Fotos: Karen Salamanca
deslice
24 años.
Su bebé tiene un mes de nacido.
Ángela Mora acababa de dar a luz a Arón, un bebé que pesó casi 4 kilos y que no parecía un recién nacido. Se veía fuerte, rozagante y su pijama talla cero seguramente no le servirá en pocos días. Ángela por supuesto estaba exhausta, pálida, y un tanto anémica, pues había perdido mucha sangre durante el parto. Se tendría que quedar una semana en el hospital. Cuando miraba a su bebé sonreía y lloraba: “Yo lo voy a sacar adelante”.
En la habitación de al lado estaban tres mujeres venezolanas. Dos ya habían dado a luz y otra estaba por tener a su pequeño. “En Venezuela no hay forma de tener un bebé. Por eso nos vinimos”, decían todas como un rezo. Ángela lo confirmaba: “Con todas las complicaciones que tuve en el parto, si yo hubiera tenido a mi bebé en mi país me hubiera muerto”.
El día del parto, el 1 de septiembre, Ángela ya tenía todo listo. También había asimilado que no tendría a nadie que la acompañara. Estaba tranquila. Entró a las 2:10 p.m. al quirófano y a las 2:48 p.m. Arón ya había nacido. “Le puse así porque estaba leyendo la Biblia y es el nombre de un siervo de Dios, el hermano de Moisés”.
Lo más difícil no fue venir a Colombia y pasar por el viacrucis de los migrantes indocumentados. Lo más complejo fue el embarazo y el parto en medio de la soledad. La angustia de no tener asegurado el alimento para su bebé, los pañales o la ropa. La pesadilla de vivir de “favores”. Tener solo la certeza de que es mamá y que tiene que responder por la vida de un pequeño.
Como otras familias, cruzaron la frontera en la madrugada, dieron dinero en diferentes alcabalas (guardias venezolanos) y fueron víctimas de grupos armados que les quitaron las cosas.
Cuando llegó a Colombia pensó que estaría junto a su esposo y su otro hijo, Jesús Enrique, de año y medio. Al poco tiempo su pareja se casó con otra chica y se fue con el bebé. “Pero mi esperanza es que después de la tormenta llega la calma. Yo sé que Dios me va a ayudar como lo ha hecho hasta ahora”, dijo ella. Cuando faltaba un mes para que Arón naciera, aparecieron varias personas que le donaron algo de ropa y pañales para su bebé.
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“Para mí fueron impactantes dos cosas: Ver a tanta gente entre caminando y llorando por la trocha y ver niños de 8 o 10 años armados pidiendo plata”.
Pese a que Ángela no tiene papeles de identificación, ha recibido todos los cuidados médicos en el Hospital de Kennedy. La Alcaldía de Bogotá se ha comprometido a dar atención a los venezolanos, independientemente de su status migratorio. “Se trata de una cuestión de humanidad y de solidaridad con el pueblo venezolano. Además, nos sale más barato llevar controles y darles medicinas, que atenderlos en urgencias”, dijo el secretario de Salud, Luis Gonzalo Morales. La misma posición ha asumido la Alcaldía de Cali.
Paradójicamente, esta política de salud hace que cada vez sean más los migrantes venezolanos que llegan a Colombia. “¿Pero qué podemos hacer? ¿Los atendemos mal para que no vengan?”, se pregunta Morales. Los venezolanos tampoco es que vengan a Colombia porque quieran, el país con mayores reservas petroleras probadas del mundo atraviesa una fuerte escasez de alimentos y medicinas que ha empujado al exilio a 1,6 millones de venezolanos desde 2015. Colombia por varios tratados internacionales que ha firmado como la Convención de Cartagena de 1951, se ha comprometido a ayudar a los refugiados, y, según la Acnur, estos venezolanos, por tener comprometida su vida, lo son.
Seguramente es por eso que tan solo en Bogotá, una de las principales ciudades receptoras de migrantes venezolanos, ya se han realizado 65.764 atenciones hospitalarias, entre las que están 1.226 partos. Para esto, el Distrito ha invertido más de 4.421 millones de pesos. La situación es similar en ciudades como Barranquilla, Cartagena y Cúcuta.
El programa de atención a venezolanos incluye acciones de prevención de enfermedades, información sobre derechos en salud y el acceso al programa de inmunizaciones. También hay jornadas especiales de vacunación para prevenir brotes y ya se han aplicado cerca de 54.000 dosis. Sin embargo, y pese a estos esfuerzos, se sabe que son miles las mujeres venezolanas en el país que no han ido a una sola cita médica.
Paralelamente, se ha generado tensión con algunos colombianos que considera que los están dejando de atender a ellos por ayudar a los migrantes venezolanos y ya se han visto algunas manifestaciones de xenofobia. Hay madres que se quejan del trato diferencial de los médicos colombianos hacia los venezolanos, mientras que los alcaldes de ciudades como Cúcuta han defendido que si no cuentan con los recursos para atender a su población, mucho menos para extranjeros.
“La orden es que un médico atienda a los pacientes con el mismo trato, independientemente de su nacionalidad, raza o situación legal — dice el secretario de Salud— Por otro lado, hay que decir que la atención que se les da a los venezolanos no afecta de ningún modo a los colombianos”.
Ángela y su expareja habían venido a Colombia porque la situación se había puesto tan difícil que no les alcanzaba para alimentar bien a su primer hijo, quien en ese momento tenía 6 meses de nacido. Como otras familias, cruzaron la frontera en la madrugada, dieron dinero en diferentes alcabalas (guardias venezolanos) y fueron víctimas de grupos armados que les quitaron sus pertenencias: una tablet, una plancha de cabello, entre otras cosas.
La pareja de Ángela se dedicaba a la ganadería en Venezuela, así que tenían dinero para venir desde Coro Falcón, Venezuela, a Colombia. Pagaron un carro en el que venían ellos dos, su hijo, una señora que les ayudaba con los oficios del hogar y dos personas adelante, el conductor y otro hombre. “Jesucito estuvo tranquilo. En cada alcabala yo cerraba los ojos y ponía al niño a mi pecho. El conductor bajaba un poco el vidrio y les aventaba dinero”, recuerda Ángela.
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“Mi familia se siente tan culpable de no estar conmigo que soy yo la que los tranquilizo. El bebé me da fuerza”.
Fueron 12 horas hasta que llegaron a Maracaibo. Ahí pasaron la noche y a las 3 de la mañana siguieron su camino. Pensaron que a esa hora no iba a ver tanta fila. Pero sí. “Para mí fueron impactantes dos cosas: Ver a tanta gente entre caminando y llorando por la trocha y ver niños de 8 o 10 años armados pidiendo plata”. Ángela optó por cerrar los ojos. Los abría para darle seno a su bebé. Una vez estuvo en Maicao, le dio una cris de nervios. Por varios días no pudo contener el llanto.
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Lo más difícil fue el embarazo y el parto en medio de la soledad. La angustia de no tener asegurado el alimento para su bebé, los pañales o la ropa. Ángela espera conseguir un trabajo cuanto antes.
Días después de llegar a Barranquilla, Ángela quedó en embarazo, pero con el tiempo se peleó con su pareja. Como él sí encontró trabajo acordaron que se quedaría con Jesús Enrique. El problema fue que a los pocos meses encontró a otra mujer y se casó, y cada vez fue más difícil para Ángela encontrarse con su pequeño. “Yo no supe qué hacer porque acá estoy indocumentada y solo me deja ver a mi hijo cada vez que quiere”, dijo Ángela. Ella había tomado algunas clases de chef en Venezuela así que se puso a hacer y a vender empanadas. Rentó una habitación por 450.000 pesos en una casa en Barranquilla, donde también se alojaban otras 15 familias venezolanas. Pero después decidió ir a Bogotá a vivir en la casa de los padres de una amiga. Temía que su expareja también le quitara al bebé que estaba por nacer.
Ángela sigue viviendo en casa de su amiga. Ella y sus padres le han ayudado. Hace poco le salió un contrato de 100 hallacas (una especie de tamales) y con eso pudo comprar pañales y ropa para su bebé. “Mi familia se siente tan culpable de no estar conmigo que soy yo la que los tranquilizo. El bebé me da fuerza”.
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Ángela y su expareja habían venido a Colombia porque la situación se había puesto tan difícil que no les alcanzaba para alimentar bien a su primer hijo, quien en ese momento tenía 6 meses de nacido.
— “Con todas las complicaciones que tuve en el parto, si yo hubiera tenido a mi bebé en Venezuela me hubiera muerto”.