Cepeda Samudio, García Márquez y Escalona (a la derecha) asistieron al primer festival Vallenato que se organizó en Valledupar en 1968.

El vallenato

Además de amar los vallenatos, García Márquez también es un gran intérprete.

 

Por Rafael Escalona*

Gabo es uno de los mejores cantantes de vallenato que yo haya conocido. No lo digo por complacerlo sino porque en nuestras parrandas en Valledupar y en La Guajira, aunque él era flojo para asuntos de trago, se emocionaba mucho y de pronto se ponía a cantar. Entonces recibía los aplausos merecidos.

 

Nos conocimos cuando estábamos en edad de mirar muchachas. Nuestros padres eran paisanos y ya ambos habíamos comenzado nuestro recorrido de hombres andariegos. Gabo escribía su columna Jirafa en El Heraldo y yo ya había escrito unas cuantas canciones de las que se llaman vallenatas.

 

Un día nos encontramos en Barranquilla. Él me saludo con un abrazo muy efusivo y me invitó a un lugar donde se reunían los escritores y artistas a tomar cerveza y a fregar la paciencia, palabras textuales de él. Fue así como llegué a La Cueva, donde conocí a varias figuras que luego acrecentaron la conciencia cultural del país.

 

En La Cueva se escuchaba mucho vallenato y Gabo me sacaba las tripas pidiéndome que le contara cómo hacía mis canciones y por qué. Nuestra amistad era más abierta que un cura confesor.

 

Cuando le presentaba una nueva, él me decía: “Hombre, qué vaina tan buena”, y una hora después ya la estaba cantando mejor que yo. Su oído era peligroso, y su memoria, más. Varias veces lo llevé a Valledupar a las parrandas de mis amigos, los acordeoneros, y a las fiestas patronales de los caseríos de la Costa donde yo tenía compadres. Cuando logramos hacer el primer festival vallenato, Gabito estaba encantado, estuvo con nosotros hasta el final.

 

Después de esa época se fue haciendo célebre hasta convertirse en Nobel. Para la entrega del premio me pidió que fuera a Estocolmo con mis ahijados, los hermanos Zuleta, y que le llevara un acordeón. Cuando llegamos, el instrumento fue un esnobismo, nadie en ese país lo conocía.

 

Su entusiasmo por los vallenatos está expresado en sus libros, con ellos abarca todo el folclor. Como él mismo dice, lo que yo expreso en cuatro estrofas él lo hace en 400 y pico de páginas, pero él eligió una forma mejor orientada, más profunda y filosófica de contar las cosas. Aunque para mí sus libros seguirán siendo un vallenato.

 

 

* Compositor de vallenatos. Francisco el Hombre, personaje de Cien Años de Soledad, está inspirado en él.

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