SIN CONDENA

|||| Capítulo 4 ||||

Un inimputable por trastorno mental no es un delincuente sino un paciente. Este es el otro lado de la historia, por fuera de las rejas.

||||| ¿QUÉ ES UN INIMPUTABLE? |||||

Un sistema de justicia penal es realmente moderno y eficaz cuando reconoce a las personas que padecen un trastorno mental. En otras palabras, es un sistema que entiende la fragilidad humana. El Código Penal colombiano no es la excepción y, como la mayoría de legislaciones en el mundo, considera inimputable a quien al momento de cometer un delito, no podía entender la gravedad de su acto ni determinar su conducta por su enfermedad.

 

Eso no significa, sin embargo, que esa persona quede libre de culpa: no se le aplica una pena, sino una medida de seguridad, que consiste en enviarla a un centro de rehabilitación donde deberá someterse a tratamiento. Como ese proceso es largo, normalmente debe pasar primero por una cárcel a esperar que el juez dicte sentencia o a que le consigan cupo en un hospital psiquiátrico. Según cifras del Inpec, en enero había 42 inimputables en sus establecimientos de reclusión pendientes de ser trasladados.

 

Los inimputables son pacientes y por eso están bajo tutela del Ministerio de Salud. A mayo de 2014, 382 personas se encontraban en un centro de rehabilitación cumpliendo medida de seguridad. Aunque el derecho y la psiquiatría forense han estudiado esta figura hasta el cansancio, no deja de despertar polémica, pues para algunos es el camino más rápido a la impunidad. ¿Quién determina si alguien es inimputable?, ¿cómo es el tratamiento?, y acaso lo más importante, ¿es posible recuperarse?

||||| LA OTRA CARA DE LA MONEDA |||||

Recorrido por la Clínica Nuestra Señora de la Paz, una de las instituciones con mayor capacidad hospitalaria en el país para tratar inimputables. A diferencia de la unidad de salud mental de la cárcel La Modelo, aquí es más factible recuperarse. Así es el día a día de los 52 pacientes que viven en este pabellón.

La mayoría de los pacientes internados en la Unidad de Inimputables de la Clínica La Paz, ubicada al norte de Bogotá, ha pisado la cárcel. Aquí los presos se convierten automáticamente en pacientes.

José Yesid Iles es uno de ellos. Padece esquizofrenia  y se encuentra internado desde 2005. En los talleres de terapia ocupacional ha trabajado en carpintería y en agricultura, pero lo que más le gusta es la zapatería.

Cuando le den de alta, José Yesid quiere trabajar como embolador. Solo podrá salir hasta que tenga una red de apoyo sólida, es decir un lugar seguro donde vivir y seguir recibiendo el tratamiento. Mientras tanto gana unos pesos lustrando zapatos en la Clínica.

Uno de los componentes más importantes del Programa de rehabilitación integral para inimputables de La Paz es el contacto de los pacientes con su familia o amigos.

Según Margarita Quijano, coordinadora del Programa, para que los inimputables después logren reinsertarse a su círculo social es necesario vincular a sus parientes a la terapia desde el principio.

Así disminuye el estigma en torno a la enfermedad y la idea de que las personas que padecen un trastorno mental son peligrosas. Su salida de la Clínica no depende de que cumplan un tiempo determinado, sino de su recuperación.

La rutina de los inimputables en la Clínica empieza a las 6 de la mañana. Se bañan, toman la medicación, hacen ejercicio, desayunan y luego empieza la terapia ocupacional.

Más tarde almuerzan, descansan un rato y vuelven a terapia. Cenan alrededor de las 5 y media y toman de nuevo la medicación antes de ir a dormir.

La terapia ocupacional está organizada según las habilidades e intereses de cada paciente. La idea es prepararlos para que una vez salgan, no solo sean conscientes de la enfermedad que padecen, sino de su potencial como personas.

Hay unos que están aprendiendo a leer y escribir. Hacer planas, como los niños en el colegio, es una de sus tareas principales.

Otros participan en actividades artesanales, ya sea de macramé, pintura o bisutería. Este es uno de los talleres más concurridos.

En el taller artesanal ponen en marcha toda su creatividad y aprenden a concentrarse mejor, a enfocar su mente y sus manos en una labor específica, un componente clave de la rehabilitación.

Hay otro grupo que trabaja haciendo bolsas para la Clínica y la curia provincial de San Juan de Dios.

Estos pacientes también ayudan a barrer y limpiar las zonas verdes. Además cuidan la huerta, donde siembran lechuga, acelga y espinaca.

También hay un taller de ayudantías, donde los pacientes aprenden desde cortar el pelo hasta hacer pan. De este grupo hay algunos que están terminando el bachillerato y otros que trabajan los fines de semana haciendo mudanzas o arreglando electrodomésticos.

Entre ellos mismos practican sus conocimientos de peluquería. Así perfeccionan la técnica y fortalecen las relaciones con los otros compañeros.  Otros pacientes como Jimmy Andrés Toquica, diagnosticado con trastorno bipolar, ayudan con labores administrativas. Sin embargo, según cuenta, lo suyo no son los números. Sueña con ser locutor.