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    El síndrome de los creativos

    Solo 12% de las personas en condición de discapacidad ingresan al mercado laboral. La mayoría de ellas son encasilladas en tareas no calificadas. En España y Colombia, un grupo de diseñadores está potencializando su verdadero talento y lentamente cambia esta realidad.

    Son las cinco de la mañana en Medellín y Sebastián Giraldo se prepara para salir de viaje hacia Bogotá. Con apenas 24 años, va a dictar una conferencia sobre diseño e innovación, a dar una entrevista en una emisora virtual y a codiseñar la portada de la edición 36 de la revista Semana Educación. Nada mal para alguien que tiene, según él, “síndrome de galán, famoso y príncipe de México, no de Down”.

    A pesar de que el sistema educativo le cerró las puertas desde muy pequeño, es director creativo de La Casa de Carlota, una empresa de diseño creada en 2013 en Barcelona, España, con sede en Medellín. Tuvo la oportunidad de viajar a Estados Unidos para recibir un reconocimiento del Banco Interoamericano de Desarrollo (BID) y las Naciones Unidas. Según algunos de sus compañeros, “porque al mundo le parece muy ‘majo’ que estemos usando la originalidad de personas con síndrome de Down, autismo y discapacidad intelectual, que hasta el momento el sector no ha utilizado”.

    En otras palabras, La Casa de Carlota fue aplaudida por ser una compañía ejemplo de inclusión laboral en temas creativos en América Latina. Aunque para el equipo es extraño que la gente se sorprenda por las capacidades de sus diseñadores, no deja de llamar la atención ver a Sebastián trabajando, compartiendo sus ideas sobre la tipografía o la imagen de una campaña. Más aún cuando el mercado laboral ha perfilado a chicos como él en labores repetitivas y sin mayor exigencia, como si no pudieran hacer otra cosa.

    Es tan fuerte ese arraigo de lo que se considera que debería hacer una persona con síndrome de Down o autista, que esta es una de las razones por las cuales parece difícil consolidar esta empresa. De acuerdo con Nel Correa, ilustrador y director de La Casa de Carlota en Medellín, no todas las organizaciones toman en serio su trabajo. Algunas incluso creen que es una fundación que juega a ser una casa de diseño. Aunque han logrado trabajar con grandes marcas, las personas con discapacidad siguen siendo invisibles para el mercado.

    Pedagogica Un afiche de la Fiesta de la Diversidad en Medellín, diseñador por La Casa de Carlota

    De hecho, en un informe de Fedesarrollo, los datos más recientes del Registro de Localización y Caracterización de Personas con Discapacidad (RLCPD) señalan que de los 1,4 millones de personas con discapacidad registradas a febrero de 2018, solo 12% se encuentra trabajando. De ese porcentaje, 80% prefirió trabajar sin contrato laboral y solo 7% afirmó tener uno a término fijo.

    Para Federico Isaza, asesor jurídico del Programa de Acción por la Igualdad y la Inclusión Social (Paiis) de la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes, este panorama es el resultado de la poca información sobre la discapacidad. “A pesar de que el país cuenta con todas las herramientas normativas, existe una errónea interpretación de la norma por parte del Estado y los jueces. Además, el miedo y el prejuicio hacen que los empresarios prefieran mirar hacia otro lado”, explicó.

    ¿PROTECCIÓN O LIMITACIÓN?

    Para quienes están dispuestos a cambiar esas cifras existe otro enredo normativo del que Nel ha sido víctima. Luego de pasar un año buscando al equipo creativo de su empresa, tanto de diseñadores titulados como de jóvenes en condición de discapacidad, tuvo que aprender sobre una figura legal a la que muchos empresarios le temen: la interdicción.

    Por esa vieja visión paternalista, Nel no puede firmar un contrato laboral con sus empleados, ya que esta figura se lo impide. Sin embargo, dice: “Hemos tenido que buscarle ‘la comba al palo’ para ser legales y transparentes. Tenemos un convenio con los padres con el fin de que permitan que sus hijos ejerzan una labor comercial y obtengan una retribución económica”.

    Pedagogica

    “VAMOS A DISCAPACITARNOS”

    Pero esos cambios no solo se han dado en términos legales. Nel cuenta que el equipo de diseñadores también ha pasado por un proceso de transformación. “Sebas y los demás chicos nos han enseñado a trabajar con tranquilidad, sin dejarnos llevar por la presión. Tuve varios diseñadores que no pudieron con eso y se fueron. Los que seguimos hemos tenido que aprender a ser pacientes”.

    Ese ejercicio de inclusión no solo se trata de transformar espacios físicos, sino de cambiar actitudes. “Con ellos somos exigentes, no somo condescendientes. A su lado podemos ‘discapacitarnos’ y abordar un pedido de un cliente de la manera en que ellos ven el mundo. También hemos tenido que adaptarnos a sus horarios de trabajo, ya que nuestros creativos no pueden estar bajo mucha presión. Entonces nos toca parar, así en ese momento estén muy concentrados”.

    En ese ambiente, Sebastián y sus demás compañeros (Juan David Zuluaga, con síndrome de Down; Santiago Mayo y Jordan Galeano, con autismo; Manuela y Simón Mejía, con discapacidad intelectual) han logrado que el BID, la Alcaldía de Medellín, Sura, Argos, Bancolombia, BBVA, Adidas, entre otras marcas, se fijen en sus diseños y los contraten como creativos. Un espacio que se han ganado con trabajo y no con caridad.