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    El pacto que pidió Duque y que Macías saboteó

    Las contradicciones entre los discursos del primer mandatario y el presidente del Senado dejan claro que su llamado a la unidad tiene que comenzar por casa.

    En su discurso de posesión, Iván Duque se la jugó por un mensaje: la unidad de los colombianos. El nuevo presidente aseguró que representa a una generación “llamada a gobernar libre de odios, de revanchas, de mezquindades”. Aseguró que gobernará a Colombia “con el espíritu de construir, nunca de destruir” e invitó a todos “a que creemos un gran pacto por Colombia, a que construyamos país, a que construyamos futuro y a que por encima de las diferencias estén las cosas que nos unen”.

    Los miles de colombianos que seguían la transmisión desde la plaza de Bolívar recibían esa promesa con extrañeza. Apenas unos minutos antes, Ernesto Macías había protagonizado una de las más infortunadas intervenciones en una posesión presidencial de la que se tenga memoria. El presidente del Senado, uno de los primeros alfiles del Centro Democrático, el partido que llevó al poder a Duque, había producido con su discurso el efecto exactamente contrario a lo que el nuevo primer mandatario prometía.

    Macías no había escrito el protocolario discurso de bienvenida al nuevo mandatario, sino que había aprovechado el momento para despacharse con un extenso memorial de agravios sobre el gobierno saliente. Nunca en esta ceremonia alguien había sacado de esa manera el espejo retrovisor. El senador enumeró por más de media hora las críticas al gobierno de Santos. Comenzó con el proceso de paz, pero terminó en los hospitales públicos, los problemas del PAE, la caída en la exploración de petróleo, la mermelada, la crisis del Sena, el escándalo de Reficar.

    FOTO: Guillermo Torres

    Al ritmo que Macías hablaba, sus palabras se fueron convirtiendo en tendencia en las redes sociales y los corrillos políticos. En la plaza de Bolívar se sentía el malestar. Algunos de los congresistas, como Roy Barreras, se salieron muy molestos de la ceremonia. Twitter se volvió un hervidero. Las críticas a Macías terminaron por opacar el discurso de unidad y reconciliación de Duque. “Vergüenza”, era la palabra que más utilizaban políticos y opinadores.

    La forma y el fondo fueron cuestionados. Aunque es claro que el uribismo tiene profundas reservas con el gobierno Santos, el hecho de desplegar esas críticas con ese nivel de revanchismo en una ceremonia oficial dejó muy mal parado al senador. A la ceremonia de posesión de un presidente asisten decenas de representantes de la comunidad internacional, muchos de ellos grandes admiradores de Santos, que veían con asombro ese nivel de resentimiento en un acto oficial.

    Por otro lado, Macías hizo énfasis en algunos mensajes muy de fondo. El senador aseguró que en Colombia no existía conflicto armado, sino una “amenaza terrorista”. Esa frase, la consigna de Álvaro Uribe en el gobierno de la seguridad democrática, tiene muy poco eco en 2018, luego de que el país firmó con las Farc el final de un conflicto de más de 50 años. Los miembros de las Farc, que por ser congresistas estaban presentes en la posesión, también se retiraron.

    Pero el discurso de Macías no fue lo único. En los últimos días las palabras de Duque se habían chocado varias veces con los hechos del Centro Democrático. El domingo pasado, el elegido presidente publicó un extenso artículo en el periódico El Tiempo en el que invitaba a un “pacto para superar las diferencias”. Duque aseguró que había llegado a la conclusión de que este es el momento para que los colombianos hicieran una pausa. “Nuestro deber es lograr que todos empujemos como país en una misma dirección… Creo firmemente en que tenemos que pensar en el futuro; construir sobre las cosas que nos unen y no quedarnos en el torbellino de lo que nos divide”.

    De ese “torbellino”, sin embargo, no había salido su partido. El martes en la mañana, quienes abrieron los diarios registraron un aviso de página completa firmado con un logo enorme del Centro Democrático. Se titulaba: ‘La herencia de Santos: un país…’. Allí aparecían ocho cuestionamientos al gobierno saliente. Lo que llamaba la atención no eran las críticas. En últimas, eran las mismas que habían dicho una y otra vez en los últimos años. Lo paradójico era que el primer día del gobierno, el uribismo no celebraba su regreso al poder, sino que enarbolaba aún la más férrea oposición a Santos.

    A Juan Manuel Santos, por el contrario, había mantenido un tono conciliador en los últimos días. A pesar de todos los dardos que le mandaron, el presidente saliente evitó hablar de su sucesor o de Uribe y prometió retirarse de la política. En una entrevista con SEMANA, el primer mandatario saliente aseguró que será “un expresidente reservado, siempre y cuando no se metan con mi honra”. En otras conversaciones de los últimos días dijo que le gustaba más el estilo de Belisario Betancur, quien después de dejar la presidencia nunca volvió a participar en los juegos del poder. Justo el día de la posesión de Duque, la última noticia de la Casa de Nariño fue el anuncio de que Santos estará este semestre en un programa de la Escuela Kennedy de la Universidad de Harvard.

    Para los observadores Álvaro Uribe, a quien Duque llamó “presidente eterno”, estaba más en la actitud de Macías que en el pacto de Duque. El senador trinaba una y otra vez el aviso contra Santos del Centro Democrático. En la mañana también publicó un video en el que hablaba de la “herencia de Santos”. En este se refirió a un listado de críticas, aunque menos extensas que el del presidente del Congreso. “Recuerden, Santos consiguió gobernabilidad pagada con corrupción y con derroche, no consiguió gobernabilidad con respaldo, con respeto de opinión, pero, tenemos una gran esperanza, una esperanza que se finca en dos aspectos: la gran capacidad del pueblo colombiano y la ilusión que genera el gobierno de Iván Duque”, dice.

    En el balance de la posesión de Duque, el discurso de Macías, la publicidad del Centro Democrático y los trinos de Uribe se llevaron todos los comentarios. Lo que el presidente electo dijo este 7 de agosto dejaba ver que quizás el más incómodo con esa agresividad de sus toldas era él y que el pacto de unidad que propone deberá primero comenzar en casa.