Fotos: Juan Carlos Sierra
deslice
31 años.
Llegó hace tres meses al país con su bebé.
Jofreny González estaba tratando de cruzar el puente Simón Bolívar que separa a Venezuela de Colombia y por el que diariamente cruzan 40.000 venezolanos. Llevaba en sus brazos a Francisco, su bebé de tres meses. Estaba angustiada porque no tenía los papeles del niño. “Podían creer que me lo robé”, dijo. Lo apretaba contra su pecho. Las manos le sudaban. Pero el pequeño estuvo a la altura de la situación. Como si supiera que su madre tenía demasiada presión, no lloró ni molestó.
Unos cuantos metros y estarían en Cúcuta, pero ella sentía que con cada paso que daba estaba un poco más lejos de llegar a Colombia. Ya había soportado 16 horas de camino en carro, solo le hacía falta cruzar el puente, lo que le podría tomar 6 minutos o un poco más dependiendo del flujo de personas. “Para mí fue eterno. Miraba a las otras familias y no sabía nada de ellas, pero su mirada me decía que no se iban porque querían, se trataba de un desplazamiento forzado”, lamentó Jofreny. Cuando estaba a punto de pisar Cúcuta, un oficial colombiano la detuvo. "Me permite sus documentos y los del bebé”, le ordenó.
Jofreny González y su esposo José Manuel Olivares recibieron amenazas. La decisión de irse de Venezuela les tomó unas pocas horas. El problema era que su hijo de tres meses no tenía pasaporte.
El diputado venezolano José Manuel Olivares recibió una llamada el 6 de julio de este año. “Puedes seguir haciendo política, toda la que quieras, pero sin bochinchar… Ya hay orden de captura para tu esposa, para tu mamá y para tu hermano”. Horas después, llamó su suegro. “Están los del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) acá en la casa buscando a Jofreny (su esposa)”, le dijo.
José Manuel Olivares era uno de los fuertes opositores del gobierno de Maduro en el estado Vargas, donde aspiraba a la gobernación. Después de estas llamadas, la decisión de irse del país le tomó apenas unas horas. Pero había un problema mayúsculo para emprender esa huida: su bebé no tenía pasaporte.
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“Esta es mi primera experiencia como mamá, soy primeriza en esto y es muy difícil no tener a mis padres cerca para pedir ayuda, para pedir consejos”, explicó Jofreny.
El gobierno del país vecino suele negarles ese documento a los hijos de los opositores pues saben que sin papeles difícilmente la familia puede exiliarse en otro lado. Ninguna aerolínea lleva un niño indocumentado, y por eso, ante esa decisión sin reversa, la única salida para la pareja era escapar por tierra.
El destino más fácil para emprender ese éxodo era Colombia. La pareja empacó algunas cosas del bebé en una pañalera, sacó sus ahorros, y emigró con lo que traía puesto en un carro. No vendieron nada y dejaron todo intacto por si podían regresar.
El papá de Jofreny los acompañó en el camino y también el diputado Juan Requesens, quien fue detenido el 7 de agosto por el gobierno venezolano por estar involucrado en un presunto atentado en contra del presidente Nicolás Maduro. Cuando les tocó caminar por el puente Simón Bolívar Juan se adelantó con Jofreny, José Manuel decidió ir un poco más atrás y el suegro se quedó esperando en el carro por si algo ocurría.
Ninguna aerolínea lleva un niño indocumentado, y por eso, ante esa decisión sin reversa, la única salida para la pareja era escapar por tierra.
En Venezuela, Jofreny era una de las pocas madres privilegiadas. Pudo pagar un hospital privado para dar a luz y logró que sus familiares que vivían en el exterior le enviaran las medicinas y lo que fuera necesario para un parto en las mejores condiciones. Cuando su bebé nació, los pañales y la leche la conseguía en el mercado negro por valores exorbitantes. Nunca compró una sola paca o un solo tarro de leche “porque no sabía si en unos días la iba a conseguir”. De la misma forma podía acceder a alimentos o a ropa para que a su hijo no le faltara nada.
Ahora que Jofreny y José Manuel viven fuera de su país el problema no es conseguir medicinas, pañales o comida. Viven un apartamento con las comodidades necesarias y también cuentan con la ayuda de una niñera. Lo duro es la soledad, la quietud. “Esta es mi primera experiencia como mamá, soy primeriza en esto y es muy difícil no tener a mis padres cerca para pedir ayuda, para pedir consejos”, explica.
Su voz se quiebra cuando cuenta lo duro que es que sus padres no puedan disfrutar de su hijo. “Me duele que Francisco tenga que conocer a sus abuelos, tíos y primos por video”, dice. Aunque su familia ha estado ahí desde la distancia, la sensación de desarraigo es inevitable. Solo espera que su pesadilla termine y que puedan reunirse de nuevo. Su sueño es regresar a Venezuela.
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Jofreny en Venezuela era una de las pocas madres privilegiadas. Pudo pagar un hospital privado para dar a luz y logró que sus familiares que vivían en el exterior le enviaran las medicinas y lo que fuera necesario para un parto en las mejores condiciones.
Jofreny es abogada y desde 2015, cuando su esposo se empezó a involucrar en la política lo ha apoyado. José Manuel es médico oncólogo y diputado de la Asamblea Nacional por el estado Vargas. Junto a otros médicos creó la Red Médicos por la Salud para estudiar el estado de los hospitales de Venezuela. Así nació la Encuesta Nacional de Hospitales 2018. El estudio se hizo en 137 hospitales de 55 ciudades. Entre los resultados se destaca que el 88 por ciento de los centros no tienen medicamentos necesarios para atender a los pacientes y que el 100 por ciento de los laboratorios reportan inoperatividad. Los bancos de sangre, por ejemplo, están en un cierre técnico pues no tienen cómo procesar la sangre que es donada.
En el informe adjuntaron fotos de la precariedad y la falta de higiene de los hospitales. Se veían bebés recién nacidos en cajas, o compartiendo incubadoras, pacientes compartiendo camillas, acomodados en sillas rimax y esperando afuera de los centros de salud. Esta información contrasta con la del Ministerio del Poder Popular de Salud de Venezuela, según el cual se festejan ocho grandes logros en salud como 378 obras de reformas de quirófanos y el aumento en 600 por ciento de las intervenciones quirúrgicas.
Pero esta no fue la mayor tensión entre José Manuel Olivares y el gobierno venezolano. En junio el diputado estuvo acompañando a los enfermeros, camilleros y médicos del sector público en una protesta para exigir mejoras salariales. Esta protesta se dio como respuesta al aumento de los salarios de los militares en ese país. José Manuel dijo que “si un coronel del Ejército podía ganar 240 millones de bolívares, entonces un médico también tenía derecho a ganar lo mismo”.
Esas declaraciones las hizo el 2 de julio y 4 días más tarde ya estaban los integrantes del Sebin en la casa de los suegros de su esposa buscándola. “Un bebé te cambia la vida. Si no hubiéramos tenido a Francisco tan pequeño nos habríamos quedado, habríamos peleado, pero cuando tienes que responder por otra vida no hay opción”, dijo Jofreny.
La pareja empacó algunas cosas del bebé en una pañalera, sacó sus ahorros, y emigró con lo que traía puesto en un carro. No vendieron nada y dejaron todo intacto por si podían regresar.
Cuando el oficial colombiano le volvió a pedir los papeles en la frontera, Jofreny casi no podía hablar. Estaba paralizada. Se aferraba a su bebé. Mientras José Requesens le explicaba la situación al policía, ella grababa en su memoria los gestos del hombre. “Nunca se me va a olvidar su cara”, dijo. Jofreny salió de su mutismo. Le explicó con la elocuencia que la caracteriza su situación, le dijo que su esposo venía más atrás, que lo dejara pasar. “Tranquila, ya están de este lado. Bienvenida”, le respondió.
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Jofreny espera que esta pesadilla termine para poder regresar a Venezuela.
— “Si no hubiéramos tenido un bebé tan pequeño nos habríamos quedado, habríamos peleado, pero cuando tienes que responder por otra vida no hay opción”.