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Sobre Agua Bendita


Este informe especial es el resultado de casi seis meses de trabajo. Durante este tiempo, un equipo de periodistas, fotógrafos, videografos e infografos de SEMANA recorrieron cinco destinos extraordinarios y bendecidos por la naturaleza en Colombia. En estos lugares el agua todavía brota a borbotones. Allí se encuentra el nacimiento de la mayor riqueza natural que pueda tener el país en un mundo cada vez más sediento y amenazado por fenómenos climáticos irreversibles y provocados por los mismos seres humanos.

Cada uno de estos reportajes es producto de recorridos en los que, por primera vez, SEMANA llevó un equipo de drones para apoyar el trabajo periodístico. A pie, en lancha, en camioneta, la revista llegó hasta estos refugios del agua. Detrás de la belleza y exuberancia de estos lugares se encuentra quizás uno de los mayores desafíos que tienen hoy los colombianos: ¿cómo conservar esa riqueza?

Más allá del compromiso, ya íncumplido, de dejarle a las nuevas generaciones un mundo al menos igual al actual, el país debe mirar qué queda, qué recupera y qué dispone para ese futuro inmediato del postconflicto. Ahí, se tejerá la red que sostenga lo que viene en materia climática y ambiental. En últimas, de lo que se trata es de sostener la vida, en todas sus formas. Empezando por los humanos.



CRÉDITOS
Dirección Periodística:

Cristina Castro Pinzón


Dirección Vídeos:

María Fernanda Lezaca de Paz

Dirección multimedia

Edwin Javier Sanabria López

Coordinadora de contenidos especiales


Isabella Soto

Edición de textos

Ruby Marcela Pérez

Periodistas

Lina Álvarez, María Paula Castro y Fabián Cristancho

Cámara


Viviana Gómez Echeverry

Tomas aéreas

Javier Mancera Rodríguez

Producción de vídeos


Cristian Leguizamón

Edición, montaje y colorización


Hugues Joubert

Corrección

María del Rosario Laverde



AGUA BENDITA / CAPÍTULO 1

Santa Isabel

El nevado que en 30 años solo será un recuerdo

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Poco más de 150 años bastaron para que el área glaciar de Colombia perdiera 84 por ciento de su cobertura. Los otrora gigantes blancos le dieron paso a enormes moles rocosas manchadas de hielo. Sin embargo, sobrevive una princesa que se derrite un centímetro por día y cuyas superficies extrañamente redondeadas atraen a turistas y viajeros que escalan casi 5.000 metros para verle la cara a una pequeña guerrera cuyo deshiele alimenta a dos de las más grandes cuencas del país, el Cauca y el Magdalena.


Volcán Nevado Santa Isabel Volcán Nevado Santa Isabel

‘La princesa de las nieves’ llora en silencio. Todos lo saben: está agonizando. Al volcán nevado Santa Isabel o Poleka Kasue, como le llamaban los indígenas pijaos, quimbayas, carrapas, chibchas y quindúes, que subían a rendirle culto, le quedan pocos años. Aquel glaciar que corona glorioso la montaña que marca la frontera entre los departamentos de Caldas, Risaralda y Tolima, se derrite un centímetro al día. Según los estudios del Ideam, en las próximas tres décadas solo será un recuerdo. Uno blanco manchado de ceniza.

El volcán nevado Santa Isabel es hoy uno de los glaciares más importantes del país. No solo por su aspecto: parece una bola de helado sobre la cumbre de la montaña; sino también porque posee la estación climatológica más alta del país y hace parte de los 17 picos que estudia el Servicio Mundial de Monitoreo Glaciar en Suiza, WGMS, desde 2009.

Es una chica difícil. Bien lo sabe Jorge Luis Ceballos, el único glaciólogo que tiene Colombia. El científico cuenta que la conoce de cerca y la visita más de seis veces al año. La primera vez que se aventuró a llegar hasta la cima fue en 1994. Desde entonces ha mantenido con ella una relación especial: “Muchas veces odiaba ir al nevado, sobre todo por el mal clima, pero cuando llegaba a la oficina me la pasaba pensando en ese amor blanco, lo extrañaba y volvía. Después de una década de ver de cerca esta montaña, empiezo a creer que ya tenemos una relación equilibrada”, confiesa.

Cuando empezó su carrera como ingeniero geográfico en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, se imaginó que iba a pasar su vida analizando datos desde la comodidad de una silla. Desde hace 11 años trabaja para el Ideam estudiando el cambio climático a partir del deshielo en las cimas de las montañas.

‘El Santa’, como Jorge le llama, no es una estructura volcánica común como la del Tolima o el Huila, sino un conjunto de domos, o superficies extrañamente redondeadas creadas por la efusión de lavas que permitió el asentamiento glaciar. Tiene tres cimas principales: norte a los 4.964 metros de altura, centro a los 4.934 metros y sur a los 5.100.

Para llegar a la cumbre norte se debe ascender por sus faldas verdes y empinadas, ceñidas por altas rocas y habitadas por conejos durante aproximadamente tres horas a través de un sendero que recibe el nombre de Conejeras y se encuentra a 4.100 metros de altura.

La idea de conocer de cerca esa nieve que la hace tan bella, seduce a muchos. La respiración se entrecorta, los escalofríos abrasan las piernas y el corazón late en la sien. Los funcionarios del Parque Natural los Nevados explican que se trata de la altura que afecta el metabolismo humano. Otros, más románticos, aseguran que es el encanto de la montaña que les sube por los pies.

dato glaciares

36% de los glaciares ecuatoriales se encuentra en colombia.


Para Maribel Rincón, guía de Parques Nacionales desde el 2004, la montaña es su casa. Asegura que el cambio que ha tenido el nevado ha sido vertiginoso, antes todo era diferente: “En esa época la temperatura era más baja y había más nieve. No tocaba caminar tanto para lograr llegar al borde glaciar. Ahora vemos vegetación de páramo más arriba y animales que no deberían estar por acá”.

Además de la crisis que registró la masa glaciar del Santa Isabel en los años sesenta, debido al calentamiento global, estudios realizados desde el 2006, evidencian que está en un desequilibrio constante. Uno de los dolores más recientes de los muchos que lo aquejan, son la ceniza y el lapilli –pequeñas piedras que arrojan volcanes en erupción–, que han caído durante los tres últimos años de actividad del volcán nevado del Ruiz.

“Santa Isabel está en peligro por dos razones: es muy bajito y muy pequeño. Su cumbre norte apenas toca los 4.964 metros, lo que hace que se derrita más rápido”, explica Ceballos. El deshiele constante del nevado drena por el costado occidental los ríos Claro, Otún y Campoalegre, los cuales desembocan en el río Cauca; y por el costado oriental, va a los ríos Totarito, Azul y Mozul, que hacen parte de la cuenca del Magdalena; alimentando así a dos de las arterias hidrográficas más importantes del país con agua dulce.



Según el Ideam, esta ‘Princesa de las nieves’ será el próximo nevado colombiano en desaparecer. Alejandra Ospina, montañista manizalita de 26 años, lamenta ese destino pues asegura que el Santa Isabel “es para mí ese lugar donde todo tiene sentido. Libre de ruido y lleno de magia”.

Su amor por el deporte y la montaña viene de familia. Sus padres, Oscar y Clara Helena, desde muy jóvenes recorrieron todos los glaciares de la región. La primera vez que visitó la nieve fue a sus dos años en el Nevado del Ruiz. Al Santa Isabel lo visita de seguido, hizo cumbre en el 2013 y ya le conoce los resabios: “Cuando uno va muy alto tiene que enterrar la bota en la nieve como formando una escalerita, si no puedes barrer la nieve porque es un nevado muy inestable”, explica.

Alejandra no es la única que piensa que la montaña es milagrosa. La primera vez que vio la nieve, Maribel Rincón se demostró a sí misma que los obstáculos solo están en la mente y dejó atrás una afección cardiaca que la acompañaba desde niña. De sus años como guía ha ayudado a subir sillas de ruedas y acompañado a niños con cáncer cuya última voluntad es conocer la nieve. “De los recuerdos más bonitos que tengo es el de un señor de unos 60 años que subía y no me miraba. Cuando me di cuenta de que era invidente le pregunte: ‘¿Usted cómo ha hecho para subir como si se supiera el camino de memoria?’, y me respondió: ‘Armado de dos cosas: confianza en mí mismo y lleno de la fuerza de este lugar’”.

Jorge Luis Ceballos aún siente esa mística, pero ve como cada tanto esta se va desvaneciendo. “Después de ver al Santa como una mujer rebelde, ahora la veo moribunda”, concluye.

dato glaciares

Solo 6 nevados colombianos sobreviven.
2.040 es el año que se estima se extinguirán todos los glaciares en colombia.



La hija de la montaña

La manizalita Alejandra Ospina ha pasado 24 de sus 26 años de vida escalando el Nevado. Ni siquiera un grave accidente la alejó de ese lugar que considera su vida entera.



Gigantes en extinción

Puracé, Galeras, Sotará, Chiles, Pan de Azúcar, Quindío, Cisne y Cumbal, yacen ya en el cementerio de aquellos que estaban por debajo de los 4.800 metros. Según informe del Ideam, los glaciares colombianos pasaron de tener una extensión de 374 kilómetros cuadrados a 45,3. En 162 años Colombia perdió el 84 por ciento de su área glaciar. Lo que antes eran gigantes montañas blancas cubiertas de nieve, hoy son solo rocas con aisladas manchas de hielo.

El primero en desaparecer, en los años cuarenta, fue el volcán nevado del Puracé: tenía una altura de 4.520 metros y un área de 3,5 kilómetros cuadrados. Ubicado en las montañas del departamento del Cauca, le hizo honor a su nombre en quechua y pasó de ser un pico nevado a convertirse en ‘La montaña de fuego’. Una montaña con laderas de 30 grados de inclinación y dos cráteres de 500 y 900 metros de diámetro que actualmente presentan actividad volcánica. En 1985, en las cumbres de la cordillera Central se extinguió el último: el volcán nevado El Cumbal. Con una altura de 4.790 metros y un área de 2,3 kilómetros cuadrados, los nariñenses lo llamaban ‘El gigante de las montañas del sur’. En El Cumbal, población ubicada a 79 kilómetros al sur de Pasto, aún quedan ‘hieleros’: campesinos que suben hasta lo alto de la montaña a buscar grandes cubos de hielo que cargan a sus espaldas envueltos en hojas de frailejón. En los municipios de la región, muchos subían a coger hielo para hacer los famosos helados de paila. Todavía se cree que ese manjar, endulzado con miel y leche condensada, es bueno para el guayabo.

Mañana en el Santa Isabel.

Borde glaciar del Nevado Santa Isabel.

Nevados del Ruíz y del Tolima.

dato glaciares

74 metros aumentaría el nivel del mar si todos los glaciares del mundo se derriten


“Los glaciares de Colombia están en vía de extinción. Según nuestros cálculos en unos 30 o 40 años morirán todos. El calentamiento global es una alarma que se encendió hace varias décadas, estos son los estragos”, explica Ceballos.

Según el estudio publicado por el Ideam, muy pronto los demás nevados correrán la misma suerte. El volcán nevado del Huila de 1850 al 2010 tuvo una pérdida del 71 por ciento de su área glaciar, el volcán nevado del Tolima un 91 por ciento, el volcán nevado del Ruíz redujo su masa en un 40 por ciento en solo 17 años, después de que en los años 50 servía de escenario deportivo para los esquiadores; la Sierra Nevada del Cocuy que en 1850 tenía en sus cumbres el 43 por ciento de los glaciares colombianos, se ha disminuido poco más del 89 por ciento, la Sierra Nevada de Santa Marta presenta una pérdida de un 91 por ciento; y el volcán nevado Santa Isabel hoy cuenta con menos de 1,8 kilómetros cuadrados.

Aunque la tendencia a la desglaciación es una constante, hay variables que influyen en su velocidad, entre ellas el clima y los fenómenos extremos. La temperatura de manera general en el país aumenta 0,13 grados centígrados cada diez años, mientras en la alta montaña el incremento es del 0,21. Durante El Niño, el deshielo aumenta; cuando llega La Niña, sigue siendo incapaz de reparar los daños que hizo el anterior.

Bajo la influencia del fenómeno de El Niño los glaciares pueden perder hasta el 100 por ciento de su cobertura nival, es decir que solo quedarían con hielo, haciéndolos más vulnerables a la radiación solar y a la temperatura ambiente. El Niño que se dio entre el 2009 y el 2010, causó en el volcán nevado Santa Isabel daños irreversibles: se desvaneció la cantidad de nieve que se perdería en tres años.

Dos son las principales causas que han llevado a que nuestros nevados se derritan: la naturaleza y el hombre. Por cuenta de la naturaleza, la variación de la órbita de la Tierra o el cambio del ángulo de inclinación de su eje pueden llevar a que perciba mayor radiación solar o más cantidad de energía, por lo que la nieve se derrite. Además, el mismo ciclo natural lleva a eras de glaciación en las que abunda la generación de nieve y, posteriormente, a periodos cálidos en los que el hielo escasea. Incluso factores como la actividad volcánica o los cambios por emisiones de gases efecto invernadero, producen variaciones en el planeta.

La actividad del hombre también ha afectado a los glaciares. No solamente por la contaminación, sino también por el descuido del entorno cercano. En el caso colombiano, Juan Pablo Ruíz, ambientalista y montañista, miembro del Consejo Nacional de Planeación de Colombia, considera que “si nosotros tuviéramos recuperada la vegetación de páramo y de bosque nublado, otra sería la historia de nuestros nevados”.

Al descuidar los suelos de la erosión y del sol y al destruir la vegetación de páramo, la lluvia horizontal deja de existir. “Esas mismas lluvias que se quedaban en el bosque nublado, ahora pasan sin dejar agua. No solamente se afecta la parte hídrica de las cuencas sino que se está generando un proceso de calentamiento en las cumbres”, enuncia Ruíz.


Gigantes
del mundo

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Montañas Rocosas -(Canadá, Estados Unidos)

Himalaya - (China, Bután, Nepal e India)

Kilimanjaro - (Tanzania)

Alpes suizos - Suiza, Europa Central)

Glaciar Chacaltaya - (Bolivia)

Montañas Rocosas
(Canadá, Estados Unidos)

Las Rocallosas son el hogar de Elbert, el pico más alto de estas montañas que cuenta con una altura de 4401 metros. Al día de hoy, han perdido una cuarta parte de la capa de nieve que las cobijaba. En ellas hay importantes reservas de minerales como oro y plata, además de petróleo y carbón.

Himalaya
(China, Bután, Nepal e India)

La cordillera más alta del mundo, en la cual se alza la imponente montaña del Everest y nace el río Ganges, ha perdido en los últimos 40 años una quinta parte de su nieve y la tercera parte de su volumen. Los monjes de Nepal la llaman Sagarmatha, que significa la Diosa del Universo.

Kilimanjaro
(Tanzania)

Su nombre en masai es “Ngáje Ngái” y significa “la Casa de Dios”, como lo inmortalizó Ernest Hemingway. Con una altura de 5895 metros y un volcán de triple cumbre, el pico más alto de África perdió durante el siglo XX el 80% de su superficie. De seguir así, este volcán durmiente desaparecerá totalmente antes de llegar la primera mitad de nuestro siglo.

Alpes suizos
(Suiza, Europa Central)

La sucesión de montañas ubicada a más de cuatro mil metros de altura, hogar de animales como el oso pardo, la gamuza y la salamandra alpina, en 14 años perdió casi la quinta parte de sus áreas glaciares. Según la leyenda, el diablo jugaba a los bolos con las rocas de estas montañas.

Glaciar Chacaltaya
(Bolivia)

Era la pista de esquí más alta del mundo, ubicada a más de 5300 metros de altura. Surtía de agua a los bolivianos de La Paz y El Alto. De tener un área de 0,49 km2, pasó a tener tan solo 0,002 km2 hace 12 años. Hoy, luego de haber existido durante 18 mil años, está extinto.

Montañas Rocosas
(Canadá, Estados Unidos)

Las Rocallosas son el hogar de Elbert, el pico más alto de estas montañas que cuenta con una altura de 4401 metros. Al día de hoy, han perdido una cuarta parte de la capa de nieve que las cobijaba. En ellas hay importantes reservas de minerales como oro y plata, además de petróleo y carbón.

Himalaya
(China, Bután, Nepal e India)

La cordillera más alta del mundo, en la cual se alza la imponente montaña del Everest y nace el río Ganges, ha perdido en los últimos 40 años una quinta parte de su nieve y la tercera parte de su volumen. Los monjes de Nepal la llaman Sagarmatha, que significa la Diosa del Universo.

Kilimanjaro
(Tanzania)

Su nombre en masai es “Ngáje Ngái” y significa “la Casa de Dios”, como lo inmortalizó Ernest Hemingway. Con una altura de 5895 metros y un volcán de triple cumbre, el pico más alto de África perdió durante el siglo XX el 80% de su superficie. De seguir así, este volcán durmiente desaparecerá totalmente antes de llegar la primera mitad de nuestro siglo.

Alpes suizos
(Suiza, Europa Central)

La sucesión de montañas ubicada a más de cuatro mil metros de altura, hogar de animales como el oso pardo, la gamuza y la salamandra alpina, en 14 años perdió casi la quinta parte de sus áreas glaciares. Según la leyenda, el diablo jugaba a los bolos con las rocas de estas montañas.

Glaciar Chacaltaya
(Bolivia)

Era la pista de esquí más alta del mundo, ubicada a más de 5300 metros de altura. Surtía de agua a los bolivianos de La Paz y El Alto. De tener un área de 0,49 km2, pasó a tener tan solo 0,002 km2 hace 12 años. Hoy, luego de haber existido durante 18 mil años, está extinto.



En el mundo, el panorama no es alentador. El Everest, la cumbre del alpinismo del mundo, ha tenido que ser cerrado debido a que su hielo se está despegando, causando avalanchas mortales. Según un estudio del Centro Internacional para el Desarrollo Integral de las Montañas, los hielos de las cimas más altas del mundo desaparecerán entre un 70 y 90 por ciento para cuando acabe este siglo. En Asia, esta es una las principales amenazas que depara el futuro pues en sus glaciares, como el Himalaya, nacen ríos como el Ganges, Indo, Yamuna, Yangtsé, entre otros, de los cuales dependen más de mil millones de personas. De seguir así, y si todos los glaciares de la tierra se derritieran, aumentaría cerca de 74 metros el nivel del mar.

En el caso de Colombia, la pérdida de los glaciares encarnaría una enorme paradoja. Se derriten de manera brutal pero pocos saben lo mucho que significan: “Los nevados son un elemento de identidad para los colombianos, un tesoro natural incalculable. Para nuestros hijos es un helado de vainilla encaramado en la cima, para los indígenas un lugar sagrado, para los que escalan un escenario deportivo. Todo eso tiene los días contados”.