Antes de los camiones que transportan y de las máquinas ruidosas que ordeñan decenas de vacas al tiempo, estos trabajos de llano se hacían cantando. Los vaqueros movilizaban hatos de hasta 2000 cabezas en travesías que duraban semanas y en el trayecto entonan sus cantos, a capella e improvisados, para apaciguar al ganado y guiarlo. Estos cantos todavía se pueden escuchar en los Llanos Orientales y en las sabanas de la Costa, acompañados con un cuatro o una bandola. “Con la industrialización del hato y la llegada de plantaciones de palma los trabajos de llano se pierden, ya no hay que hacer viajes a caballo y el ganado ya no es una prioridad”, dice Reinaldo Barbosa, historiador de la Universidad Nacional de Colombia. Y explica: “Si desaparece esta tradición, con ella se habrá perdido un referente histórico y una forma de darle continuidad a un saber tradicional”.
Llanero ciento por ciento, Víctor Espinel.
Jornada de arreo, Víctor Espinel, Manuel Sánchez y Gabriel López, Raíces y frutos de la música llanera en Casanare, cortesía de Víctor Espinel