dependen menos de los beneficios gubernamentales que la población nativa y cometen menos crímenes que esta. Sin duda, en 200 años diremos “¿Fronteras?, ¡qué barbaridad!”
SEMANA: Definitivamente sus ideas causan polémica. ¿Se ve como un revolucionario?
R.B.: No solo me veo así, quiero ser irracional, irrealista e irresponsable porque son ese tipo de personas los que tienen ideas capaces de cambiar el mundo. Nuestra labor -la de los intelectuales- es volver lo irreal, real, y lo imposible, inevitable.
SEMANA: ¿Qué tipo de ideas le hacen falta al mundo?
R.B.: Utopías de qué tan mejores podemos ser. Como dijo Oscar Wilde: “El progreso es la realización de una utopía”.
*Jefe de redacción de DINERO
Foto: Getty Images
Islandia es el país con menos desigualdad de género en el mundo. Thorsteinn Víglundsson, Ministro de Asuntos Sociales y de Equidad de Islandia, explica ¿por qué?
En Islandia un 40 por ciento de su parlamento está compuesto por mujeres y en 1980, es decir, hace casi cuatro décadas, se convirtió en el primer país europeo en tener una mujer como presidenta. En 2008 superó la peor crisis económica de su historia bajo el liderazgo femenino y, en marzo de este año, fue el primer país en aprobar una ley que prohíbe pagar diferente sueldo a hombres y mujeres en razón de su género. Islandia es el país con menos desigualdad de género en el mundo. Sí, Islandia es el país con menos desigualdad de género en el mundo.
Thorsteinn Víglundsson, Ministro de Asuntos Sociales y de Equidad de Islandia, tendrá la tarea de poner en marcha esta ley. SEMANA habló con él.
SEMANA: ¿Cómo Islandia llegó a convertirse en el país con mayor legislación sobre el tema de género en el mundo?
Thorsteinn Víglundsson: Yo diría que tiene mucho que ver con un proceso que empezó en 1975. En ese momento hubo una búsqueda de participación femenina en política que quedó acentuada luego de una huelga nacional de las mujeres ese mismo año. Después de eso, incrementó considerablemente la preocupación por la calidad de vida la mujer, por su vida profesional y su educación.
SEMANA: ¿Cuáles fueron las iniciativas que lograron generar el cambio?
T.V: En 2000, por ejemplo, se estableció que ambos padres tenían que cumplir 9 meses de licencia posnatal, es decir, que la madre y el padre tienen derecho a 3 meses cada uno y, luego, se reparten los otros 3 como quieran. Sin embargo, lo más importante fue que las mujeres lograron que los hombres entendieran que dejar el trabajo por la maternidad debería ser una responsabilidad y un derecho compartido. Esto logró que ambos estuvieran al mismo nivel en el tema.
SEMANA: Pero no solo fue eso…
T.V.: Sí, en 2013, se estableció que todas las instituciones y las compañías con más de 50 empleados deberían tener al menos un 40 por ciento de uno de los dos sexos en sus consejos de administración. Y esto fue un gran cambio porque las cifras de trabajo de la mujer incrementaron de una forma dramática. Ahora, estamos trabajando en que las compañías no puedan pagar salarios distintos a hombres y mujeres solo por el hecho del género. La ley ya se aprobó en marzo de 2017 y nuestra meta es que dentro de diez años se haya erradicado totalmente esa brecha.
SEMANA: ¿Cómo han vivido los hombres este proceso, hubo algún tipo de resistencia?
T.V: Sí, la hubo, pero se viene enfrentando y trabajando, pues son socios de compañías, parte activa del trabajo, como también empleados y trabajadores. Sobre la ley de brecha salarial hubo pruebas de implementación y hemos venido trabajando mucho para que ningún sector se vea afectado. Hay toda una política nacional sobre eso, pero lo cierto es que el mercado laboral tiene que mejorar y a eso es a lo que le estamos apostando.
SEMANA: Islandia ha tomado medidas contundentes contra la desigualdad de género, como ha dicho, pero muchas veces estas son insuficientes si no existe una buena pedagogía al respecto ¿Cómo se trata el tema en escuelas y universidades?
T.V: Hay un material de enseñanza obligatorio en todas las escuelas sobre la igualdad de género y se toma muy seriamente. Creo que eventualmente podríamos hacer más de lo que estamos haciendo, pero seguimos mejorando. El reto más grande en la educación en cuanto a la equidad de género son los valores inconscientes o patrones indebidos que tiene la sociedad y que están en todas partes; muchos de ellos discriminatorios con las mujeres.
SEMANA: ¿Y cómo lo logran?
T.V.: Para trabajar en eso tenemos guías que mandamos desde el Ministerio al sistema educativo, algunas sobre cómo seguir enfrentando el tema o sobre cómo construir un pensum de enseñanza igualitaria. Esto tiene que ver con el desarrollo de ciertas actividades y la elección de una profesión, sobre las que siguen habiendo prejuicios muy grandes. Por eso, tratamos de ofrecer Igualdad de posibilidades en el acceso a la educación y, también, en mejorar la forma de atraer a más mujeres a la fuerza laboral. En eso hemos tenido éxito, sin embargo, hemos tenido menos éxito en atraer a los hombres a profesiones que han sido enmarcadas para las mujeres. Por otra parte, hemos trabajado en temas que tienen que ver con la dominación y la imposición. Hay que interesarse en los deberes y en lo que en sí involucra la profesión para lograr mantener una equidad; y no en crear agendas separadas entre los géneros.
SEMANA: Ustedes han demostrado que los liderazgos femeninos pueden llegar a salvar a un país en momentos de crisis como en la recesión de 2008. Sin embargo, es un hecho que hoy en día solo el 22 por ciento de los cargos parlamentarios del mundo son ocupados por mujeres. ¿Cree que sigue existiendo resistencia a que las mujeres ocupen altos cargos de poder?
T.V: Bueno, yo creo que el empoderamiento de las mujeres es crucial para asegurar una igualdad. Si tomamos el caso de Islandia, nos tenemos que devolver a los años 80 donde empezó a haber un importante acceso de las mujeres a la política. En 1980, Vigdís Finnbogadóttir se convirtió en la primera mujer en llegar a la presidencia y fue reelegida cuatro veces, desde 1980 hasta 1996. Desde entonces, la mujer tuvo un crecimiento fantástico en política.
SEMANA: Y tanto que también tuvieron primera ministra…
T.V.: Sí, a Jóhanna Sigurðardóttir, entre 2009 y 2013. Es decir, las mujeres han sido activas en política y desde esa época hemos estado compartiendo responsabilidades en el parlamento de forma importante. Y creo que vamos en la dirección correcta.
SEMANA: Hace poco un eurodiputado polaco - Janusz Korwin-Mikke - aseguró que “las mujeres deben ganar menos porque son más débiles y menos inteligentes”. ¿Qué opina de que hombres en importantes cargos conserven este pensamiento?
T.V.: Yo estaría más preocupado por la inteligencia de la persona que dijo eso. Por supuesto, que es algo inapropiado, absolutamente, y no merece la pena armar un debate con alguien que hizo un comentario tan tonto.
SEMANA: En Colombia es común el maltrato físico entre parejas y la violencia contra la mujer. ¿Cómo trabaja Islandia este problema?
T.V: Bueno, se han implementado leyes que permiten actuar más rápidamente en casos de violencia doméstica. Por ejemplo, la policía tiene la posibilidad de actuar.
Pero en Islandia no arrestamos a la gente sino que buscamos una mejoría social. Nuestro énfasis es proteger a la víctima y enfocarnos en ella. Darle una armadura muy completa. Por otra parte, hacemos una declaración muy fuerte: si una mujer es violada, no es su culpa. Una violación nunca es culpa de la víctima. Además de la vergüenza que pasa la persona, hay que hacer todo para establecer quién es el verdadero responsable y proteger a la víctima.
SEMANA: En algún momento usted dijo: “Si quieres progreso, debes forzarlo” ¿Cree que para un país como Colombia, que acaba de darle resolución a un conflicto armado de 50 años, sería prematuro apostarle a políticas tan contundentes como las de Islandia?
T.V: Para mí es muy difícil opinar porque afortunada (o desafortunadamente) nací y me eduque en un país en paz. Sin embargo, creo que una sociedad debe procurar construir espacios que enseñen a tener mayor tolerancia y participación, y, una vez establecidos, debe enseñarle a la ciudadanía por qué es importante enfocarse en temas humanitarios y en derechos civiles. También diría que hay que empezar por acabar con los estereotipos de la mujer a partir de la educación. La igualdad de género no es solamente un tema de derechos civiles sino que es un asunto de sentido común: en la medida en que las mujeres tienen más oportunidades, el ingreso per cápita de un país se vuelve más alto, hay más progreso y esto aplica para cualquier país.
SEMANA: Colombia se enfrentará en unos meses a elecciones presidenciales en medio de una fuerte polarización. En la carrera hay al menos tres mujeres. Desde la experiencia de Islandia, ¿Qué beneficios podría traerle al país que una mujer llegara a la presidencia en un momento coyuntural como el que vive Colombia?
T.V: En eso siempre deberían influir más las características individuales que el género de cada candidato. En Islandia los electores se enfocaron en las políticas que ellas ofrecían.
SEMANA: Finalmente, ¿Cuál cree que ha sido la clave para que todas estas propuestas e ideas hayan tenido éxito?
T.V: Lo realmente importante es que ha existido un respaldo general de la sociedad. Hay un enorme respaldo a la legislación y un amplio entusiasmo con el que la gente lo practica. Más de 75 por ciento de nuestra población apoya estas iniciativas y creo que esa ha sido la clave.
Foto: Archivo particular
El holandés John de Mol cambió la televisión a finales de los años noventa. Se inventó los realities, los reyes del rating en el mundo, aunque no libres de cuestionamientos.
Temía estar actuando como Dios. Estaba a punto de llevar a 12 personas a la televisión por el resto de sus vidas y no quería traumatizarlas. Contrató psicólogos y ensayó la fórmula con voluntarios que aceptaron aislarse en un hotel hasta tres semanas. Necesitaba 100 cámaras para grabarlos, baterías para las 24 horas y una logística impecable para almacenar, filtrar y editar todo el material. No podía dejar ni un centímetro descubierto: porque en su reality, como en la novela de George Orwell 1984, “¡el Gran Hermano te observa!”
En el programa que John de Mol creó –y en el género que empoderó- no hay libretos ni actores: “solo gente real que interactúa bajo ciertas circunstancias” le dice a SEMANA el holandés de 62 años. Puso a un grupo de desconocidos a convivir en una casa completamente incomunicada del mundo exterior. Ideó algunas pruebas, un sistema de eliminación por nominaciones, un confesionario e incorporó un personaje omnipresente, con una voz queda y un ojo que todo lo ve.
El estreno fue en 1999, en su país natal, pero la idea surgió dos años antes en una noche de poca inspiración, recuerda. Luego de una reunión creativa en la que nada salió, y cuando ya todos empacaban sus cosas, uno del equipo comentó que había leído un artículo sobre Biospher 2: un proyecto en el que varias personas habitan en un ecosistema cerrado –bajo una cúpula de vidrio grande- y hasta cultivan sus propios vegetales. La idea le quitó el sueño a de Mol y lo persiguió durante todo el fin de semana. “Supe que teníamos algo único”, afirma, así que ese lunes a primera hora convocó a una reunión y el Gran Hermano nació.
Al comienzo, la prensa fue muy negativa. Los periodistas consultaron a todos los psicólogos de los Países Bajos sobre este nuevo formato que parecía sacar lo peor de la naturaleza humana. Algunos lo compararon con el experimento de la cárcel de Stanford de 1971, que pretendía analizar los conflictos del sistema de prisiones y el Cuerpo de Marines de Estados Unidos y colapsó dejando a los participantes con graves trastornos emocionales. Otros creyeron que era una nueva versión del Show de Truman. Sin embargo, la audiencia amó el espectáculo desde el día uno y muy pronto llegó a 70 países. Fue entonces que la productora Endemol proclamó al reality rey del horario estelar.
El género de la telerrealidad todavía era un terreno poco explorado para la época. En 1991, en Holanda, Joost Tholens dirigió el programa Nummer 28, el primero en reunir a varios extraños y grabar sus interacciones diarias, pero este duró apenas una temporada. Casi paralelamente, surgió The real world, de MTV, que hoy va en su edición número 33. Los programas de concursos habían tenido su despliegue años atrás, especialmente en Estados Unidos donde algunos canales se dedicaron de lleno a este formato. Sin embargo, la industria no se había renovado y ese era el escenario perfecto para detonar las bombas Survivor y Gran Hermano a finales de los noventas.
Al poco tiempo, American Idol y El factor X entraron al ruedo pisando fuerte; y cuando nadie creía que un show más sobre música calaría, de Mol se inventó La voz (The Voice, que hoy tiene en promedio 11 millones de televidentes en E.U.). Es por ello que muchos lo consideran el padre de los realities: además, en su lista están también Deal or no deal, Fear Factor, el fallido Utopía -que no duró más de un mes al aire- y todavía espera agregar uno o dos programas más a su lista.
Foto: AFP
Por Laura Campos Encinales*
Oliver Stone, uno de los referentes del cine contemporáneo, polémico por su cercanía con la izquierda latinoamericana, habló con SEMANA sobre la ideología que hoy mueve al mundo.
Siempre será criticado y poco le importa. Lo tildan de izquierdoso y se ríe. Dice que él solo hace cine y punto. Pero es claro que la política es parte intrínseca de lo que hace. En Latinoamérica lo que más le critican es su amistad con Chávez, a quien ve como el Franklin Delano Roosevelt del subcontinente. No le simpatiza Trump, pero mucho menos Hillary Clinton. Y de Colombia tiene varias cosas qué decir. Entre ellas, que el país perdió su alma cuando Álvaro Uribe fue presidente. Así son las ideas de Oliver Stone, provocadoras y explosivas.
SEMANA: Su cine, como ninguno, refleja la política y el poder del siglo XX y lo que va del XXI y, adicionalmente, es sumamente polémico. ¿Por qué?
Oliver Stone: El asunto es muy simple: no estoy de acuerdo con la política estadounidense y lo dejo muy claro en mis películas. Por eso me enfoco en las situaciones que evidencian la hipocresía de la política exterior de mi país.
SEMANA: Se le critica su admiración por Fidel Castro y Hugo Chávez, y lo poco que cuestionó a Putin en su último documental, Entrevista con Putin (2017). ¿Un realizador no debería ser neutral?
O.S.: El problema no está en que yo sea neutral o no; el problema está en que la gente que critica mi trabajo, generalmente, no lo ve. Entonces, ¿cómo podemos tener una discusión inteligente? Ni mi documental de Castro, Comandante (2003), ni el de Putin llegaron a las grandes cadenas de televisión en E.U.; ambos se transmitieron por cable, es decir, que la mayoría no lo vio ni lo verá. En este país, que alguna vez tuvo una conciencia, no hay espacio para tales reflexiones. Y ni hablar de la prensa porque no la hay.
SEMANA: La gente cree que Estados Unidos es uno de los países con más libertad de prensa en el mundo…
O.S.: La prensa estadounidense es totalmente comercial y pertenece a grandes corporaciones. El profesor Noam Chomsky, intelectual de izquierda, no tiene derecho a expresarse en las grandes cadenas de televisión. Y cuando estrené Al sur de la frontera (2009), no me invitaron a ningún programa de la radio nacional. Eso, claramente, es tener una agenda.
SEMANA: Entonces, ¿no hay forma de ser objetivo?
O.S.: Para hacer esos dos documentales pasé mucho tiempo con Putin y con Castro. Eso, para algunos, puede hacerme proclive a la subjetividad y, para otros, a la objetividad. A mí, personalmente, no me importa. Lo que es realmente importante es escuchar con atención al personaje. ¿Objetivo?, mi culo.
SEMANA: A propósito de eso, ¿qué opina de que lo tilden de intelectual de izquierda? ¿Todavía cree en la izquierda y en su éxito político?
O.S.: Hoy en día el concepto de izquierda es un chiste, especialmente en mi país. Yo soy lo que soy: un cineasta, un dramaturgo que va y entrevista jefes de estado. Nada más. Lo que sí es claro es que Estados Unidos controla gran parte del mundo y que este ya no está dividido en términos de izquierda, derecha y centro. La división es simple: Estados Unidos y el resto.
SEMANA: Hugo Chávez apareció en dos de sus documentales, Al sur de la frontera (2009) y Mi amigo Hugo (2014). ¿Cómo ve hoy a Venezuela sin él?
O.S.: No he vuelto a Venezuela en cuatro años, desde que Chávez murió, pero sí diré algo: Chávez hizo muchos cambios positivos , su reforma fue equivalente a lo que hizo Franklin Delano Roosevelt en Estados Unidos durante la Gran Depresión. Trajo cambios grandiosos en educación, bienestar y economía, y les dio esperanza a las nuevas y viejas generaciones. Por supuesto que la revolución causó turbulencia, pero la turbulencia vino desde los más ricos.
SEMANA: Entonces, ¿por qué el mundo percibe lo contrario?
O.S.: Porque hay toda una infraestructura diseñada para generar ese efecto, soportada, en últimas, en Estados Unidos y en su rechazo hacia Chávez y los gobiernos que apoyan la revolución. Por eso se ha consolidado tanto el imaginario de que lo que él hizo es un fracaso. Pero ese intento de revisionismo que hay de los cambios que hizo Chávez no va a prosperar porque las dos generaciones empoderadas por él y la revolución socialista se quedarán, y la gente nunca volverá a la ignorancia, estupidez y pobreza en que estaba sumida antes.
SEMANA: Pero ¿cómo negar la represión que día a día muestran las noticias?
O.S.: Hoy uno ve en los medios que hay protestas y problemas de orden público en Venezuela. Sin embargo, se nos olvida que en 2002 también hubo protestas y represión cuando trataron de deshacerse de Chávez con el golpe de estado, apoyado y reconocido por Estados Unidos. Entonces, si bien los medios muestran a Venezuela como un lugar caótico, yo no estoy allá para constatarlo. Tampoco sé si Maduro tenga las mismas aptitudes de liderazgo de Chávez, no voy a criticarlo. Pero sí me causa curiosidad algo: ¿por qué Venezuela se lleva toda la atención en la prensa estadounidense y por qué no Colombia?
SEMANA: ¿En qué sentido?
O.S.: Colombia, creo yo, ha tenido muchísimos más asesinatos que Venezuela. Incluso este año y el año pasado. Colombia es un país mucho peor para una persona pobre que Venezuela. En Colombia, hasta donde sé -y he oído esto de fuentes de primera mano- ahora que firmaron la paz con las FARC los paramilitares están matando gente otra vez: sindicalistas y profesores. Eso me hace pensar que quizás hay una historia oculta de Colombia que falta contar. Una a la que nadie le está poniendo cuidado.
SEMANA: ¿Y le gustaría contarla?
O.S.: No sé. Solo sé que Estados Unidos ve a Colombia como un gran aliado y que Álvaro Uribe tiene mucho poder y popularidad. También sé que Estados Unidos ha apoyado a los paramilitares en cuatro países de Latinoamérica -Honduras, Guatemala, Nicaragua y El Salvador- y que probablemente esté haciendo lo mismo en Colombia. Saquen sus conclusiones.
SEMANA: En Colombia y otros países de Latinoamérica hay un miedo generalizado al “castrochavismo”. En otras palabras, la gente tiene miedo de que su país se vuelva otra Venezuela u otra Cuba. ¿Qué piensa de esto?
O.S.: El castrochavismo es un miedo fabricado por la prensa occidental. Pensar que Colombia será “castrochavista” es un pensamiento muy pobre; más bien deberían pensar qué hacer con todos los oligarcas corruptos que son dueños de la tierra y de la industria. Para mí esa categorización ridícula del castrochavismo no es más que una simple satanización del cambio y de la revolución.
SEMANA: ¿A veces no siente que su cine político y social opaca a otras de sus películas como Asesinos por naturaleza o The Doors?
O.S.: Me gusta hacer cine que sea divertido y a la vez social y creo que lo he logrado. Especialmente con Asesinos por naturaleza (1994), Savages (2012) y U turn (1997), que son películas de crimen. Y todo porque la empresa criminal, uno podría decir, tiene un significado social.
SEMANA: ¿Usted es de los que cree que a través del arte se puede salvar a la humanidad?
O.S.: No creo que la humanidad pueda salvarse. Creo que las películas son importantes pero a la vez son frágiles y jamás podrán cambiar la política estúpida de un país. Sin cine, la raza humana perderá y la política, con su falta de emoción y corazón, destruirá aún más a los países. Quizás el cine ayude a mantener el alma de mi país. Mi país necesita un alma y Colombia, también. No sé dónde quedó el alma de Colombia desde que Álvaro Uribe asumió el poder.
SEMANA: ¿Por qué su ambigüedad hacia Trump? Le gusta o no? ¿Por qué?
O.S.: Lo pondré de esta forma: yo soy un hombre paz y creo que mi país tiene la responsabilidad de trabajar por la paz del mundo sin intervenir en otros países. En las últimas elecciones tuvimos dos candidatos: Clinton era una belicista, una intervencionista del más alto nivel y Trump, la verdad, no sé qué era. Había esperanza de que no fuera intervencionista pero siguen las guerras, los ataques con drones, la vigilancia. Nada cambió. Sus posturas son igual de estúpidas a las de Bush, pero Trump dijo algo más peligroso: que quiere ganar la próxima guerra. ¿Qué quiere decir con eso? No sé, pero deberíamos tener miedo.
SEMANA: ¿Qué solución ve?
O.S.: Más bien, qué solución no veo. Clinton no es una solución porque en Estados Unidos no existe un partido de la paz. Y a Latinoamérica le debe preocupar que Estados Unidos es muy de derecha y cada vez es peor. Lo que debemos hacer es encontrar otra forma de buscar la paz. Todos, como humanidad.
*Periodista de SEMANA
Foto: AFP
Scott Fahlman, el creador de la carita feliz más usada de todo el mundo, le contó a SEMANA cómo su idea impactó el lenguaje moderno.
Aunque el científico estadounidense Scott Fahlman hubiera preferido pasar a la historia por sus investigaciones en materia de inteligencia artificial, su nombre le dio la vuelta al mundo por un invento que no le tomó ni diez minutos. Creó los emoticones: los rostros hechos con caracteres del teclado que se propagaron rápidamente a través de internet y se convirtieron en parte intrínseca de la comunicación digital. Son los precursores de los emojis, los muñequitos que abundan hoy en redes sociales y que sirven para darle un poco de color al texto en línea. Esta es su historia.
SEMANA: ¿Cómo surgió la idea de crear un rostro con simples caracteres de teclado?
Scott Fahlman (S.F.): En 1982 existía Arpanet, una plataforma donde los académicos enviábamos mensajes, no a un solo destinatario, sino a todos los que hacían parte de ella. Teníamos una red social que entonces no era más que un tablón de anuncios que todos podían leer: éramos nerds y usábamos mucho el sarcasmo, el cual a veces nos puso en aprietos. Por los problemas que esto nos causó, decidí inventar un símbolo para identificar qué era un chiste y qué no. Pensé que sería divertido hacer una cara, así que miré el teclado y luego de diez minutos encontré algo: si la gente giraba su cabeza era posible crear un rostro usando los dos puntos como ojos, un menos como nariz y un paréntesis como boca. Luego escribí una nota a todos diciendo: podemos usar este símbolo para marcar los chistes :-) y este otro :-( para indicar lo que es en serio. Y a los diez minutos de eso, todos en Carnegie Mellon lo estaban usando.
SEMANA: ¿Cómo se propagó tan rápido?
S.F.: Era el momento perfecto: porque ese mismo año Arpanet se convirtió en el Internet civil y todas las universidades pudieron unirse, así que el emoticón se propagó como un virus. Luego la red se amplió a Japón y Reino Unido y en un mes ya había nuevas caras, como la del guiño. Sin embargo, solo los ‘geeks’ tenían computadores; el resto de la gente, no. Solo hasta mediados de los noventa los emoticones comenzaron a hacer parte de la vida de la gente. Y, bueno, el resto es historia.
SEMANA: En 1982, ¿qué le hacía falta al lenguaje?
S.F.: No creo que algo le hiciera falta al lenguaje como tal; era más bien al lenguaje escrito. Yo simplemente quería encontrar una manera fácil de decir “esto es un chiste”. Claro que cuando la gente vio una cara sonriente también pensó que podía significar felicidad. Y ahora los emoticones no siempre están relacionados con humor, como queríamos inicialmente. Lo que sí es un hecho es que yo quería crear algo que se explicara por sí mismo y creo que lo logré.
SEMANA: ¿Cree que los emoticones pueden ser considerados como un lenguaje en sí?
S.F.: No, ni siquiera los emojis, que son los muñequitos del Whatsapp. Con ellos es muy fácil decir “perro” o “gato”, u otras acciones como comer, correr, etcétera. Pero componer frases complejas como “vamos a comer el martes o el jueves”, eso es otro cuento. No se pueden expresar cosas complicadas, para eso existe nuestro lenguaje de años.
SEMANA: ¿Qué se siente haber creado algo que ahora todo el mundo usa?
S.F.: Es chistoso. No me tomó más de 10 minutos hacerlo pero, cuando muera, es por lo que más me van a recordar. No van a recordar que llevo años investigando sobre inteligencia artificial. En vez, en mi obituario hablarán de la cara sonriente y luego dirán “ah, y también hizo algo relacionado con la ciencia”.
SEMANA: Ahora que habla de su profesión, ¿algo cambió en la ciencia con la aparición de los emoticones?
S.F.: Muchas personas ha investigado sobre cómo estos se utilizan y cómo se interpretan en diferentes culturas: si son apropiados para documentos formales o no, o si deben usarse en el lugar de trabajo, por ejemplo. De hecho, son todo un fenómeno para los antropólogos que quieren saber cómo esta tribu loca -la humanidad- elige comunicarse. Pero no creo que los emoticones le aporten mucho a nuestra comprensión del lenguaje, solo son una expresión del lenguaje muy limitada que la gente disfruta porque es divertida.
SEMANA: ¿Ha recibido críticas de los defensores del lenguaje?
S.F.: Sí, y me parece un poco exagerado. El lenguaje no se va a acabar por los emoticones ni por los emojis. Son una moda que eventualmente pasará.
SEMANA: ¿Recibe alguna compensación económica cuando alguien usa un emoticón?
S.F.: Justamente, una de las razones por las que esto funcionó es porque no tiene costo. Si la gente tuviera que pagar un centavo cada vez que usa un emoticón, nadie lo usaría. Antes, solía decir que no recibo ni un centavo por esto, hasta que un chico me dio una moneda y ya no pude decirlo más. Ahora digo que no he hecho ni un millón de dólares.
SEMANA: ¿Cuál es la diferencia entre un emoji y un emoticón?
S.F.: El emoticón está hecho con caracteres de texto, mientras que el emoji es algo mucho más gráfico.
SEMANA: ¿Le gustan los emojis?
S.F.: No soy muy fan de ellos por varias razones. En primer lugar, porque para llegar a una secuencia de caracteres que ilustra algo -como los emoticones- requieres de mucha creatividad; para dibujar un mono o un destornillador, no mucha. También creo que el asunto es generacional. No soy joven, no crecí con ellos y los veo más feos que bonitos. Y finalmente, porque el emoticón tiene algo muy bonito: es universal. No hay colores de piel ni rasgos específicos. Es solo una sonrisa y ya.
SEMANA: ¿Falta algún emoticón o emoji, desde su punto de vista?
S.F.: No, más bien me quedé con las ganas de haber sido el que inventó el emoticón del guiño: el que tiene los ojos con punto y coma. Siempre me pregunto por qué no se me ocurrió.
Foto: Archivo particular
Abdón Espinosa Valderrama es el único sobreviviente de los tres soñadores que fundaron SEMANA en su primera etapa, hace 70 años (1947-1961). El exministro recuerda esos días en los que trabajaban con las uñas y en los que tanto él como Alberto Lleras Camargo tenían que andar armados.
SEMANA: ¿Cómo llegó a SEMANA?
ABDÓN ESPINOSA: Cuando Alberto Lleras terminó el gobierno, derrotado el Partido Liberal, me dijo: “¿A dónde se quiere ir? Yo le prometí que lo nombraba donde usted quisiera”. Pero yo le respondí que me quería ausentar porque mi partido se había caído del poder. Me preguntó: “¿Dónde va a vivir, aquí o en Bucaramanga?”. Le contesté que no había decidido y en ese momento me dijo que me tenía una propuesta, fundar una revista. Yo le pregunté cuánto había que poner y me dijo: “No, ni yo ni usted pondríamos un centavo. Usted tendría un sueldo igual al mío. Ganaríamos 1.000 pesos mensuales, pero la diferencia es que yo tendré el 40 por ciento de la revista y usted el 20 por ciento”. El otro 40 era de la Litografía Colombia, que ponía la imprenta, la experiencia, el papel y un poco el capital. El presidente de la litografía era Benjamín Villegas, pero solo participó como impresor. Él solo iba a las juntas directivas y se daba cuenta del éxito maravilloso que era la revista, algo que no esperaba.
SEMANA: ¿Usted qué hacía en la revista?
A.E.: Gerenciarla, yo era el que ponía la pezuña para conseguir la publicidad.
SEMANA: ¿Económicamente la revista también era un éxito?
A.E.: Pues Alberto Lleras esperaba que fuera como El Liberal y decíamos que nos íbamos a devorar a El Tiempo. Pero mientras nosotros teníamos 20.000 ejemplares, El Tiempo tenía 80.000.
SEMANA: ¿Dónde quedaba la revista?
A.E.: La revista estaba en el cuarto piso de un edificio que quedaba en frente del edificio de Avianca en esa época. Era un bloque blanco que tenía ventanas a la calle y no tenía ascensor. Le había cedido la oficina el que había sido secretario de ministros de Alberto Lleras, Carlos Pérez Norzagaray. Él tenía una agencia de servicios de aviación y habían tomado todo un piso y nos dijo “yo les cedo esto”, naturalmente cobrando equitativamente.
SEMANA: ¿Cuántas personas trabajaban?
A.E.: Inicialmente cuatro: Alberto Lleras; Alicia Urdigamoa, la secretaria; un mensajero al que teníamos de esclavo para que nos ahorrara problemas; y yo.
SEMANA: ¿Qué tiraje tenía la revista?
A.E.: Tenía 20.000 ejemplares. Alberto decía “esto es una maravilla”, estaba feliz con eso. Cuando ya se lanzó la revista con nombre, pusimos avisos en los cines que decían “Lea usted Semana, la revista que liderará Alberto Lleras”. Nos íbamos a los teatros con Berta, la esposa de Alberto, e Irma, mi esposa, y aplaudíamos frenéticamente cuando salían los avisos. Entonces los teatros se contagiaban y aplaudían todos.
SEMANA: ¿Por qué este nombre?
A.E.: Lo escogimos en una conciliación privada Alberto y yo. Inclusive se pensó si debía tener el artículo ‘La’, para llamarse La Semana, o Semana simplemente. Pero al final estuvimos de acuerdo en que fuera sin el artículo.
SEMANA: ¿La parte que le correspondía a usted de venta y publicidad era fácil?
A.E.: No, no era fácil. Por ejemplo la agencia Época, de Mario García Peña, me dijo: “Yo te doy el primer aviso después de tres meses, mientras tanto no, porque no creo en eso”. Él era muy pesimista en esa materia.
SEMANA: ¿Quién más era anunciante?
A.E.: Teníamos muchos anuncios. Había una agencia como la de Mario, pero era de Medellín. Yo me fui a Medellín con Irma a pasear, tenía algunos amigos allá, entre ellos el gerente del Banco de Bogotá que había sido secretario general de la Presidencia. También estaba Pedro Olarte un figurón de la oligarquía antioqueña, hermano de un muy querido amigo nuestro que se llama Estanislao Olarte, radicado en Bucaramanga.
SEMANA: ¿Había otras revistas semanales?
A.E: Sí, Cromos y El Gráfico.
SEMANA: ¿De qué temas se ocupaba SEMANA?
A.E.: Era una revista política, y como Alberto Lleras estaba en el Senado aguantando todo el palo de la oposición a su gobierno, pues se ocupaba principalmente de eso.
SEMANA: ¿Era muy dura la relación con el gobierno conservador de Ospina?
A.E.: No, era una oposición tranquila. Como yo había sido secretario privado allá, en Palacio, me llamaban inclusive para consultarme cuándo se ponía la banda el presidente. Me llamaban para pequeñas cosas, pero había comunicación. La primera carátula fue la de Mariano Ospina Pérez siendo ya presidente.
SEMANA: ¿Y el ambiente político era difícil?
A.E.: Con el gobierno en general eran buenas las relaciones, pero en el Senado había debates terribles. Alberto Lleras iba acompañado siempre por Julito Salazar Ferro, Alicia Ortiz Gamboa, Carlos Pérez Norzagaray y yo. Íbamos armados. La que me llevaba mi revólver era Alicia, la secretaria, y Alberto llevaba su pistola en la cartera.
SEMANA: ¿Las portadas eran fotografías o ilustraciones?
A.E.: Eran una especie de caricaturas, había un tipo genial en esa materia que se llamaba Franklin. Naturalmente, inspirado mucho por Alberto Lleras, el director.
SEMANA: ¿Quiénes escribían?
A.E.: Al comienzo Alberto escribía el cien por ciento, luego estuvieron Fernando Téllez y José Antonio Lizarazo.
SEMANA: ¿Cuánto duró Alberto Lleras en la revista?
A.E.: No más de seis meses porque lo nombraron en la OEA. En ese momento me dijo “o compramos maquinaria para SEMANA e importamos el papel o yo me voy”. Y le dije “usted tiene muy mala posición política, inclusive dentro del Partido Liberal”, porque estaba dominado por Jorge Eliécer Gaitán, “lo mejor es que se vaya con todos los sacrificios que implican para mí”.
SEMANA: ¿Quién lo reemplazó como director?
A.E.: Juan Lozano.
SEMANA: ¿Qué línea tuvo en esa época frente al gobierno y frente a las dos facciones del Partido Liberal?
A.E.: SEMANA le caía a todo el mundo, al gobierno y al partido. Y Juan era experto en eso.
SEMANA: ¿Usted escribió?
A.E.: Escribí una notica una vez y Alberto me dijo: “Está muy bien, pero ponga el primer párrafo de último y el último de primero y le queda perfecta”.
SEMANA: ¿Y por qué al pasar los años se vuelve en ‘El Tiempo’ un columnista, editorialista y escritor?
A.E.: Yo escribía con mucha frecuencia; cuando Alberto era editor de El Liberal yo escribía en El Tiempo. Escribía sobre toda clase de temas, pero económicos principalmente que era lo que conocía.
SEMANA: ¿Recuerda algún artículo o portada que haya sido especialmente llamativa?
A.E.: La de Jorge Eliécer Gaitán porque la caricatura era maravillosa, y obviamente por el mismo personaje.
SEMANA: ¿El artículo era crítico de Gaitán o favorable?
A.E.: Como eran todas las cosas de Alberto. Contaba que él tenía una disputa permanente, pero no por política ni por raza, sino porque quería saber cuál era el mejor automovilista de la sabana. Alberto decía “mi diferencia con Gaitán es que él considera que el mejor volante de la sabana es él y yo le digo que soy yo”.
SEMANA: ¿Hasta cuándo estuvo en SEMANA?
A.E.: Hasta cuando se fue Alberto para la OEA. Ahí yo abrí mi oficina de abogado y me llamó el ministro de Hacienda, el doctor Francisco de Paula Pérez, quien me había conocido en Palacio, y me nombró miembro del Comité de Expertos Económicos del Ministerio de Hacienda. Trabajé cuatro veces en ese ministerio.
SEMANA: ¿Usted se considera más periodista o más funcionario?
A.E.: Mi paso por el servicio público fue muy transitorio. Cuatro años con Carlos Lleras de presidente y luego ocho meses con López, y antes con Alberto Lleras. Columnista he sido toda la vida.
Foto: Lope Medina - SEMANA
A partir de noticias falsas y de burlarse de la realidad, Actualidad Panamericana convirtió su original estilo en un referente de humor.
Por Francisco J. Escobar S*
Tres señores cuarentones con máscaras de pajarracos y nombres imposibles: Leovigildo Galarza, Aquiles Baeza y Bernardo del Portillo; posan para la cámara de SEMANA en un parque de Chapinero, en Bogotá. Un universitario se acerca y les dice: “Yo los sigo, ¡muy bacano lo que hacen!”. Un yuppie peludo les grita: “¡Trabajen, vagos!”. El trío de pájaros se ríe. Eso lo viven a diario. Ellos, junto a otros siete colaboradores, varios corresponsales internacionales y algunos practicantes, forman parte de Actualidad Panamericana (AP), el portal de noticias falsas fundado en enero de 2014 que ha divertido o escandalizado al país con titulares como ‘Cierran criadero de enanos en El Espinal’, ‘A joven caleño se le apareció la Virgen en Instagram’ o ‘Colombianos carecen de gen que permite pensar en los demás’.
“No volveríamos a repetir lo de los enanos. Hemos aprendido que hay fronteras que no debemos cruzar”, explica Leovigildo. Esta ‘Actualidad’, lo han dicho decenas de veces, nació “del ocio. Queríamos reírnos y hacer reír. No había otra pretensión” (más detalles en video por Semana.com). Pero su idea creció, tomó una fuerza inesperada; del ocio, pasó al negocio. Hoy AP participa en foros, charlas, eventos, da asesorías, hace campañas para algunas marcas arriesgadas (como Netflix o Tappsi) aunque “aún no vivimos de esto”, dice Aquiles.
Ni ellos ni Trump inventaron las noticias falsas, pero su humor negro y su ficción sacudieron la realidad de un país que ya poco sonríe. Su fresca propuesta interesó a públicos de todas las edades (sobre todo a los jóvenes) y de todas las posturas políticas. “Hace poco estuve en un paseo con gente divinamente y de derecha. Algunos se me acercaron y me dijeron: ‘Buenísimo, chinazo, ¡somos fans!’”, cuenta Leovigildo (ver recuadro).
En estos casi cuatro años han acumulado más de 823.000 seguidores en sus redes sociales (Twitter, Facebook e Instragram) y tienen 600.000 visitantes al mes en su página web. Cada semana más de 1.200.000 personas leen sus informaciones falsas. Y en Klout (la herramienta que mide la influencia en la web), tienen 82 puntos, más que varios conglomerados de comunicación e incluso el expresidente Álvaro Uribe. Las noticias de AP han despistado a políticos (como Pacho Santos), actores e intelectuales; tías y madres que han compartido sus titulares; y cada día, al conocer los increíbles sucesos del país, los editores de los medios, desconfiados, les preguntan a sus periodistas: “¿Está seguro de que esto no es una broma de Actualidad Panamericana?”.
RECUADRO
Dicho por ellos
- Su principal temor. “No nos dan miedo los políticos. Nos atemorizan ciertas marcas y algunas corporaciones”.
– En televisión. “Estrenaremos una serie titulada ‘Mundos paralelos’, por Señal Colombia, pero no aparecemos ni en los créditos”.
– Una petición. “Que Arias y Troller vuelvan a hacer ‘Semama’, la parodia de SEMANA que nos motivó a fundar Actualidad Panamericana”.
– Mandamientos. “No caer en injuria, ni en calumnia. No revictimizar. No generar pánico. Siempre hay un límite”.
– Otros formatos. “Para 2018 queremos estrenar una obra teatral, quizás se llame ‘Nuestra reputa obra’ (risas)”.
– Los ‘fans’. “Solo quieren tomarse selfis con nosotros si llevamos las máscaras. Obvio, nadie quiere ver al payaso de civil”.
– Ideas que no funcionaron. “‘Los Narkitoons’, serie animada sobre la vida de Pablo Escobar que a nadie le interesó”.
* Periodista
Foto: Guillermo Torres
La colombiana Adriana Ocampo, geóloga planetaria de la Universidad Estatal de California, habla sobre su camino para llegar a dirigir uno de los programas más importantes de la Nasa en exploración espacial.
Cuando era pequeña escribió a lápiz una carta en español a la Nasa contándoles que quería trabajar para ellos y preguntando qué debía estudiar para hacerlo. Años después, sin responder a sus preguntas, llegó una carta a su casa en Buenos Aires de la agencia espacial norteamericana con una estampilla conmemorando el alunizaje del Apollo 11, en julio de 1969.
Un año después de recibir la estampilla, que terminó por confirmar su vocación, a sus 15 años, viajó con sus padres a Estados Unidos para hacer el sueño posible. Aterrizaron en Los Ángeles, California, y lo primero que preguntó fue “¿dónde está la Nasa?”. Desde allí empezó su recorrido. En los dos últimos años de colegio decidió trabajar como voluntaria en el Centro de Retropropulsión (JPL, por sus siglas en inglés) de la agencia espacial norteamericana. Con su esfuerzo obtuvo una vacante en el verano y, finalmente, se vinculó como investigadora mientras estudiaba geología en la Universidad Estatal de California. Se formó en la agencia y allí lleva más de 30 años.
Hace un año, el 4 de julio, Ocampo se encontraba entre los científicos que celebraban el éxito de la misión que llevó a la sonda espacial Juno por primera vez a Júpiter. La científica colombiana es la directora ejecutiva del programa Nuevas Fronteras para exploración científica del sistema solar de la Nasa.
Un tiquete sin regreso
Adriana no dimensionaba qué era explorar el espacio, pero tenía claro que iba a resolver cada una de las preguntas que se hizo desde pequeña, como por qué se extinguieron los dinosaurios, o saber “qué eran esos puntitos de luz blanca en el cielo y por qué los veía”, dice Ocampo con su acento porteño.
Cuando estaba terminando su investigación de maestría en geología planetaria, resolvió la primera. Ocampo encontró que un gran asteroide extraterrestre impactó la tierra en la península de Yucatán generando no solo un cráter sino la extinción del 50 por ciento de las especies que vivían en nuestro planeta hace 65 millones de años, entre ellos los dinosaurios. Su descubrimiento, que publicó en 1991, la catalogó como la primera científica en identificar, a través de imágenes satelitales, el cráter Chicxulub.
Su recorrido científico la hizo ser reconocida por la revista Discovery como una de las 50 mujeres más importantes de la ciencia en 2002 y ahora desde Washington, coordinadora del programa de la Nasa Nuevas Fronteras en tres misiones. Una de ellas es la conocida Nuevos Horizontes, las otras dos son Juno, que el año pasado llegó a Júpiter para trazar un mapa de sus campos magnéticos y Osiris Rex también lanzada en 2016 para llegar hasta el asteroide Bennu y regresar a la tierra en 2023.
Esta científica, que nació en Barranquilla y creció en Buenos Aires, no tuvo un modelo a seguir, su espejo nunca fue una gran científica de la Nasa. Pocas eran mujeres, lucían como ella o hablaban inglés raro y con acento porteño. Por eso en su labor científica incluye esparcir el conocimiento y su “responsabilidad es proveer de ejemplos y de nuevos modelos a las escuelas y a las mujeres”.
Sus mentores fueron su padre, Víctor Alberto Ocampo, un subteniente de las Fuerzas Aéreas de Colombia que nació en Popayán y su madre, Teresa Uria, de origen argentino. Ocampo los define como sus héroes por permitirle elegir lo que la apasionaba y por priorizar su educación y la de sus hermanas menores ante cualquier cosa. “Tenemos que romper los esquemas de que la ciencia es lejana o difícil y que la carrera científica no va a sobrevivir o prosperar –afirma. Necesitamos un cambio de pensamiento y cultura donde a los jóvenes les ofrezcan más opciones profesionales”.
Por esta razón, asegura que la educación debería ofrecerse de manera gratuita desde “el kínder hasta el doctorado”. Según la científica, cuando un país se pone como meta educar a su gente “logra el desarrollo, la innovación y eleva el nivel de vida”. Además esto incluye a las mujeres y su rol en la ciencia porque “si el 50 por ciento de la población son mujeres y no se les da la oportunidad o impulsa a estudiar carreras científicas y tecnológicas, es una gran pérdida para el planeta”.
La exploración espacial
Los descubrimientos de Adriana Ocampo demuestran que la ciencia no es asunto de pocos, explorar el espacio es una necesidad para los países. Colombia, por ejemplo, aún no tiene un lugar en el espacio. En 2006 el gobierno decretó la creación de la Comisión Colombiana del Espacio (CCE) para enmendar el atraso que tiene en esta materia. La comisión se propuso como un “órgano de consulta, coordinación y orientación y planificación” para establecer la política espacial de la nación y para ser el primer paso antes de crear una Agencia Espacial Colombiana. Han pasado 11 años desde ese decreto y todavía no se asoman avances. Hasta ahora, Colombia no tiene un satélite propio, se acercó un poco en 2007 gracias a la academia por sus investigaciones con el nanosatélite Libertad 1, construido por el programa espacial de la Universidad Sergio Arboleda.
De esta manera, Ocampo se pregunta cómo puede aspirar una nación al desarrollo tecnológico, científico y la búsqueda de la educación si no invierten en investigación y en tecnologías espaciales. “Al tener gente capacitada para entender información espacial en el país, se evitan los cerebros fugados. Una nación con retos le invierte al espacio porque sabe que de la exploración sale la tecnología y la innovación que la provee de soluciones para suplir necesidades”. Conocer los planetas y tener una visión del sistema solar es un requisito para saber cómo se va a sostener la vida en un futuro. “Nosotros somos una especie planetaria – afirma – por lo tanto tenemos que conocer y aprender a vivir en otros lugares de nuestra galaxia”.
Esta colombiana, un poco más argentina y un tanto estadounidense, prefiere que la llamen ciudadana de la tierra. Aunque todavía quedan muchos planetas por explorar, los aportes que ha hecho a la ciencia y a la geología planetaria son indiscutibles. Y sobre su carta a la Nasa, recuerda con un poco de nostalgia que los esfuerzos más pequeños no pueden subestimarse: porque para ella “nada está perdido en este bello universo”.
Foto: Nasa
La idea de Álvaro Restrepo era simple: mostrarles a jóvenes de barrios marginados de Cartagena que el baile era una posibilidad de vida. Materializarla en el Colegio del cuerpo, sin embargo, ha significado 20 años de arduo trabajo creativo.
Por Camilo Amaya*
A Álvaro Restrepo le gusta contarles a sus alumnos el cuento del ciempiés bailarín. El bicho, un prodigio del ballet clásico, salía todas las mañanas a ensayar, provocando la admiración de los demás animales. Excepto de un sapo vecino que, envidioso de su talento, ideó un plan macabro y simple para destruirlo. Un día le escribió una carta en la que después de halagarlo con hipocresía le preguntaba cómo era posible que lograra mover, con tanta gracia y al mismo tiempo, el brazo 32 y la pata 68; el brazo 24 y la pata 73… y así. Cuando el ciempiés empezó a echarle cabeza al asunto, fue incapaz de volver a bailar. El cuento, que traduce al lenguaje infantil una máxima de Samuel Beckett que dice “baila primero, piensa después”, es uno de los pilares del Colegio del cuerpo, que cumple 20 años acercando la danza contemporánea a jóvenes de algunas de las zonas más vulnerables de Cartagena.
Cuando la idea de esta institución apenas empezaba a configurarse, por allá en 1994, una de las primeras cosas que Restrepo comprendió fue que esos chicos que se arremolinaban en las calles del centro de La Heróica vendiendo cigarrillos o vagando por ahí no necesitaban tanto quién les enseñara a bailar –porque el baile venía impreso en su ADN–, sino que les mostraran la danza como una posibilidad. No tenían que decirles cómo mover el ‘bracito uno’ y la ‘patica dos’, sino cómo pensar el baile como una profesión con un beneficio real para la sociedad.
En ese momento tres influencias fueron definitivas: La del padre Javier de Nicoló y sus hogares para niños de la calle, la del bailarín coreano Cho Kyoo-hyun, amigo de Restrepo quien fue el primero en señalar el potencial de esos bailarines silvestres que deambulaban sin oportunidades; y la novela La consagración de la primavera, de Alejo Carpentier, en donde una bailarina rusa radicada en Cuba abre una escuela de danza para quienes no pueden pagársela.
Hoy el Colegio del cuerpo es reconocido en todo el mundo tanto por la profundidad de su dramaturgia y calidad técnica, como por el impacto que ha tenido en la vida de cientos de jóvenes. De la mano de Restrepo y de la coreógrafa francesa Marie France Delieuvin, estos muchachos han podido volcar su talento hacia el arte y, algunos, hasta vivir de ello. Obras tan emblemáticas como El alma de las cosas, Inxilio, Reconquista o la reciente Negra/Anger (con la que acaban de llegar de Francia) no solo han sido ovacionadas en todo el mundo, sino que les han servido de declaración, de carta editorial en un país que para bien o para mal es una mina para la creación artística.
Por su trabajo con comunidades vulnerables se tiende a hablar de Restrepo como un salvador, pero él reniega cuando eso ocurre, pues reconoce que las creaciones surgen de un diálogo en el que él también recibe. “Siempre hemos creído en bailarines creadores y no solo en intérpretes. Es todo un proceso que va desde las propuestas y los desafíos que les lanzamos, hasta las respuestas que nos dan. Muchas veces nos devuelven esas propuestas mejoradas”, asegura.
El hombre que encontró tardíamente su vocación por la danza (a los 24 años) ha dedicado su vida a mostrarles a otros el camino. Al hacerlo quizá no los ha salvado, quizá solo se ha salvado a sí mismo.
*Periodista.
Foto: Álvaro Restrepo: Daniel Reina - SEMANA
El gusto por el cine llevó a Andrés Calderón y su equipo a formar la que hoy es la casa de producción audiovisual más importante de América Latina. Así lo lograron.
Por Fredy Nieto*
“Oiga, qué bueno sería poder aplicar lo que aprendimos en otras industrias” le dijo Andrés Calderón a sus socios, Diego Ramírez y Cristian Conti, la primera vez que hablaron de estructurar una productora de contenido audiovisual. Calderón llevaba casi nueve años trabajando en el sector financiero y quería aprovechar el envión que la Ley 814 de 2003 le había dado al cine colombiano.
Los estímulos tributarios y la consolidación del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico llegaron con esa ley, la cual transformó el mercado audiovisual colombiano en uno más atractivo para las producciones locales y extranjeras. Esa seguridad jurídica fue la tierra en la que Calderón y sus socios sembraron, en 2006, la semilla de Dynamo Producciones, casa productora con oficinas abiertas en Bogotá, Madrid y Nueva York.
El éxito fue inmediato. Al año siguiente Dynamo debutó con Satanás, película ganadora del premio a Mejor Actor y Mejor Película en el Festival International Des Espoirs Du Cinéma, en Mónaco. Incursionaron en las series para televisión en 2010 con Karabudjan y tuvieron su primera experiencia con Hollywood en 2011, cuando produjeron La cara oculta.
En 2012, la industria tomó un nuevo aliento con la Ley 1556. Surgió el Fondo Fílmico Colombia para incentivar a los productores del mundo a grabar sus proyectos en el país. Comenzó con un presupuesto limitado, insuficiente para atraer a los ‘peces gordos’ del negocio, por lo que Calderón y su equipo formularon una estrategia. “En ocasiones digo que abrimos con machete el camino para hacer cine porque tuvimos que modificar durante un año los topes de la ley y así poder conjurar filmes como Out of the dark y Los 33”, asegura.
De a poco Dynamo iba marcando el camino que los llevaría a su desafío más importante: Narcos. “Siempre tuvimos en mente que el contenido debía tener un alcance global, como si tuviéramos los pies afuera de Colombia”, sostiene Calderón. Con Netflix, Dynamo rompió las fronteras y logró llevar sus producciones a 197 países en simultáneo.
Ante la polémica que suscita el hecho de hacer series y películas que se siguen centrando en una época oscura del país, Calderón es enfático, “es normal que como colombianos estemos cansados, pero también es normal que afuera lo quieran entender. Yo lo veo como un avance porque pudimos rodar lo que pasó en los lugares originales. Eso da un mensaje más claro de que pasamos la página, ¿por qué no mostrar a Colombia de esa forma?”.
Bajo esa óptica hay que tener en cuenta que actores como Wagner Moura, Antonio Banderas, Tom Cruise y Javier Cámara pasaron por el país sin problema alguno. El impacto económico que generan los servicios logísticos necesarios (hoteles, restaurantes, alquileres de casas, equipos y comidas) es prueba de lo propicio que es Colombia para hacer producciones de gran envergadura.
Once años después de fundada, Dynamo hizo 60 proyectos entre series de televisión, películas y cortometrajes; genera 60 empleos directos y 2.000 indirectos; y desde 2014 sus ventas han crecido entre 20 y 60 por ciento, llegando a producir, en promedio, seis películas y cuatro series al año.
En física, se conoce como dínamo al primer generador eléctrico de la historia capaz de suministrar energía para la industria. No muy diferente a la labor que Dynamo consolidó hasta hoy en el país, manteniendo esa consigna que Calderón repite como si fuera un mantra: “esta es una idea irreverente porque rompe paradigmas de una forma disciplinada, estructurada y con pasión”.
*Periodista.
Foto: Juan Carlos Sierra - SEMANA
Antanas Mockus, dos veces alcalde de Bogotá y ex candidato a la presidencia de la república, tuvo una serie de ingeniosas ideas que calaron. Sin embargo, otras no salieron muy bien.
Desde que llegó por primera vez a la alcaldía de Bogotá, en 1995, los colombianos entendieron que Antanas Mockus sería un gobernante atípico que rompería los moldes establecidos. Durante sus dos periodos en el Palacio de Liévano (1995-1998 y 2001-2003), Mockus aplicó ideas tan estrambóticas como revolucionarias que, sin embargo, lograron calar hondo en el imaginario de la ciudadanía y cumplieron su cometido de cambiar algunos viejos paradigmas.
Los bogotanos aún recuerdan iniciativas como la campaña de vacunación masiva contra la violencia, un acto simbólico en el que participaron más de 40 mil ciudadanos; el chaleco antibalas con un corazón en el pecho que usó como respuesta a una amenaza de muerte de las FARC, o cuando puso a mimos a dirigir el tráfico capitalino (quienes, en lugar de multas, se burlaban de los infractores). Por esa misma época repartió tarjetas verdes y rojas para aprobar o desaprobar el comportamiento de los ciudadanos en las calles.
Lo cierto es que muchos de estos símbolos se tradujeron en resultados concretos —la gente aprendió a respetar las cebras para cruzar la calle y las muertes por accidentes de tráfico se redujeron a la mitad durante su administración—, pero algunas otras no tuvieron la respuesta esperada. ¿Cuáles funcionaron y cuáles no? El propio Antanas pasa revista a sus ideas.
Unas de cal y otras de arena
“Programas como Obras con Saldo Pedagógico y Tejedores de Sociedad no tuvieron una acogida proporcional al impacto que buscaban generar —explica el exalcalde, hoy presidente de Corpovisionarios—. El primero involucró a más de 100 grupos de diez jóvenes en el diseño y formulación de proyectos de infraestructura, escogidos previamente en un diálogo sistemático con la comunidad. Cada grupo escogía un proyecto para desarrollar a partir de las diez propuestas individuales, priorizando la lógica de una discusión racional y la importancia del consenso en los jóvenes. El segundo programa, por su parte, inició en el Departamento Administrativo de Acción Comunal como un espacio de educación artística informal de la Alcaldía cuyo objeto era brindar a los jóvenes un espacio para adquirir saberes, prácticas y experiencias en torno a las artes y su vínculo con la política y la construcción de ciudad”.
Y, sin embargo, no ‘cuajaron’. Como tampoco lo hizo la implementación del Código de Policía de la época. En aquel entonces el ex alcalde intentó hacer un ejercicio pedagógico, una especie de juego de roles para que la gente tratara de ponerse en los zapatos del otro y entendiera las normas. “Fue un bonito ejercicio —reconoce hoy Mockus—, pero tal vez demasiado elaborado”. Las reuniones semanales en las que se encontraban ciudadanos perjudicados y beneficiados por el código, transgresores, funcionarios y expertos, no lograron que la ciudadanía acabara entendiéndolo como se esperaba.
No todas las ideas resultaron fallidas; de hecho, varias de ellas hacen que aún hoy el exalcalde saque pecho. Con el Plan de Desarme Voluntario, por ejemplo, Antanas convenció a más de 3.000 bogotanos de cambiar sus armas por bonos de mercado. “Esa fue una acción muy visible, que despertó muchas polémicas y nos puso a pensar en una seguridad que no estuviera basada en el esquema ‘tú me asustas, yo te asusto”’ —explica Mockus—. El miedo infantiliza, pero la autorregulación y la ‘mutuaregulación’ nos llevan a la mayoría de edad”.
Otro de sus éxitos fue convencer a los bogotanos de pagar un poco más de impuestos de manera voluntaria para contribuir con el desarrollo de la ciudad. “Cerca de 63.000 contribuyentes pagaron 10% más en el predial, probando que un potencial muy grande de la ciudadana —un 3 o 4%— son cooperadores incondicionales. Son capaces de jugársela por la ciudad sin esperar a ver que hace la mayoría”, dice Mockus.
Pero el exalcalde no sólo aplica sus ideas en la vida pública. “En mi vida personal trato de construir acercamientos y alejamientos sin dolor, y procuro —aunque no siempre con éxito—, el buen trato hacia cualquier ciudadano. Respetar al desconocido es un reto en la calle, pero también es un reto en la fiesta, en el baile, en el TransMilenio. En el plano personal, luego de leer el libro Sex and social order, a los 12 años, comprendí que el matrimonio era una institución económica. Mi timidez se acentuó en aproximación desde la teoría y muy lentamente hacia la práctica, pero con el paso del tiempo he aprendido que la familia más allá de ser una institución económica es un espacio de expresión emocional. Puede ser el cielo o puede volverse un infierno”, revela.
Ideas que calan
¿Por qué funcionaron una serie de ideas que parecían tan excéntricas y generaron tantas críticas en su momento? Para Mockus, la respuesta está en que la gente quiere aprender, pero ha sido violentada por métodos pedagógicos inadecuados. “Las personas suelen ser tratadas como niños pequeños —afirma—. Pero, a fin de cuentas, el ideal de cultura ciudadana es como la bicicleta, la natación o amarrarse los cordones: quien entendió que los impuestos son redistributivos, no necesita recordación intensificada sobre le tema”.
La prueba de que sus ideas tuvieron gran calado en la sociedad bogotana —y en general, la colombiana—, ha sido la incorporación al lenguaje cotidiano de frases como “La vida es sagrada” o “Recursos públicos, recursos sagrados”. Para Mockus, ese hecho revela que sus ideas lograron recoger y respaldar opciones morales y políticas claramente definidas.
“El enfoque pedagógico del gobierno fue bien acogido y todos aprendimos que si comprendemos la ley, aparece un aliado en cada ciudadano que ayuda a hacer cumplirla”, dice el exalcalde. Por eso, recalca con orgullo que acciones como la noche de mujeres, los mimos, las tarjetas ciudadanas o la resistencia civil sigan teniendo una buena recordación. Y eso demuestra, de paso, que es posible otra manera de hacer política.
Foto: Juan Carlos Sierra - SEMANA
Una tesis universitaria se convirtió en una de las empresas que más crece en el país y en América Latina. Esta es su historia.
Por Diana Pachón*
Parecía una quijotada la idea de fundar una gran empresa dedicada al ejercicio físico en los años noventa. Gigliola Aycardi recuerda que un amigo, preocupado, le preguntó: “¿Estudiaste cinco años de carrera y una maestría y solo quieres vivir de un gimnasio de barrio?”.
Los mejores gimnasios de esa época eran pequeñas empresas con un solo local que no tenían más de diez máquinas, y entrenadores formados por la inercia del ejercicio sin conocimientos del correcto funcionamiento del cuerpo. En esos establecimientos de precaria higiene los hombres entrenaban sin camiseta, obsesionados en convertirse en un Sylvester Stallone o un Arnold Schwarzenegger, apoyados con anabólicos. Y las mujeres querían realzar su belleza, pero muchas, por falta de una adecuada asistencia, se lesionaban durante las rutinas.
Gigliola Aycardi y Nicolás Loaiza se conocieron cuando cursaban una maestría en negocios en la Universidad de los Andes. Los dos practicaban deporte, él las pesas y el taekwondo, ella las actividades de gimnasio. Empezaron una relación amorosa, pero cuando terminó el romance se dieron cuenta de que podían seguir siendo pareja en el mundo de los negocios.
Graduados de la maestría, y con la tesis aprobada, decidieron materializar la empresa: un gimnasio con especialistas de la salud y con tecnología de vanguardia con miras a profesionalizar la industria. Para consolidarlo vendieron algunas de sus pertenencias, recurrieron a las familias, hipotecaron inmuebles y pidieron citas a los bancos donde, al principio, los veían como dos ilusos. Gigliola y Nicolás, apoyados por la terquedad, continuaron la búsqueda de recursos hasta lograr reunir 400 millones de pesos.
En febrero de 1998 inauguraron Bodytech, el gimnasio más grande de Colombia con 20 máquinas en la zona cardiovascular, 50 bicicletas en el salón de spinning, salones para 20 clases grupales, y un personal de casi 30 empleados compuesto por un médico deportólogo, una nutricionista, un fisioterapeuta, y estudiantes y profesores de educación física. “Nuestra idea no surgió por el ideal de la belleza, sino para brindar a nuestros afiliados una forma de mantenerse sanos, bajar el colesterol, aumentar la fuerza, prevenir enfermedades cardiacas, y disminuir o evitar la depresión por medio del ejercicio”, afirma Gigliola, vicepresidenta de la compañía.
Dos años después, gracias a fondos de capital privado como el SEAF en 2007, Teka Capital en 2012 y, ahora, Catterton (uno de los fondos más importantes en el sector de consumo a nivel global), Bodytech se expandió a otras zonas de Bogotá, y luego a Cartagena, Cali, Medellín y Barranquilla. La idea, en la que pocos creyeron en un inicio, surcó las fronteras colombianas, y una década más tarde se extendió a Perú, primero, y después a Chile.
En la actualidad cuenta con 83 sedes en Colombia, 53 en Chile y 24 en Perú. Genera más de 4.200 empleos directos y tiene más de 286.000 afiliados distribuidos en los 3 países. A mediano plazo planea entrar a la bolsa de valores e incursionar en el mercado mexicano. Gigliola, desde el octavo piso de su empresa, sentada en su oficina con terraza con vista a la ciudad, dice que nunca se imaginó que esa marca, planeada durante las clases de gerencia de mercadeo en la maestría, se convirtiera en uno de los emporios de gimnasios más grandes de América Latina.
*Periodista.
Foto: Archivo Bodytech
Esta es la historia de cómo Ciro Guerra inventó la única película colombiana que ha competido en los premios Oscar.
La idea de El Abrazo de la Serpiente surgió de empezar a entender un relato que no estaba contado.
Siempre me generó una gran curiosidad el Amazonas porque a pesar de ocupar una parte tan grande del país se conoce muy poco de ella. Siempre me pregunté si no había allá una cultura, una historia, un alma para contar.
Tenía un amigo que había investigado profundamente el Amazonas y me recomendó ir a las historias de los exploradores, que recorrieron la región y nos dejaron el legado de esa Amazonia en su estado puro.
Leí a Theodor Koch-Grünberg (Dos años entre los indios y Del Romaira al Orinoco), y a Richard Evan Schultes (El bejuco del alma y Plantas de los dioses). Esos fueron los textos que directamente influenciaron la película pero hubo mucho más literatura no solo colombiana sino peruana, brasileña…fue un proceso de investigación de tres años y medio, y la película condensa todo eso.
Decidí narrar la historia desde la visión de los indígenas porque era lo que no se había contado. En la investigación, en el trabajo de campo y en el proceso creativo con Cristina Gallego, la productora, nos dimos cuenta de que lo más importante y lo realmente único e interesante era darle la vuelta a la historia y contarla desde esa perspectiva. Esa era la pieza faltante.
En un inicio la película arrancaba con un enfoque muy histórico, muy centrado en los hechos; era una película profundamente investigada y narrada de una manera tradicional. Pero en el proceso me di cuenta de que para que fuera especial tenía que dar un paso más allá, y abrazar la mitología y la narrativa indígena.
Empecé a entender que la película era mucho más interesante como una especie de cuento indígena que no obedece a las normas narrativas de causa-efecto ni de unidad espacio-temporal, como ocurre en occidente. Y así comenzó un proceso de entrar en ese otro mundo, de construir un puente entre las dos narrativas para que cualquier espectador se pudiera acercar.
Fue un proceso de escritura muy largo. El guion se reescribió unas 14 veces.
Era una idea muy innovadora, muy rara; el éxito que ha tenido es muy sorprendente incluso para nosotros. Era una idea que generaba mucha reticencia y dudas. Durante unos tres años estuvimos buscando apoyo en fondos no solo colombianos sino internacionales, en productoras, en canales de televisión. Al final quienes le dieron el oxígeno para que se hiciera realidad fueron Gonzalo Córdoba, de Caracol, y Dago García de Dago García Producciones. Antes de eso la película había pasado por mucha gente que no creyó en ella.
En Colombia no hemos entendido una cosa que en Estados Unidos y en las grandes industrias está muy clara: el motor de estas industrias creativas es la innovación y para innovar hay que tomar riesgos. Muchas veces se repiten fórmulas para ir a algo seguro y eso, por ejemplo, ha sido la ruina de nuestra televisión.
Lo que aprendí en el camino a los premios Oscar es que al final no hay lobby ni campaña promocional ni nombre que valga. Simplemente hay gente que se enamora de una película profundamente y la defiende ante el mejor cine que se hace en el mundo. Esta película enamoró a muchos y hubo gente muy importante que la defendió con pasión. Fue como una bola de nieve que fue creciendo desde su estreno en Cannes y en Colombia, hasta los Oscar. Una película que muy poca gente creía que podía llegar a esas instancias fue convenciendo y ganando corazones en el camino. Es algo que tú no puedes controlar. Hay una chispa que solo se genera entre el espectador y la pantalla.
Foto: AP
Pepa Pombo, Olga Piedrahita, Silvia Tcherassi, Johanna Ortiz y Amelia Toro han estado presentes en la historia de la moda desde sus inicios. Hoy ellas y sus innovadoras ideas tienen un destacado lugar en el mercado internacional.
Por Juliana Villegas*
Se formaron en las más famosas escuelas de moda del mundo o en carreras afines, como bellas artes y diseño interior. Todas comenzaron sus firmas homónimas entre la década de los años ochenta y comienzos de los noventa, cuando el sector textil se encontraba en su mejor momento en el país.
Pepa Pombo, Olga Piedrahita, Silvia Tcherassi, Johanna Ortiz y Amelia Toro han acompañado las páginas del libro de la moda nacional casi desde el prólogo y han escrito capítulos internacionales tan interesantes como loables. Además, han creado un lenguaje propio, tan único, que les ha valido un espacio en la escena mundial.
Pepa Pombo
Es una de las pocas que se puede dar el lujo de decir que hace algo completamente inimitable. La forma en que ha trabajado el tejido de punto desde 1978, año en que estableció su marca, le asegura ese título. Y es que ella misma se encargaba de construir artesanalmente las fibras con las que creaba sus intrincados diseños doble faz, sin cortes ni costuras, en los que solía entretejer seda con lana. La marca, que desde 2012 está en manos de su hija Mónica Holguín, llegó recientemente a Moda Operandi, el portal de preventas de marcas de lujo, y a Bergdorf Goodman, la famosa tienda por departamentos con sede en Nueva York.
Olga Piedrahita
Pionera de la moda vanguardista y del slow fashion en Colombia. Cuando algunos diseñadores trabajaban solo con lo que las textileras les ofrecían, esta creadora paisa investigaba nuevos materiales y creaba estampados inéditos que luego convertía en prendas inesperadas con volúmenes y siluetas singulares. Desde comienzos de la década de los ochenta hasta hoy la firma ha mantenido esa esencia y ha encontrado en Danielle Lafaurie, hija de la diseñadora, una nueva abanderada, que se ha dedicado a unir fuerzas con talentos de diferentes áreas del arte y el diseño para generar una orgánica alquimia creativa.
Silvia Tcherassi
Fue la primera diseñadora colombiana en conquistar el mercado estadounidense. Su “elegancia sin esfuerzo”, un estilo que combina feminidad y simpleza en siluetas fluidas y a la vez estructuradas que no se identifican con una edad o una nacionalidad específica, le ha asegurado el éxito en mercados como Miami y Madrid. Diseñadora de interiores de formación, ha convertido su visión de la moda en un estilo de vida que pasó de las líneas de ready to wear (“listo para llevar”), atelier y accesorios, a ropa para el hogar y hoteles. Tcherassi Hotel + Spa, la segunda apuesta de la creadora en el universo de la hotelería, abrió sus puertas recientemente.
Amelia Toro
Precursora de la unión entre moda y técnicas ancestrales en nuestro país, ha incluido permanentemente en su colecciones el trabajo artesano de comunidades indígenas del Putumayo y La Guajira (wayúu), y ha integrado las molas, forma de arte textil tradicional realizado por los Gunadule, en sus diseños de siluetas delicadas, sobrias y atemporales. La creadora ha impulsado, además, el trabajo de madres cabeza de hogar a las que encomienda la elaboración de una prenda completa y con quienes comparte el protagonismo de sus etiquetas. Actualmente vende en diferentes lugares de Estados Unidos, Canadá, Panamá y Corea.
Johanna Ortiz
En la historia reciente de la moda nacional, la creadora caleña Johanna Ortiz es uno de los nombres más relevantes, no solo porque ha logrado llegar a las tiendas de ventas online y boutiques de productos de lujo más importantes del mundo (Net-a-porter, Moda Operandi, Harrods, Bergdorf Goodman y Saks Fifth Avenue), también porque ha conseguido que sus diseños de volantes y su ya icónica blusa Tulum sean internacionalmente reconocidos. Lo que empezó como una marca de vestidos de baño en 2002 es hoy una firma global de prêt-à-porter que brilla por sus piezas festivas y vibrantes.
*Editora de la revista Fucsia.
Foto Amelia Toro: Juan Carlos Sierra
Foto Silvia Tcherassi: Revista JET-SET
Foto Olga Piedrahita: Paloma Villamil
Foto Pepa Pombo: Karen Salamanca - JET-SET
Doris Salcedo es considerada una de las más brillantes artistas del mundo. Ella es la creadora de la memoria.
Por María Belén Sáez de Ibarra *
En treinta años de trabajo en Colombia superó las limitaciones que encontró a su paso -como el hecho mismo de ser una mujer artista del tercer mundo- para expresar su pensamiento buscando la voz y la dignidad de lo que ha sido silenciado y asesinado a través de la violencia política.
El contexto de su obra es un mundo que en estas últimas décadas ha visto cómo se instaura, desde una crueldad inusitada, a través de conflictos y guerras civiles por doquier, un espacio naturalizado para la barbarie en el racismo, la opresión y la exclusión.
Doris Salcedo, con valentía, ha venido asumiendo una tarea imposible: crear un cuerpo de obra donde se inscriba el testimonio de estas víctimas de la violencia política de nuestro tiempo. Así, su trabajo sin descanso ha tomado la forma de una continua oración fúnebre. Una sucesión de actos de duelo.
El más alto logro de su obra es alcanzar imágenes que señalan este momento histórico y mostrar el rostro de quienes somos: el momento en que la sociedad completa, al unísono, ha decidido ignorar radicalmente las vidas precarias de unos seres que están al margen de la sociedad: los excluidos, aquellos que ya conforman una multitud planetaria.
Todo el sistema, la conciencia colectiva, oculta y calla. "Un escogido punto ciego", como dice Salcedo: "En este momento del mundo elegimos la ignorancia. La buscamos, la cultivamos y la ejercemos”. Entre tanto, la condición de lo humano se derrumba ante nuestros ojos, nuestras playas, nuestras fronteras, nuestras vidas.
Los excluidos son aquellos que no tienen una vida. Como explica Doris Salcedo: no tienen nada, sus casas han sido reemplazadas por un paisaje incomprensible de ruina donde el tiempo de la violencia borra el pasado, sus memorias y sus singularidades. Y el horror del presente no permite dar paso al futuro atascado entre las ruinas, la desesperación, la desesperanza. No tienen ni una foto, ni una silla; ninguna relación social que los cuide y dignifique, menos un amoroso trato. Han perdido la condición de ciudadanos y no son parte de ningún país. Están marcados, están fuera, en exilio de lo humano. La "nuda vida" que dice Giorgio Agamben, una de sus muchas referencias filosóficas/políticas.
Su última obra, Palimpsesto, es una comisión del Museo Reina Sofía de Madrid, la cual tomó cinco años de trabajo por su complejidad. En todo el piso del Palacio de Cristal, en el Parque El Retiro de Madrid, el suelo llora los nombres de esas singularidades y cuerpos de los refugiados y migrantes. Familias enteras ahogadas en las aguas del mediterráneo.
Entramos y estamos obligados a atravesar con nuestro paso la multitud de nombres de África, Egipto, Siria, Kurdistán... labrados tenuemente en la piedra mientras en ellos sobrepuestos aparecen nuevos nombres escritos por el agua que llora el piso.
En el fulgor del sol que bruñe de vida las lápidas, -aquella puerta cerrada que es el límite sordo con la muerte-, tiemblan millones de lágrimas. Las lágrimas que deberían ser las nuestras (aunque no son nuestras). Cristales de agua que los nombra desde la divinidad. Millones de lágrimas por ellos y por nuestra humanidad naufragada en el olvido.
*Curadora, directora de Patrimonio cultural de la Universidad Nacional de Colombia.
Foto: Juan Carlos Sierra
Francisco Lopera trabaja desde hace más de veinte años en entender el Alzhéimer hereditario y está creando un tratamiento para prevenirlo.
Por Daniel Rivera*
Lopera contó una vez que hace años tuvo una pesadilla. Soñó que estaba recluido en una clínica mental, sin memoria. Sentado en una silla veía cómo pasaban por un pasillo sus hermanos, a los que llamaba con insistencia, pero ninguno respondía. No sabía si en el sueño alucinaba o sus hermanos eran los que sufrían Alzhéimer. “No he podido olvidar ese sueño, que a veces me persigue un poco”, dijo.
La historia del científico con el Alzhéimer empezó hace treinta años cuando era residente de neurología y recibió un paciente de 47 años con pérdida de la memoria. Después supo que en la familia había varios antecedentes y que ese paciente era el fruto de una cadena hereditaria que no se podía romper. “Con ese diagnóstico nos fuimos para Belmira a investigar las historias de demencia de esos familiares y así reconstruimos la primera familia colombiana con una forma genética de demencia hereditaria tipo Alzheimer que, después, en la década del noventa, se comprobó que era consecuencia de una mutación. En la década del ochenta simplemente se identificó una forma familiar de Alzheimer que era hereditaria, solo en 1995 se comprobó que era producida por una mutación en el cromosoma catorce”.
Así, la primera familia se encontró en Belmira a mediados de los años ochenta, pero después de estar en campo, el abanico se abrió. A los pocos meses apareció una segunda familia en Yarumal con una historia muy similar: un vendedor de chance que consultó porque estaba perdiendo la memoria y se equivocaba al hacer las boletas, al cobrar, al pagar, todo un lío a la hora de trabajar. “Lo evaluamos y sí, tenía pérdida de la memoria, estaba haciendo una demencia tipo Alzhéimer, tenía como 45 años y su padre había tenido lo mismo, su abuelo lo mismo y varios tíos también, entonces reconstruimos la segunda familia. Después hicimos lo mismo con otra familia de Angostura”, recuerda Lopera, que hoy ya tiene 25 familias identificadas y estudiadas, todas con Alzhéimer hereditario cuya mayor muestra en el mundo está en Antioquia.
El Alzhéimer es la forma de demencia más común en ancianos y quienes la padecen sufren un deterioro cognitivo progresivo. Son tres los tipos de Alzheimer genético: los causados por mutaciones en el cromosoma 14, presente en las 25 familias antioqueñas; los producidos por mutaciones en el cromosoma 1, que son los casos más escasos; y los que llegan por mutaciones en el cromosoma 19, que son pocos. En el mundo hay más o menos 36 millones de personas que padecen la enfermedad, entre ellas hay unas 500 familias con el tipo genético. Las 25 familias quizá representen el 50 por ciento de toda la población mundial con Alzheimer genético. Si hay alguna esperanza de encontrar una cura, está en las manos de Lopera y su equipo.
Pero ahora Lopera no solo se ocupa de investigar la enfermedad, también de que sea atendida de la mejor manera, por eso creo jornadas de capacitación llamadas ‘Cuidarme cuidarte’ para educar a enfermeras, médicos y cualquiera que cuide a los pacientes con esta enfermedad para que conozca los síntomas, los estados emocionales y las evidencias de que los síntomas cada vez se acentúan más. Y también a la comunidad en general sobre los síntomas, la nutrición, la salud mental, física y emocional, el envejecimiento activo: la estructura del cerebro con sus diferentes conexiones y su proceso degenerativo cuando alguien pierde las capacidades del habla, la memoria, la movilidad. Él es la esperanza contra el olvido.
*Corresponsal de SEMANA en Medellín
Foto: Pablo Andres Monsalve
El portal ‘La Silla Vacía’ inspiró varios medios digitales de América Latina. Lo encabeza Juanita León, una abanderada del periodismo independiente.
Por Carolina Vegas*
Sonríe cuando contesta las preguntas, pero sus respuestas resultan tajantes. Así ha sido siempre. También en la redacción de SEMANA, donde trabajó varios años, tenía fama de decir las cosas de frente y sin dar vueltas. Una mente crítica, con afán de encontrar una manera de contar las cosas mejor para ayudar a formar lectores críticos. Juanita León siempre soñó con crear un medio independiente y relevante. Por eso, en 2009, gracias a una beca de cooperación internacional, emprendió la aventura de crear La Silla Vacía, un portal periodístico que se la juega por narrar el país con “credibilidad y coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos”.
Hoy, por su postura ética frente al oficio, La Silla es un referente cuando se habla de periodismo político en el país. Su creadora percibe a quienes siguen y leen este medio como miembros de una comunidad gestada alrededor del proyecto, y la redacción está en constante diálogo con ellos. Hoy esa audiencia es tan fiel que por medio de la campaña de los Superamigos, que lanzó hace 5 años para que sus usuarios donaran lo que quisieran y pudieran, financia el 10 por ciento del proyecto. El resto depende del dinero de cooperación internacional, que aún aporta casi la mitad, y dos microsites dedicados a expertos y académicos –La Silla Llena y La Silla Académica–, que cuentan con patrocinios y suscripciones de los aliados que publican allí y ofrecen insumos para que los lectores tengan un criterio más amplio sobre la realidad colombiana.
León está convencida de que hoy la gran amenaza a la credibilidad de los medios consiste en que la frontera entre los contenidos propios y los patrocinados por terceros cada vez parece más difusa. También asegura que la prensa se vuelve irrelevante al mostrar noticias sobre perritos y farándula, informaciones que los lectores no quieren pagar. Pero también cree que los periodistas deben dejar de preocuparse tanto por el tema de la crisis de las noticias y más por hacer periodismo de calidad. “El periodismo independiente consiste en tener la libertad y el compromiso de contar todo lo que uno sabe con el respaldo de una reportería que busque la verdad”. Y ella ha hecho precisamente eso durante estos ocho años.
Ahora los usuarios cada vez entienden menos de dónde viene la información, no les importa demasiado y se alimentan de sus líneas de tiempo en Facebook o de cadenas de WhatsApp. Entre ellos hay dos tipos de lectores de noticias: los que nada creen o los que creen absolutamente todo. Para Juanita León, todo ello plantea el desafío de encontrar nuevos formatos narrativos que rompan con la resistencia de la gente ante la información de calidad. “El hecho de que la unidad básica del periodismo sigan siendo las historias, y no el dato, entra en conflicto con la forma como la gente busca información por internet”, explica. “Es decir, el reto es poder contarle a la gente en qué país vive hoy, con unos formatos que pueda y quiera consumir”.
*Editora en SEMANA
Foto: Daniel Reina
Luis Fernando Saldarriaga ha formado buena parte de los ciclistas colombianos que hoy brillan en las grandes carreras del mundo. Su historia es la de un hombre estudioso y metódico que se ha propuesto pulir a los campeones del futuro, usando la ciencia y la tecnología.
Por Daniel Pineda*
“Nairo, usted ataca primero –dijo Luis Fernando Saldarriaga en la charla técnica–. Si se le acercan tiene que volver a insistir. Si lo están alcanzando tiene que ir más duro. Es fundamental insistir. El segundo en atacar es Atapuma. Usted, Pantano, tiene que controlar a la gente. En esa loma hay que resolverlo todo”.
Saldarriaga tenía un encargo perentorio que más parecía una obsesión personal: devolverle a Colombia un lugar en el podio del ciclismo mundial.
La charla fue en el poblado de Saillans, en los Alpes franceses, la víspera de la etapa reina del Tour de l’Avenir de 2010. El equipo Colombia es Pasión, conformado entre otros por Esteban Chaves, Jarlinson Pantano y Nairo Quintana, debía afrontar una jornada de 204 kilómetros que concluía con un premio de montaña en Risoul. Ninguno de los corredores superaba los veintidós años de edad.
‘El Profe’ llevaba meses preparando la competencia. Una carrera en la que se baten las promesas del ciclismo internacional y que Colombia había ganado por última vez en 1985.
Los jóvenes corredores tenían en sus manos la oportunidad de marcar un hito y sellar el inicio de una nueva época. Años atrás, cuando ninguno figuraba, Saldarriaga salió a buscarlos por las carreteras del país y les propuso formar parte de un experimento donde él se jugaba el prestigio que había logrado acumular.
A partir de entonces frecuentaron el Centro de Alto Rendimiento en Bogotá. Allí aprendieron, como él dice, el camino largo para llegar al éxito: la disciplina, el sacrificio, la persistencia, la ética y el amor propio. Todo esto, cabe recordar, durante una década en que el ciclismo mundial estuvo marcado por los grandes escándalos de dopaje.
"¡Por nuestro país, por nuestras familias, por nosotros mismos! ¡Vamos a darlo todo!", concluyó el técnico la mañana en Saillans.
Aquel hombre menudo, curtido en carreras nacionales e internacionales, conocía las limitaciones de un director de equipo. Por eso fue enfático y dejó clara la estrategia.
Ese día en la tarde, sin posibilidad de atisbar el pelotón, atrapado en el carro de apoyo e impedido por los comisarios que contenían su paso, escuchó por radio, y en francés, un triunfo que marcaría su historia y la del país ciclístico. Nairo escapó del lote, dejó atrás a los perseguidores que intentaron seguir su rueda, ganó la etapa y se hizo a la camiseta amarilla del líder.
Restaba la etapa final: una cronoescalada en Risoul, que también ganó el boyacense.
Colombia fue campeón de la clasificación general con Quintana. Además se impuso en la clasificación por equipos y se adjudicó la camiseta de líder de la montaña con Jarlinson Pantano.
El hombre que un día prometió llevar a Colombia a la cima del ciclismo mundial cumplió su palabra. Y como si fuera poco, al año siguiente, 2011, repitió el título del Tour de l’Avenir con Esteban Chaves. De esta manera catapultó una generación de jóvenes ciclistas. Esa que hoy brilla en las grandes carreras del llamado World Tour.
‘Por un ciclismo ético’
Luis Fernando Saldarriaga nació en Medellín en 1972 y heredó de su viejo –compañero de ruteros míticos como el ‘Nato’ Suárez y ‘Cochise’ Rodríguez– esa pasión llamada ciclismo. Participó en carreras de bicicletas desde los diez años y representó a su departamento en diferentes campeonatos.
Estudió educación física en la Universidad de Antioquia y Tecnología Deportiva en el Politécnico Grancolombiano. A los veintiséis años se convirtió en técnico de la Selección Antioquia de ciclismo de pista y empezó una larga cosecha de títulos que se ha prolongado de forma inacabable.
Más adelante viajó a Bogotá, donde dirigió durante un lustro, y luego a Boyacá, que fue una plataforma para demostrar sus capacidades. En el altiplano dirigió a la Selección Colombia de ciclismo y lideró una serie de procesos que dejó asombrados a dirigentes y entrenadores, pues transformó a los célebres escaladores en pisteros profesionales que se colgaron numerosas medallas de oro en los Juegos Nacionales.
En 2006, convertido en una suerte de Rey Midas del ciclismo, fue convocado para ser el preparador físico del equipo Colombia es Pasión. Un año después se convirtió en su director técnico.
El proyecto tenía un objetivo palmario: sacar una nueva figura, un ídolo, que reviviera la fiebre por el ciclismo en el país.
“Comenzamos a importar los equipos, los potenciómetros. Me fui para la Vuelta al Porvenir, donde compiten jóvenes de diecisiete, dieciocho años. Los invité a que hicieran parte del programa. Hicimos pruebas fisiológicas, bioquímicas. Yo tengo un sistema para descubrir talentos: captación, detección y selección. Para eso me valgo de pruebas que he estandarizado”, explica Saldarriaga.
Ese grupo de corredores fue la base de un proceso en el que puso todo su empeño y pericia.
Los más destacados viajaron en su compañía a Europa a entender cómo funcionaba la élite del ciclismo. Se entrenaron bajo temperaturas extremas, se aplicaron estrictas dietas de alimentación y dedicaron jornadas enteras a trabajar su sicología, sus emociones. Aprendieron, de la mano del técnico, que en el deporte no hay cuestiones subjetivas; existen datos, estadísticas, curvas de rendimiento. Se dieron cuenta que la técnica es sustancial y, sobre todo, que la carretera no se la venden a nadie, que para ganarse un lugar en el pelotón hay que pelear codo a codo, rueda a rueda.
Fue una preparación física, metodológica y espiritual para lo que vendría años más tarde.
“Nosotros nos gastamos mucho dinero en el pasaporte biológico. Para alegría mía, de mi familia y de una sociedad, el día que me retire podré decir que los triunfos del ciclismo colombiano en los cuales he estado involucrado han sido transparentes”, dice.
Tras la disolución inesperada del equipo Colombia es Pasión, en 2012, el técnico tomó las riendas del equipo 4-72. Sin embargo la desidia de patrocinadores y dirigentes acabaron el proceso en 2014. Luis Fernando, acostumbrado a estos infortunios, tuvo que empezar de nuevo.
En 2015 entró a dirigir el equipo Manzana Postobón, que compite bajo un lema que parece en realidad una consigna suya: ‘Por un ciclismo ético’. En esta escuadra –otro semillero de ciclistas nacionales que van camino a la gloria, entre estos Aldemar Reyes, Hernán Aguirre y Sergio Andrés Higuita–, el técnico cumplió un sueño que tenía desde sus épocas de universidad: dirigir una de las tres carreras grandes del ciclismo: la Vuelta a España.
“Al profesor se le ve en Europa como un rara avis, la forja de un campeón ciclista. Antes de Saldarriaga los ciclistas colombianos llegaban a los equipos europeos como mano de obra barata y anárquica. Después empezaron a llegar como campeones”, señala Carlos Arribas, veterano periodista deportivo del diario español El País.
Este año, cuando el Tour de Francia llegó a París y los corredores desfilaban por las calles repletas de aficionados, los siete pedalistas colombianos que completaron el recorrido se buscaron, se juntaron y rodaron en línea por unos instantes. Una imagen para la historia.
Allí estaban los ‘pelados’ que Saldarriaga pulió en silencio durante años para devolverle a Colombia su lugar en el olimpo del ciclismo. Por suerte hay hombres de este talante, que se han puesto en la tarea de alegrarnos, colmar de esperanza a los jóvenes y cambiar nuestra imagen maltrecha en el mundo.
*Periodista.
Foto: Pablo Andés Monsalve - SEMANA
Luis Miguel Bermúdez eliminó por completo los embarazos adolescentes en el Colegio Gerardo Paredes de Bogotá. ¿Cómo lo logró?
Por Andrés Palpati*
“Si los colombianos se preocuparan verdaderamente por otras cosas más importantes, en vez de estar detrás de la virginidad de sus hijos como policías e inquisidores, este país sería muchísimo mejor”. Así comienza su discurso Luis Miguel Bermúdez, un docente del Colegio Gerardo Paredes de Suba que este año ganó el premio Compartir al Maestro como el mejor profesor del país por desarrollar un proyecto de educación sexual que redujo a cero los embarazos adolescentes en su institución.
La cruzada de Luis Miguel comenzó hace más de siete años, cuando llegó al colegio, una institución pública en el barrio San Cayetano, en donde cada año 70 niñas daban a luz en promedio. Hoy, el panorama es completamente diferente, pues los embarazos adolescentes desaparecieron.
Y se debe a que el profesor logró implementar un currículo en el pensum de educación sexual que buscaba vencer los tabúes alrededor del sexo, combatir el sexismo y empoderar a los jóvenes. “Cuando propusimos el proyecto nos dieron mucho palo. Varios padres de familia estuvieron en desacuerdo. Pero teníamos que dar el debate sobre el tema”, cuenta.
El éxito de esta estrategia está en que Bermúdez se ganó la confianza de sus alumnos y que además no los juzga. “Muchos estudiantes me conocen como el ‘profe del sexo’”, cuenta este profesor de Ciencias Sociales que, junto a otros colegas, se enfoca en cambiar poco a poco el chip de sus alumnos y de los mimos padres de familia en materia sexual. Para Bermúdez hay que hablar abiertamente de derechos sexuales y de violencia de género tanto en las aulas de clase, como fuera de ellas. A esto, él lo llamó ‘Ciudadanía Sexual’.
“Por ejemplo –explica- el primer componente del currículo que dictamos en el grado décimo es ‘Nuevas Feminidades y Masculinidades’. Allí desmentimos esa concepción machista de la sociedad, donde el hombre siempre debe mostrar su virilidad y la mujer es la sumisa, educada para esconderse en la casa cuidando su virginidad. Explicamos que estas prácticas promueven la violencia y discriminación de género”. Al mismo tiempo, junto a sus colegas, ha derrumbado cientos de mitos, como el que si una pareja tiene relaciones en una piscina no quedará en embarazo.
Según Bermúdez, los gobiernos invierten demasiado presupuesto en programas y asociaciones para reducir el embarazo en menores de edad, pero ninguno ha logrado impactar las cifras contundentemente y esto se vuelve problemático para las escuelas, ya que aumenta la deserción. Para él, un factor fundamental radica en fusionar los sistemas de educación con los sanitarios para brindar una mejor atención a los jóvenes. Sin embargo, reconoce que se deben hacer cambios en su propuesta que dependan de los contextos de cada institución para replicar su modelo.
*Periodista
Foto: Esteban Vega La-Rotta - SEMANA
Patricia Shuk, desde hace tres meses, creó un banco de ideas para proteger la propiedad intelectual de grandes innovadores.
Un día de 1941, el ingeniero Georges de Mestral paseaba a su perro por el campo en Ginebra, Suiza. Cuando regresó de la caminata notó cómo se habían adherido a sus pantalones y al pelo de su perro los cardos alpinos y lo difícil que resultaba separarlos de su ropa. Cuando examinó bajo el microscopio cómo era posible que esta flor tuviera esa capacidad de adherencia, descubrió que tenía unos ganchos muy pequeños que funcionaban como garfios. Con estos elementos, Mestral inventó el sistema de adherencia conocido como velcro. Así han nacido muchas ideas en el mundo, la característica principal de un inventor es ser observador.
Colombia tiene grandes ideas, desde el realismo mágico en la literatura, el Metrocable para la movilidad en Medellín hasta modelos de negocio como el restaurante Crepes & Waffles. Pero las ideas que andan en los corredores, las que parecen casi obvias pero son brillantes, están en la informalidad y cualquiera puede robárselas. No todas las ideas son tangibles. Algunas pueden ser un boceto y otras una tecnología patentada. Es por eso que desde hace tres meses la abogada Patricia Shuk, fundadora de The I-Hunter Bank of Ideas, decidió crear un banco de ideas para protegerlas. A ella le robaron una y conoce más casos como el suyo donde grandes empresas han sacado provecho de la ingenuidad.
Por eso, Shuk asumió el reto de emprender la protección de las ideas colombianas a través de un modelo colaborativo. En su plataforma web conecta a personas con buenas ideas con empresas o inversionistas. Durante ese canal de conexión vela por proteger la propiedad intelectual sobre la idea y evita que alguien se lucre sin permiso de uno de los inventos, sean tangibles o no.
La informalidad en el tema de las ideas le ha costado el ingenio a muchos creativos. Con el proyecto, Shuk y sus socios, Atrian Partners y Creative Lab, establecieron tres pilares para trabajar: comercio justo de ideas, valoración adecuada de la propuesta y venta sin robo intelectual. A la fecha tienen 67 ideas colombianas inscritas y 15 empresas en busca de propuestas. Para esta emprendedora, “las mejores ideas no están en la industria, sino fuera de ella”. Por eso, asegura que con este modelo de negocio no solo beneficia al inventor al proteger el paso a paso de su idea, sino también cumple la función de cazar talentos para los requerimientos de una compañía.
Un innovador no es necesariamente emprendedor. Este último requiere de un temperamento especial para la frustración, el paso lento y el papeleo. Un innovador puede inventar una idea, vendérsela a otra persona y vivir de sus creaciones. Un gran creativo puede no tener la paciencia para hacer empresa pero sí para observar e identificar necesidades. De ese modo, el valor de una idea está determinado por el momento en que se ofrece, el alcance y su innovación. Por eso tener un buen producto intelectual puede cambiarle la vida a una persona o incluso transformar la historia.
Recuadro
Un inventor registra su idea y pueden ocurrir varias cosas:
- Nada, no hay interés por el producto.
- Una empresa compra la propiedad intelectual
- Invierte para desarrollarla.
- Contrata a quien ejecute el proyecto.
Foto: Karen Salamanca – SEMANA
Tres millennials, Simón Borrero, Felipe Villamarín y Sebastián Mejía, están detrás de la aplicación que se ha convertido en un referente en América Latina. Gracias a ella una persona puede comprar casi lo que quiera.
Rappi es una de las empresas más exitosas de América Latina en la actualidad. Tienen más de un millón de usuarios. La startup dobla su tamaño cada tres meses. Y en tan solo dos años llegó a Brasil, Colombia y México. Además, obtuvieron el apoyo de Sequoia Capital, el fondo de capital de Silicon Valley que ha invertido en Apple, Google, YouTube y Airbnb.
Fundada por tres millennials caleños, Simón Borrero, Felipe Villamarín y Sebastián Mejía, nació como una aplicación que ofrecía a domicilio productos de una tienda de barrio. Según cuenta Simón Borrero, uno de los creadores, tuvieron la suerte de dejar un campo abierto donde la gente podía escribir sugerencias. Y de pronto les empezaron a pedir hamburguesas, crepes, medicinas y mercado. Pero también favores: “Lo valioso de Rappi no fue idea de nosotros, fue idea de los usuarios”, confiesa Borrero.
Sus inventores empezaron a responder a esas necesidades a través de rappitenderos, que a cambio de dinero compran y a hacen cosas que a otros les da pereza. Ahora no solo llevan cualquier producto en 30 minutos, sino que ofrecen servicios las 24 horas y los siete días de la semana.
Hoy un Rappitendero puede prestar dinero, hacer una fila para comprar las boletas de un concierto, pagar recibos, sacar a pasear el perro, hacer el manicure o llevar a un familiar al médico. “Es como un primo o una tía que siempre está disponible para hacerte favores”, dice Borrero. Uno de los casos más curiosos fue cuando un grupo de amigos le pidió a un rappitendero que fuera a jugar un partido de FIFA de PlayStation porque le hacía falta un jugador.
Antes de crear Rappi Simón Borrero, de 33 años, estuvo en otros emprendimientos. Cuando apenas comenzaba su carrera de Administración de Empresas creó una agencia de modelos online con la que logró reunir a 5.500 personas. El problema fue que no le consiguió trabajo a ninguna.
Más adelante creó Imaginamus, una compañía que desarrolla software y la empresa creció hasta tener 300 empleados. De esta nació Gravity, un programa que presenta los productos de forma lineal y permite tirarlos a una canasta digital. Aunque es muy sencillo, no existía.
Hoy las dos empresas funcionan, pero su foco está en Rappi, que además se convirtió en un intermediario entre grandes empresas y el comprador. Hoy se pueden pedir productos de Estados Unidos y son aliados de compañías como Procter and Gamble, grupo Éxito y El corral. “Algunos no creían en el potencial de Rappi entonces lo que hicimos fue demostrarles que a través de nosotros podían vender mucho más, nos volvimos importantes para ellos”, explica Borrero.
Y por los comentarios de sus clientes también sintieron que la gente no confiaba en algunos rappitenderos a la hora de hacer mercado. Les tocó contratar expertos: ahora hay asistentes que pueden escoger, mejor que nadie, verduras o carnes; un servicio clave para el usuario cuando define una compra en almacenes de cadena o una microempresa (ropa, restaurantes, papelería). También se dieron cuenta de que los clientes querían tener una cercanía con el rappitendero, por eso antes de hacer una compra hablan con los clientes, chatean, envían fotos y videos para que las personas estén satisfechas con el servicio.
Borrero está seguro de que Rappi hasta ahora está empezando.
Pie de foto: Felipe Villamarín y Simón Borrero.
Foto: Juan Carlos Sierra - SEMANA
Carlos Vives, Iván Benavides, Richard Blair y Teto Ocampo lograron con ‘La tierra del olvido’ un álbum que resultó determinante para trazar el desarrollo de esta edad de oro que hoy vive la música colombiana.
Por Eduardo Arias*
En 1993, luego de una exitosa carrera como actor de televisión, Carlos Vives puso patas arriba la escena musical colombiana con su álbum Los clásicos de la provincia. Él y su grupo les dieron un tinte contemporáneo a 15 canciones tradicionales del folclor vallenato al agregarles sonidos e instrumentos propios del rock, del jazz y de otras geografías del Caribe colombiano. El álbum tuvo un éxito sin precedentes en Colombia, y también impactó en América Latina y España.
Dos años después, cuando todos esperaban que repitieran la fórmula, Carlos Vives y su grupo La Provincia dieron un salto de gigante con su álbum La tierra del olvido. Para este nuevo proyecto cambió el equipo de producción musical. A él entró Richard Blair, quien se había enamorado de Colombia tras trabajar con Totó la Momposina en el álbum La candela viva, que grabaron para el sello Real World. Al equipo llegó también Iván Benavides. Él, Vives y el guitarrista Ernesto ‘Teto’ Ocampo asumieron la dirección musical.
La tierra del olvido fue un trabajo de creación colectiva, en el que todos los músicos aportaron sus ideas y su sonido que se desarrolló en varias etapas. En las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta, con vista al mar y a la montaña, se definió el espíritu de los temas y luego volvieron a reunirse en una finca en Santandercito, en la zona cafetera de la provincia del Tequendama. Allí le dieron los últimos toques a las ideas antes de irse a los estudios en Bogotá y Miami donde grabaron las versiones definitivas de las canciones.
El resultado, un homenaje profundo a un territorio mucho más vasto que los dominios del Festival de la Leyenda Vallenata. Esa tradición estaba presente en las versiones que hicieron de seis canciones de compositores vallenatos. Pero otras sonoridades que ya se habían insinuado en el anterior álbum tomaron gran protagonismo en los cinco temas compuestos por Vives y otros miembros de la banda. Aparecieron también la champeta, la cumbia de gaita y el porro de gaita, adaptados a miradas y sonidos contemporáneos.
El álbum tuvo una buena acogida, a pesar de que en ciertos sectores se recibió con estupor. No vendió tanto como Clásicos de La Provincia, pero bastó que pasaran muy poco tiempo para que la crítica lo apreciara en toda su dimensión.
Hijo de Lucho Bermúdez, Pacho Galán, Alejo Durán, Jorge Velosa y otros grandes maestros, La tierra del olvido resultó determinante para definir la música popular colombiana de las últimas dos décadas. Surgió en el momento en que la nueva Constitución nos reconocía como una sociedad laica en un país pluriétnico y multicultural. Benavides señala que a nivel estético es la voz que traduce ese nuevo imaginario colombiano. “Siendo una canción de amor, su título nos lleva a pensar en una Colombia profunda. Genera una nueva mirada en que nos reconocemos no solo como seres modernos, sino también como un país lleno de pueblos memorables y olvidados”.
Esa vinculación con un territorio difuso –es la Sierra, pero también es toda la costa Caribe, pero también se insinúa el resto del país– hizo que el disco y varias de sus canciones persistan hasta hoy en la memoria de la gente, y directa o indirectamente sigan siendo guía para las nuevas generaciones de músicos y creadores.
*Periodista, libretista y músico.
Foto: AP-Alex Brandon
El autor de obras como Primero estaba el mar, Abraham entre bandidos, La luz difícil, Niebla al mediodía y El expreso del sol, entre otras, le contó a SEMANA aspectos de su vida y su proceso creativo.
Por Carlos Marín Calderín*
Tomás González aspira, a través de la novela, a explorar la realidad, conocerla, sentir que es al mismo tiempo elusiva y eterna, transmitirles a los lectores la maravilla que es el mundo. Vive alejado del bullicio en el campo, frente a la represa de El Peñol (Antioquia), desde donde intenta comprender cada vez más al ser humano para describirlo, lo mismo que los tiempos que viven las sociedades, materia prima de su oficio literario."Con Trump todo podría pasar y la pesadilla hacerse más grande", afirma.
SEMANA: ¿De qué manera influyó en usted la vida y la obra de su tío Fernando González?
TOMÁS GONZÁLEZ: Su presencia fue constante durante mi infancia, pues era nuestro vecino inmediato. Más que un filósofo, para mí era otro de los tíos. Yo miraba, me admiraba una fracción de segundo de lo bien que el tío hablaba, de lo respetadísimo que era, y seguía en lo mío, que eran las revistas que mencioné antes, los trompos, las cometas y las bolitas de vidrio. La gente llegaba, periodistas, nadaístas, y mis primos y yo echábamos trompo en una esquina del corredor de la casa mientras Fernando hablaba. Mucho después leí sus escritos y me di cuenta o confirmé o recordé que habían nacido de la mirada directa sobre el mundo más que de los libros. También de ellos, por supuesto, pero el alma de sus escritos era la experiencia directa. Son muy profundos y muy sufridos.
SEMANA: ¿Cuándo y de qué forma empezó a aparecer en su vida el camino de la literatura?
T.G.: Cuando yo era niño en mi casa había bastante material impreso, desde revistas de Superman y de El Santo o El Charrito de Oro hasta las obras completas de Tomás Carrasquilla, Osorio Lizarazo, Dostoievski, Balzac, la gente del boom, de modo que fui pasando de unas lecturas a otras, y casi sin darme cuenta terminé escribiendo. Intentos de poesía, cuentos...
SEMANA: ¿El compromiso del escritor es más con su estética literaria, con el tiempo que le tocó vivir o con su visión política?
T.G.: A mi modo de ver su compromiso es respetar, admirar y recrear la realidad. Si uno lo hace, va a responder sin esfuerzo especial a los otros compromisos. Cada cual nace con su estética y si respeta su propia manera de mirar y no deja que el ego se le atraviese demasiado y lo distraiga, el único esfuerzo que debe hacer es el de aprovechar las herramientas del oficio. Ese trabajo es siempre difícil, eso sí, a veces épico, como en Joyce o Faulkner.
SEMANA: ¿Cómo logra usted poner a ‘dialogar’ lo ficcional y lo ‘real’, al punto de que parezca verosímil?
T.G.: Creo que el mundo, la vida, para nosotros los humanos es siempre ficción. Somos una especie animal que ha sobrevivido gracias a la imaginación. Vivir en el mundo y entenderlo e incluso disfrutarlo exige que cada persona lo recree segundo a segundo mediante un complejísimo sistema de símbolos. El lenguaje es eso. Los seres humanos alcanzamos lo real a través de la ficción. Vamos viviendo y creando. La memoria cumple esa función. Lo que uno recuerda toca la verdad o la realidad de lo que pasó, pero no es lo que pasó.
SEMANA: ¿Qué opinión le merece el momento que atraviesa el mundo?
T.G.: Pasamos por un momento difícil debido a esa persona peligrosa que ocupa ahora la presidencia de Estados Unidos. Peor estuvo la humanidad cuando Hitler, Hirohito y Stalin eran dueños de medio mundo, es cierto, pero ahora con Trump todo podría pasar y la pesadilla hacerse más grande.
SEMANA: ¿Hacia qué aspectos de la condición humana le gusta dirigir su mirada de escritor?
T.G.: Siempre termino ocupándome de la manera como lo armónico, lo estético, nos ayuda a vivir, a asimilar el horror, que inevitablemente llega de tiempo en tiempo.
SEMANA: ¿Por qué desde hace un tiempo permanece alejado de los centros urbanos?
T.G.: Me gusta el silencio. En el campo, si uno tiene suerte y no le ponen una cancha de tejo en la propiedad vecina, como nos pasó alguna vez en nuestra exfinquita cerca de Cachipay, se logra la intimidad del silencio. Aquí en nuestra nueva casa frente a la represa de El Peñol, es profundo. El ruido está a cargo de Kica, mi compañera, de la motico del vecino y de los alcaravanes. Es mejor mantenerse lejos de la movida turística, que en Guatapé y por los alrededores de la piedra, es bullosa, pero cuando uno quiera algo de ruido, que a veces hace falta, es buen programa ir un domingo a Guatapé y participar del bullicio. Al pie de la piedra, eso sí, en vez de comercio debería existir un monasterio o algo parecido, pues es sagrada a mi modo de sentir.
*Periodista.
Foto: Camilo Rozo
SEMANA acompañó a Toxicómano, el grafitero que legitimó lo que muchos veían como vandalismo, en su proceso creativo. Aquí el paso a paso de una de sus obras.
A Bogotá la reconocen mundialmente como ‘la capital latinoamericana del grafiti’ y de los 8.000 jóvenes que se dedican a ese oficio, él es el maestro. Toxicómano difícilmente pasa dos semanas sin "rayar". El impulso llega. La ciudad lo trae. Como dice él, “el grafiti es como un granito, le sale a la ciudad”.
No tiene rostro, es anónimo. Solo su familia, sus amigos, su novia y los grafiteros saben quién es. Para el resto, es el punketo del grafiti; ese flaco con cresta al que casi siempre acompañan cuatro palabras: ‘Los feos somos más’. Sin embargo, ese no es él. Es un amigo que por cuestiones del azar acabó pintado por todo Bogotá.
El verdadero Toxicómano quiere que la gente reconozca su firma, no su cara. Lo tienen sin cuidado la fama y el dinero. Lo único que quiere es comunicar algo. Cuando y donde se le ocurra. Hacer que los callejones más olvidados de la capital tengan vida, que la ciudad pueda leerse.
Ve el grafiti como algo efímero y espontáneo. Si lo tapan, si se borra, no importa, se hace otro. Si hay manchones, si la plantilla se rompe, si el chorro de pintura es desproporcionado, se corrige, o no. Al fin y al cabo, dice, “es pintura, no hace daño”.
Reglas solo hay una: hacerlo sin permiso. Si no, no es grafiti.
El muro quizás sea lo más difícil de escoger. Aparece de la nada, cuando él menos piensa. Va en la bici y lo descubre, o lo redescubre. Entre más expuesto, mejor. Más adrenalina, más grafiti.
Lo chequea una, dos, tres veces. Sabe que en cualquier caso habrá curaduría: Policía o vecinos gruñones. Y, finalmente, cuando se decide por ese, escoge el momento de la hazaña -el día o la noche- según la gallardía del momento.
Vicky Colbert revolucionó la educación rural en el país e inspiró los sistemas educativos de 16 países.
A mediados de los años setenta, Colombia y los demás países de América Latina no garantizaban a los niños de las zonas rurales la educación primaria completa; las escuelas se caracterizaban por una metodología pasiva, memorística y centrada en el docente. Vicky Colbert, con el ADN de la educación inculcado por su madre boyacense, Paulina Reyes –fundadora de varias escuelas normalistas en el país–, y de su padrino, Rafael Bernal Jiménez –primer decano de la Facultad de Educación de la Universidad Nacional– decidió dedicar su proyecto de vida a cambiar el paradigma pedagógico tradicional: de transmisor de información a constructor social del conocimiento. Siempre con el apoyo de los pedagogos Óscar Mogollón y Beryl Levinger.
Así nació Escuela Nueva, un modelo que aunque no era nuevo filosóficamente, sí logró trasformar la educación del campo. Además, benefició tanto a los niños y jóvenes de las zonas urbanas como a los desplazados, traspasó fronteras y ahora, en foros académicos, lo consideran un ejemplo de la educación del futuro. Por este trabajo, Colbert tiene reconocimiento mundial como emprendedora social.
Sus 10 claves
- La pedagogía debe enfocarse en el aprendizaje activo, centrado en el estudiante y no en el docente. Las clases memorísticas deben dar paso a las que inviten a la comprensión y a la construcción social del conocimiento.
- Los estudiantes deben contar con materiales didácticos que los impulsen a interactuar, participar, analizar, desarrollar sus habilidades de pensamiento superior, construir el conocimiento en grupo. Escuela Nueva diseñó el concepto de guías de aprendizaje: textos dialogantes y reutilizables.
- Hay que empoderar a los docentes. Desde que se inició Escuela Nueva, los profesores se capacitan con la misma metodología que usan con sus estudiantes con el concepto de microcentros, donde los maestros aprenden de los demás. Esto facilitó el cambio de rol: de transmisores de información a orientadores y facilitadores. Un papel exigido por el siglo XXI.
- Las decisiones en política educativa deben tomarse sobre la base de evidencias científicas y/o empíricas. Y seguir construyendo sobre lo construido.
- La educación debe impactar las políticas públicas. Un modelo debe ser viable a nivel técnico, político y financiero. Gracias a la evidencia científica, Escuela Nueva se convirtió en política pública a finales de los años ochenta cuando se puso en práctica en más de 20.000 escuelas rurales del país.
- Para lograr la calidad y la sostenibilidad en la educación, hay que desarrollar estrategias replicables, escalables y costo-efectivas.
- Aunque el Estado debe liderar los procesos de cobertura y calidad de la educación básica, también resultan claves las alianzas público-privadas.
- Un modelo educativo debe estar en permanente innovación. Escuela Nueva implementó en la práctica las destrezas que hoy exige el siglo XXI: aprender a aprender, liderar procesos, tomar iniciativas, solucionar problemas y trabajar en equipo. Además de impactar las capacidades cognitivas de los estudiantes, también apuntan a su desarrollo socioemocional como la autoestima y la convivencia pacífica.
- Un modelo educativo debe pensar sistémicamente y desarrollar y aplicar estrategias para los estudiantes, los docentes, las autoridades educativas, los padres de familia y la comunidad en general.
- Sin educación básica de calidad no es posible lograr desarrollo social y económico, una verdadera democracia ni la paz.
Foto: Danilo Canguçu - SEMANA
Angelika Rettberg ha estudiado la paz toda su vida. Y ahora que Colombia transita el difícil camino de construirla, lidera el esfuerzo para formar a los profesionales que la tendrán en sus manos.
Alguna vez un colega le dijo a Angelika Rettberg que su problema era ver el vaso siempre medio lleno. Y a ella, en vez de preocuparla, esa característica le gustó. Tanto es así que en la portada de Construcción de paz en Colombia, uno de sus libros, puso esa imagen.
Y no es una exageración. Cuando se le pregunta si la paz en Colombia se está enredando por el estancamiento de algunas leyes en el Congreso, el aumento de los cultivos ilícitos, las disidencias de las Farc, el asesinato de líderes sociales, el escepticismo de buena parte de la sociedad o la situación en lugares como Tumaco (Nariño), ella prefiere llamar a la calma.
“Luego de compararlo con muchos otros países, a mí me asombra lo que se logró en un año –explica–. Desmovilizamos a la última guerrilla importante de América Latina, entregó sus armas y ahora son un partido político. ¡Eso es mucho! Claro que también veo los problemas, pero admiro lo rápido que se ha podido avanzar”.
Luego de varios años de estudiar los procesos de resolución de conflictos del mundo, ella sabe que construir paz puede tomar varias décadas e incluso generaciones. “Hay que tener paciencia porque esto se levanta de a pedazos, con avances y retrocesos”
Su interés en el tema le nació muy joven, a mediados de los años ochenta y comienzos de los noventa. En ese entonces, el país vivió uno de los momentos más violentos de su historia: el holocausto del Palacio de Justicia, el asesinato de varios de los candidatos a la Presidencia, la construcción de una nueva Constitución, los acuerdos de paz con algunos grupos guerrilleros y el recrudecimiento del conflicto. “Sentí una necesidad muy clara de entender lo que nos pasaba y de compararlo con otros países del mundo”.
Así que estudió Ciencias Políticas en la Universidad de los Andes, hizo un doctorado en la Universidad de Boston y luego se radicó en Colombia para dedicarse a la paz desde la academia. Dirigió el Programa de Investigación sobre Conflicto Armado (ConPaz) de Los Andes, y desde ahí estudió temas como el comportamiento del sector privado en contextos de conflicto y paz, el papel de la sociedad civil en la justicia transicional, y la economía política de la paz y la guerra.
Pero su nuevo proyecto, que comenzó en enero de 2016, es “de los retos académicos más poderosos” que ha enfrentado: dirige la maestría en Construcción de Paz de Los Andes, la primera en Colombia, que nació cuando, ante las solicitudes de cursos sobre de la paz, la universidad decidió crear un programa para preparar a la gente en el tema.
Con su equipo diseñó una maestría interdisciplinar, en la que los estudiantes no solo ven materias de ciencia política, sino de artes, medicina, ingeniería y derecho. “Todas las disciplinas, desde su especialidad, pueden aportar –dice–. Los psicólogos trabajan con víctimas y reintegrados, los ingenieros construyen lo que las poblaciones necesitan, los economistas miran de donde sacar la plata y los artistas trabajan temas de reparación y memoria”
Sueña que en unos años todos esos profesionales salgan a aplicar lo aprendido en cualquier lugar del mundo. Y que Colombia, poco a poco, se convierta en una referencia. Ya lo es, pues luego de 20 años intentando hacer la paz, el país construyó instituciones y procesos que hoy dan ejemplo
Pero aún falta lo más difícil: que eso se concrete en un país en paz. Uno en el que, al final, los más jóvenes –los mismos a los que enseña en los salones de clase– tomarán las riendas. “Esta generación entiende más profundamente la necesidad de construir paz. Tal vez porque vivieron un país sin las bombas del narcotráfico, ni la amenaza de la guerrilla a las puertas de su ciudad. Y me llena de esperanza que esto va a estar en sus manos”.
Foto: Esteban Vega La-Rotta
Editor
José Ángel Báez A.
Coordinadora editorial
Laura Campos Encinales
Equipo periodístico
Karen Gritz Roitman, Daniela Abella, Mónica Jaramillo Arias, Dalia Victoria Medina, Valery Rico González, José Vicente Guzmán Mendoza, Ana Luisa González, Jorge Iván Palomino.
Multimedia
José Barrera, Stéphanie Carvajal, Juan Felipe Guillén, Ivan Verano
Video
Eduardo Contreras, Juan Sebastián Correa T. , Cristian Leguizamón, Andrés Felipe Barajas, Felipe Reyes.
Colaboradores
Rodrigo Pardo, Aldemar Moreno, Martín Franco, Francisco J. Escobar, Ana Belén Sáez de Ibarra, Daniel Rivera, Julia Alegre, Paula Doria, Daniel Pineda, Carlos Marín Calderón, Carolina Vegas, Camilo Amaya, Eduardo Arias, Andrés Palpati, Diana Pachón, Fredy Nieto, Juliana Villegas, Catalina Gallo, Daniela Ruiz, Juan Francisco Molina.
Fotografía
León Darío Peláez, Guillermo Torres, Daniel Reina, Juan Carlos Sierra, Carlos Julio Martínez, Esteban Vega La-Rotta, Pablo Monsalve, Danilo Canguçu, Sebastián Peláez, AFP, Getty Images.
Ilustraciones
Gabriel Peña