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Minería ilegal: el cáncer que mata la tierra

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Este es uno de los factores que más ha incidido en la deforestación en los últimos años en Colombia. Una Unidad Nacional contra la minería ilegal de la Policía hace lo que puede en un país al que este problema se le salió de las manos.

Mapa Colombia - Tumaco

Desde el aire parecía que la mina a cielo abierto hubiera vomitado mercurio y cianuro. Los químicos sobresalían en medio del bosque en forma de piscinas lechosas, aguamarinas y verdosas.

La Oficina contra las Drogas y el Delito de la ONU estima que la minería ilegal en Colombia puede mover cerca de 7 billones de pesos al año.

A esos lagos infectos y letales para cualquier organismo vivo los suelen llamar paisajes lunares. Eso decían los policías que llegaron de sorpresa –a bordo de siete helicópteros- a ese pedazo de selva entre los municipios de Barbacoas y Magüí Payán, en Nariño.

La operación fue planeada desde Bogotá, de tal forma que ni la Policía de Tumaco –la más cercana a este enorme complejo de explotaciones ilícitas de oro-, supieran ni la hora ni el día de la llegada de los uniformados. La Unidad Nacional Contra la Minería Ilegal actúa sin avisar. El operativo estuvo al frente de quien comandaba por ese entonces la Unidad: el coronel Juan Francisco Peláez.

Es una táctica que cobra sentido si se considera que los grupos armados que controlan las minas se nutren de enormes redes de informantes. En ese complejo panorama de intereses ocultos no se puede confiar ni en las propias autoridades de la región.

Ya en tierra el cuadro era devastador. Bajo los helicópteros artillados que revoloteaban como bichos flanqueaban enormes cráteres y árboles arrasados, un paisaje que se asemejaba más al epicentro de un despiadado bombardeo. Pero no se trataba de ninguna guerra, era la marca de la minería ilegal sobre el ecosistema.

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El daño que hace la minería ilegal al suelo y al subsuelo es irreparable. Arrasa no solo con árboles, sino con todo un ecosistema que nunca volverá a ser el mismo.

Crédito: Daniel Reina.

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La Unidad Nacional Contra la Minería Ilegal de la Policía tiene la misión de llegar a coordenadas remotas donde hay certeza de que se desarrolla minería ilegal. Lo que hacen es explotar la maquinaria pesada.

Crédito: Daniel Reina.

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Desde el aire se puede ver la degradación del medioambiente. El mercurio y el cianuro son arrojados a los ríos. Los contaminantes se acumulan en piscinas tóxicas para cualquier ser vivo.

Crédito: Daniel Reina.

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Este es el paisaje de algunas zonas de Antioquia, Chocó, Nariño, Valle del Cauca y Bolívar,se puede apreciar ese cáncer que se está comiendo por tajadas a la tierra.

Crédito: Daniel Reina.

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Extraer oro de la tierra es más rentable para las organizaciones ilegales que dedicarse al narcotráfico. Un gramo de cocaína se comercializa en 40.000 pesos. La misma cantidad de oro vale 120.000.

Crédito: Daniel Reina.

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Obreros rasos de las minas se quejan de no tener otras opciones laborales. En esta zona de Nariño las únicas fuentes de trabajo son la minería ilegal y la coca.

Crédito: Daniel Reina.

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120 hombres, entre patrulleros del Escuadrón Móvil de Carabineros de la Policía Nacional (Emcar) con armamento largo, chalecos antibalas y cascos; unidades del Esmad y de Policía judicial; así como explosivistas, ambientalistas y peritos, comenzaron a desplegarse entre la tierra removida y arcillosa.

Todo ese dispositivo tenía una razón y es que en muchas ocasiones los han recibido con fuego o con asonadas. Los civiles suelen ser usados como escudos para que los procedimientos no se lleven a cabo. Lo que no sabían los dueños de las minas, como en este caso en Nariño, era que el operativo tenía todo un trabajo de inteligencia detrás.

Un gramo de coca procesada cuesta 40.000 pesos; mientras que un gramo de oro puede superar los 120.000.

Un día antes, mientras volaba de Bogotá a Tumaco, el coronel Peláez decía que lo primero que hace esta unidad es proveerse de información de aviones fantasma que detectan puntos en los que se pueden estar explotando yacimientos sin controles legales. Pero además verifican en esas coordenadas datos de títulos mineros y licencias ambientales.

Cuando los permisos no existen, comienzan a planear el arribo intempestivo. Otros aviones toman fotografías aéreas para saber los lugares exactos en los que hay movimientos de retroexcavadoras y dragonas, esas especies de barcos que escarban desaforadamente los ríos.

Pese a que la minería ilegal en Colombia es una práctica que no está del todo diagnosticada, la Oficina contra las Drogas y el Delito de la ONU (Unodc), estima que puede mover cerca de 7 billones de pesos al año.

Minería ilegal: el cáncer que mata los bosques

Esta práctica ilegal está matando a los bosques del Pacífico. Además de padecer por la deforestación, los químicos usados en la extracción de oro, como el mercurio, envenenan los suelos en donde habitan y el agua que captan.

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Para organizaciones ilegales como el Clan del Golfo o el Ejército de Liberación Nacional (ELN), dedicarse a la minería sin permisos ambientales es más atractivo que el narcotráfico. Mientras un gramo de coca procesada se puede vender en 40.000 pesos, el de oro no baja de los 120.000. Eso sin contar que los vacíos en las leyes colombianas permiten sacar el mineral del país de forma legal, amparados en comercializadoras que cuentan con todos los permisos en regla. No hay trazabilidad para el oro ilegal.

El 80 por ciento de la explotación minera en Colombia es ilegal.

Lo más alarmante del asunto tiene que ver con los volúmenes de mineral que subrepticiamente le usurpan los ilegales a los suelos colombianos. Hace unos meses, el ex contralor general de la Nación, Edgardo Maya Villazón, aseguró que el 80 por ciento de la explotación minera en Colombia es ilegal. El ex contralor habló de un sombrío panorama que deja mal parado al gobierno frente a las soluciones. “Este fenómeno amenaza con convertir en grandes desiertos amplios territorios, y secar ríos como sucedió con el Sambingo en Cauca. Esto demuestra la carencia de una política pública de Estado para enfrentar exitosamente este terrible fenómeno”, dijo.

En la misma medida en que el negocio es multimillonario, así mismo es su fuerza depredadora con el medioambiente. Los daños en el ecosistema son irreparables.

Basta sobrevolar algunas zonas de Antioquia, Chocó, Nariño, Valle del Cauca y Bolívar, para apreciar ese cáncer que se está comiendo por tajadas a la tierra.

Mercurio: una amenaza silenciosa

El mercurio es empleado en la minería artesanal o ilegal porque ayuda a separar y extraer el oro de las piedras. Sin embargo, este elemento químico que suelen verter sin control en los ríos, es un veneno para las especies acuáticas y para la salud de los mismos mineros y pobladores.

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Mercurio: una amenaza silenciosa
¿Cómo contamina?

1. Los mineros entran en contacto con el mercurio por inhalación y la piel.

2. Las poblaciones cercanas a la explotación de oro respiran los vapores de mercurio que se transportan en el aire.

3. Muchos mineros vierten este metal en las fuentes hídricas.

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Mercurio: una amenaza silenciosa
¿Qué afecta?

El agua, el aire, los animales y los humanos.

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Mercurio: una amenaza silenciosa
¿Qué está en riesgo?

Los efectos negativos dependen del nivel de exposición y concentración del mercurio.

Ataca el sistema nervioso, cardiovascular y los riñones. También el sistema respiratorio, el gastrointestinal, el inmunológico, el hematológico y el reproductor.

Los síntomas son: descoordinación en el movimiento de las partes del cuerpo, alteración sensorial en manos y pies, deterioro de los sentidos de la vista y el oído, debilidad, pérdida de memoria, en casos extremos parálisis y muerte.

Angélica María Garzón Alarcón es teniente de la Policía e ingeniera ambiental. Ella, que como perito acompaña los operativos de la Unidad Nacional contra la Minería Ilegal, dice que el país no cuenta ni con los recursos ni con las investigaciones necesarias como para revertir ambientalmente lo que hace la minería ilegal.

Los paisajes lunares, por causa de la minería ilegal, se ven en los departamentos de Antioquia, Chocó, Nariño, Valle del Cauca y Bolívar.

Los gigantescos huecos que van dejando a su paso las retroexcavadoras, no solo arrasan con los árboles, sino que remueven el suelo y el subsuelo. Y eso tiene un impacto directo con todo el ecosistema. Sobre todo con la fauna. “Cuando no hay vegetación, hay migración de animales. O en su defecto, la muerte total de las especies animales”, dice.

El suelo es lo que soporta los componentes del ambiente: el agua, los ecosistemas, la fauna, la flora (que proporciona el oxígeno), y los cultivos. La teniente Garzón hace énfasis en que pocos saben de la gravedad que implica arruinar el suelo. “Cada metro cuadrado de suelo es diverso y único. Ahí se concentran microfaunas, macro y micronutrientes. Ni siquiera los países desarrollados cuentan con estudios complejos de sus propios suelos. Y en Colombia no hay forma de volverlos a reparar. Eso se queda así”, dice.

Cámaras trampa

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Armadillo gigante o trueno
(Priodontes maximus)

Es un animal nocturno y solitario. Su rol en el ecosistema es ser ingeniero y constructor de madrigueras, usadas muchas veces por otros animales para resguardarse. Mide 50 centímetros de largo y puede pesar hasta 50 kilos.


Crédito: Programa de conservación y manejo de los armadillos de los Llanos Orientales, conformado por la alianza del Oleoducto de los Llanos Orientales ODL S.A., la Fundación Omacha, Cormacarena, Corporinoquia, el Bioparque Los Ocarros y Corpometa.

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Oso hormiguero
(Myrmecophaga tridactyla)

Se alimenta de hormigas y termitas. Suele ser solitario, excepto en época de apareamiento. Se sabe que la la hembra da a luz de pie y, casi siempre, una sola cría que suele cargar en su espalda.


Crédito: Programa de conservación y manejo de los armadillos de los Llanos Orientales, conformado por la alianza del Oleoducto de los Llanos Orientales ODL S.A., la Fundación Omacha, Cormacarena, Corporinoquia, el Bioparque Los Ocarros y Corpometa.

Ahora bien, nada de eso se compara con lo que hacen los químicos que usa la minería en las fuentes hídricas. Los paisajes lunares que sobrevolados dan la impresión de que la tierra estuviera supurando, terminan yéndose a los ríos. El mercurio, el arsénico y el cianuro son los elementos que necesitan los mineros para separar la arena del metal. Todo ese cóctel venenoso se diluye en el agua generando desviaciones en causes y aniquilando a los peces y a todo lo que tenga vida. Hay comunidades indígenas del Amazonas y afros en Chocó que han tenido que volverse vegetarianas pues ya han visto las consecuencias de comer pescado contaminado.

Especies representativas en Tumaco

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Cotorra carirrosada
Cotorra carirrosada
(Pyrilia pulchra)

Es una especie endémica de Colombia. Tiene plumaje verde y alrededor de sus ojos color rosado. Mide aproximadamente 23 centímetros de longitud y pesa cerca de 200 gramos.

Crédito: Ekon7 - comunicación visual.

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Barbiche
Barbiche
(Bagre panamensis)

Como todos los bagres, este pez tiene algunas barbas. Puede alcanzar hasta 57 centímetros y su coloración es una mezcla de plateado, blanco y azul.

Crédito: Ekon7 - comunicación visual.

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Guatín
Guatín
(Dasyprocta punctata)

Se trata de un roedor que puede pesar hasta 3 kilos. Es un gran jardinero. Suele dejar semillas olvidadas en su territorio. Esto ayuda a la proliferación de ciertas especies vegetales.

Crédito: Ekon7 - comunicación visual.

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Reinita tropical
Reinita tropical
(Parula pitiayumi)

Esta ave mide cerca de 10 centímetros y pesa 7 gramos. Tiene una dieta muy variada que va desde insectos hasta orugas, moscas y huevos de artrópodos.

Crédito: Ekon7 - comunicación visual.

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Piangua hembra
Piangua hembra
(Anadara tuberculosa)

Esta concha mide, en promedio, 6 centímetros. Es una especie que vive enterrada en el fango. La piangua es una fuente de recursos para los pescadores del Pacífico colombiano.

Crédito: Ekon7 - comunicación visual.

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Cedro
Cedro
(Cedrela odorata)

Puede alcanzar hasta los 40 metros de altura. La madera de este árbol es apreciada por su excelente calidad. También es conocido como el cedro americano.

Crédito: Ekon7 - comunicación visual.

minambiente.gov.co

Los hombres de la Unidad Nacional contra la Minería Ilegal se demoraron unas cinco horas en terminar el procedimiento en Nariño. La misión –y es lo máximo que pueden hacer- es destruir e inutilizar con explosivo C-4 las retroexcavadoras. Cada uno de estos aparatos, que pueden costar unos 200 millones de pesos por unidad, hacen más daños al medioambiente que mil hombres juntos. Casi que heroicamente, los policías hacen las veces de “apagaincendios” en un país que no ha encontrado la fórmula para erradicar de raíz la minería ilegal.

Las amenazas en Tumaco

Apropiación de baldíos.
Deforestación.
Minería.
Cultivos ilícitos.
Ganadería extensiva.
Turismo después del boom de Colombia: magia salvaje.
Colonización de las tierras dejadas por las Farc.

Comunidades del Amazonas y Chocó han cambiado sus hábitos alimenticios porque han visto las consecuencias de comer pescado contaminado.

Los procedimientos que esta unidad nacional lleva a cabo de manera solitaria son costosísimos. Solo una hora de un helicóptero Black Hawk vale 8 millones de pesos. Y la de un UH1H2 puede costar 3,5 millones. Sin contar los aviones para transportar a toda la tropa, y los sobrevuelos, la inteligencia y la coordinación de las diferentes fuerzas. Pero eso, comparado con lo que se ahorra el medioambiente con cada retroexcavadora destruida, es barato. Es nada. Pero no es suficiente. Y el Gobierno lo sabe. Lo peor es que no vale la pena mirar atrás, pues lo que ya se llevó la minería ilegal jamás volverá a su estado natural. “¿Cuándo vamos a comenzar a reparar el daño que ha causado este negocio? Tal vez nunca”, dice Peláez.

Para el año 2023, Colombia deberá estar libre de productos elaborados a base de mercurio. Ese es uno de los objetivos que perseguirá el Plan de Acción Sectorial Ambiental de Mercurio que fue presentado a comienzos de noviembre de 2018 por parte del Ministerio de Ambiente.