Pese a estar por encima de los 3.400 msnm, en Guacheneque se puede observa una colorida vegetación. Crédito: Nicolás Acevedo Ortiz.
Capítulo 1: Cuenca Alta

Un milagro en la sabana

Guacheneque, que pertenece al páramo Rabanal-Río Bogotá, es un ecosistema que alimenta las cuencas de los ríos Magdalena y Orinoco. Su principal amenaza es la expansión de la frontera agrícola que ha sido atajada por la legislación sobre páramos y las acciones de la CAR.


Sentados en la plaza central de Villapinzón, un pueblo ubicado al norte de la sabana de Bogotá fundado en 1776, un grupo conformado por hombres cuya edad promedia los 50 o 60 años hablan sobre cómo ha cambiado el páramo. "Cuando era niño la doble calzada ni siquiera existía, era apenas una pequeña carretera que comunicaba a Bogotá con Tunja. Hacia el oriente donde queda Guacheneque, ni siquiera había trochas como hoy porque nadie vivía por allá. Y, para qué, allá sí hacía un frío terrible".

Cuando era niño la doble calzada ni siquiera existía, era apenas una pequeña carretera que comunicaba a Bogotá con Tunja. Hacia el oriente donde queda Guacheneque, ni siquiera había trochas como hoy porque nadie vivía por allá. Y, para qué, allá sí hacía un frío terrible.

Otro complementa: “Pero con el tiempo todo ese páramo se llenó de fincas, papas y vacas. Yo no entiendo cómo el nacimiento del río Bogotá no se convirtió en una finca porque los cercados llegaron hasta muy cerca de las lagunas”.

Esa es la historia resumida del páramo de Guacheneque, donde nace el río y la cuenca que abastece de agua a la zona norte de la sabana de Bogotá y a la capital. Sin embargo, hasta hace muy poco tiempo ni los bogotanos, ni una parte de los habitantes de la región tuvieron conciencia de la importancia del páramo. El bosque alto andino y la vegetación de subpáramo cedieron su terreno para darles paso a los cultivos de papa y a las fincas. También, allí se ubicaron pequeños campesinos que explotaban pequeñas extensiones de tierra para su supervivencia.

Juan Pineda Ávila, biólogo y profesional de la unidad de Gestión del Ordenamiento Ambiental y Territorial de la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), cuenta que ese panorama comenzó a cambiar paulatinamente desde 1977 cuando el Ministerio de Agricultura promulgó la resolución que declaraba zonas de reserva los cerros orientales de Bogotá y el páramo de Guacheneque. Desde ese momento los gobiernos nacional, departamentales y locales emprendieron una lucha para preservar el páramo y crear conciencia en la población sobre su importancia.

Guacheneque

De acuerdo con la resolución 1768 de 2016 del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Guacheneque hace parte del páramo de Rabanal - Río Bogotá. Ubicado a una altura de 3.200 metros sobre el nivel del mar, este incluye el complejo paramuno del nacimiento del río Bogotá conformado por tres áreas regionales protegidas: Reserva Forestal Protectora Nacimiento del Río Bogotá, ubicada en el municipio de Villapinzón, Reserva Forestal Protectora cuchilla El Choque en el municipio de Chocontá y Reserva Forestal Protectora El Frailejonal, en Machetá.

El sector del nacimiento del río Bogotá se encuentra en jurisdicciones de los municipios de Villapinzón, Chocontá, Machetá y Tibirita (Cundinamarca), La Capilla, Pachavita, Turmequé y Umbita (Boyacá). Guacheneque hace parte de un corredor de páramos de la cordillera Oriental que va desde Chingaza hasta más o menos Pamplona y que en algún momento de la historia ambiental del país estuvieron conectados. Está compuesto por alrededor de 9.000 hectáreas de las cuales 970 pertenecen a la Gobernación y cerca de 800 a la CAR, el resto son predios privados. Allí no solo nace el río Bogotá o Funza, sino otros más como el Muincha.

Por el occidente, las aguas de Guacheneque alimentan la macrocuenca del río Magdalena a través del río Bogotá y por el oriente la macrocuenca del Orinoco, con el río Garagoa. La vegetación de la zona se caracteriza por una transición del bosque alto andino a uno de páramo. Allí predominan el frailejón, los pajonales y los musgos, vegetación que retiene el agua y que da comienzo al ciclo de formación de lagunas y ríos.

Los musgos y las hierbas de menos de un metro de altura son las encargadas de absorber y almacenar el agua del páramo. Crédito: Nicolás Acevedo Ortiz.

Durante la época prehispánica, Guacheneque fue sitio de peregrinaje y lugar sagrado en donde se realizaban rituales y se hacían ofrendas. Con la llegada de los españoles y la colonización de las mesetas y montañas de la cordillera Oriental y fundación de poblados, el páramo y el bosque alto andino comenzaron a perder terreno. En un principio el pasto para las vacas y los cultivos de diferentes productos aparecieron en cercanías de Bogotá, pero a medida que la población crecía, en especial desde finales del siglo XVIII, la frontera agrícola se amplió. En la segunda mitad del siglo XX, la búsqueda de tierras para sembrar papa en grandes cantidades acentuó este fenómeno.

Entre otras razones, los paperos han aducido que su expansión hacia el páramo se debe a que el frío aumenta la productividad de los suelos. Sin embargo, agrónomos dicen que eso no es del todo cierto. Si bien en un principio la productividad es mayor, al poco tiempo tiene una drástica reducción porque la capa de tierra fértil es muy pequeña comparada con la de la sabana. Eso ha llevado a que los paperos utilicen un mayor número de fertilizantes que terminan en las aguas del río Bogotá. En conclusión, la expansión de la frontera agrícola hacia Guacheneque no solo ha causado la pérdida de páramo sino la contaminación del río y sus afluentes.

El reto de la recuperación

Para avanzar en la protección de Guacheneque la CAR debe llevar a cabo la reconversión productiva de unas tierras.

Al ubicarse en el altiplano cundiboyacense, Guacheneque se encuentra en una de las zonas más densas en población del país, esta condición, sumada a la continua presión por tierra que pueda destinarse a la ganadería y a la agricultura, ha dificultado la preservación y la recuperación. El primer reto tiene que ver con la delimitación. Como explica Pineda, la resolución que creó la zona de reserva estableció que del páramo hacían parte todos los terrenos que se encontraban por encima de los 2.650 metros sobre el nivel del mar. En otras palabras, casi toda la sabana, incluidos sus municipios, debían volverse zona de protección ambiental. Algo imposible.

Luego de la resolución, la expansión de la frontera agrícola continuó, pero a su vez la CAR y la Gobernación también han comprado predios para proteger las lagunas en donde nace el río Bogotá. Pero la delimitación permaneció en el limbo debido a los intereses de los paperos, ganaderos y campesinos de la región.

A raíz de la emergencia invernal de 2010, la delimitación empezó a destrabarse. En ese momento el gobierno de Juan Manuel Santos creó el Fondo de Adaptación, cuyo objetivo era preparar al país para futuras oleadas invernales. Entre las líneas de acción, se creó una para delimitar los páramos, que quedó a cargo del Instituto Alexander von Humboldt y de las Corporaciones Autónomas del país. A partir de los estudios técnicos llevados a cabo por la CAR y Corpochivor, el Ministerio de Medioambiente expidió en 2016 la resolución 1768 que redelimitó el páramo Rabanal-río Bogotá. Y con la Ley 1930 de 2018, que dicta disposiciones para la gestión ambiental de los páramos se completó el marco jurídico de recuperar y preservar el páramo de Guacheneque.

Tanto la resolución 1768 como la Ley 1930, establecen una zonificación y un régimen de usos de la tierra en el páramo. En este sentido el próximo paso es realizar un estudio socioeconómico, que está a cargo de la CAR, para clasificar a los pobladores de la región en tres categorías de acuerdo con su forma de vida: arraigo y dependencia, dependencia pero no arraigo y los que explotan intensivamente las tierras pero no tienen independencia ni arraigo. La idea es que con los habitantes pertenecientes a las dos primeras categorías se hagan procesos de reconversión económica y que se mantengan algunos cultivos de pancoger. Con los propietarios pertenecientes a la tercera negociación se espera dialogar para comprar sus predios. Para este estudio la CAR cuenta con un plazo de tres a cuatro años.

Tras años de avance de la frontera agrícola, comenzó a concretarse una estrategia para preservar el páramo Rabanal- río Bogotá, al que pertenece Guacheneque. Sin duda el marco legal, da un sustento para salvaguardar este ecosistema. Y aunque desde la década de 1970 se han hecho diferentes acciones al respecto, todavía queda la etapa más difícil que es concertar con una población que históricamente ha explotado las tierras del páramo.