PERFIL
POLÍTICA
FICCIÓN
Adiós al maestro
Recorrido por los aspectos más relevantes de la vida extraordinaria del padre de Macondo.
Por Gerald Martin
Gabo y el poder
“Siento una gran fascinación por el poder, y no es una fascinación secreta”, le confesaba Gabriel García Márquez a su compadre Plinio Apuleyo Mendoza en la entrevista publicada en ‘El olor de la guayaba’. Por Patricia Lara
“Soy un gran admirador de la mala poesía”
El nobel fue un gran amante del verso y la simetría, a tal punto que escribió varios poemas. Un gusto que sin duda marcó su obra. Por Piedad Bonnett
RECUERDOS
HISTORIA
MÚSICA
“Un amigo vale más que un Nobel”
La historia de cómo le cambió la vida al escritor, que entonces vivía en México, a partir de la publicación de ‘Cien años de soledad’.
Por Juan Gossain
Gabo y Fidel en su otoño
La cercanía del nobel con el poder siempre desató polémica, pero nada como su simpatía con la Revolución cubana y con Fidel Castro. Por Ángel Esteban
El acordeón de Gabo
El escritor no solo hizo famoso a este ritmo a través de sus libros, también lo convirtió en una expresión de la costa y su cultura.
Por Daniel Samper Pizano
ANÁLISIS
ESTILO
LEGADO
Sus legados y reconocimientos
Gabo con ‘Cien años de soledad’ escribió el poema épico de los colombianos.
Por Margarita Valencia
Los primeros párrafos de sus obras
Parecía capaz de construir un párrafo interminable, sin que la atención del lector se perdiera. Y quizá como herencia de sus días como periodista cronista, comenzaba sus novelas con fuertes ganchos.
El reportaje que Gabo escribió para SEMANA
'Bateman: misterio sin final', su primer reportaje después del Nobel, narra la desaparición del guerrillero del M-19.
Las amigas de Gabo
Aparte del gran número de personas que rodearon a Gabriel García Márquez durante su vida, las máquinas de escribir fueron testigos de una obra inolvidable e inspirada en parte por el papel, la tinta y el sonido de las teclas. Aquí se recopilan algunas de esas máquinas de escribir, así como sus inicios en el mundo de los computadores.
La Remington en llamas. La primera máquina de escribir de García Márquez fue un regalo de su padre. Eran los años cuarenta y Gabo terminaba sus estudios de bachillerato en el Liceo Nacional de Zipaquirá. Se trataba de una Remington portátil y desapareció el 9 de abril de 1948 en una tienda de empeño del centro de Bogotá, en medio del fuego y el caos que produjo el Bogotazo.
Underwood SX100. Uno de las columnas más recordadas del periódico El Heraldo de Barranquilla es la que realizó García Márquez entre 1950 y 1952 bajo el seudónimo de Septimus. Por esos años se utilizaban en el periódico barranquillero las máquinas de escribir Underwood SX100, donde Gabo escribió cerca de 400 textos periodísticos.
Remington Standard 31. El paso de García Márquez por El Universal de Cartagena (1948-1949), El Nacional de Barranquilla (1953) y El Espectador en Bogotá (1954-1956) tuvo en común la máquina de escribir Remington Standard 31. Los tres diarios contaban con este modelo en sus salas de redacción en las cuales Gabo produjo un buen número de textos periodísticos, entre ellos Relato de un náufrago.
Olivetti Lettera 22. Esta máquina acompañó a García Márquez desde 1956 en París, hasta su traslado a Caracas dos años después. La adquirió por medio de Plinio Apuleyo Mendoza y en ella escribió El coronel no tiene quien le escriba.
La Torpedo. Gabo llegó a Cara- cas en 1958, sin la Lettera 22, que dejó en París. Allí, en Venezuela, adquiró una Torpedo, la máquina donde escribió el relato de Los funerales de la Mamá Grande y textos que García Márquez hacía para la revista Momento, en Caracas. Así mismo, la Torpedo lo acompañó hasta México donde trabajó, entre 1961 y 1965, en las revistas La Familia y Sucesos. En esta máquina surgieron los primeros capítulos de Cien años de soledad.
Olivetti Lexikon 80. Con el triunfo de la revolución cubana, el gobierno de Fidel Castro creó la agencia de noticias Prensa Latina, donde García Márquez trabajó entre 1959 y 1961, acompañado por la máquina de escribir Olivetti Lexikon 80. Aún lo acompañaba la Torpedo que adquirió en Caracas años antes.
Las Smith–Corona eléctricas. En 1964, compra una Smith–Corona eléctrica. Cuenta su amigo Daniel Samper Pizano que con ella Gabo alcanzó un nivel de perfección envidiable, además de ser la testigo de la terminación de la gran obra, Cien años de soledad. Barcelona recibió a García Márquez en 1967, donde adquirió una nueva Smith – Corona de enchufar, allí escribió El otoño del patriarca y La cándida Eréndida. Tiempo después, su hijo Rodrigo se quedaría con ella.
Smith–Corona Coronamatic. La adquisición de esta máquina de escribir va de la mano del nacimiento de la revista Alternativa en 1973. En la Smith–Corona Coronamatic Gabo redactó algunos textos para dicha publicación, así como el reportaje a los guerrilleros sandinistas que asaltaron el Palacio Nacional en Managua. Esta máquina reposó por mucho tiempo en el apartamento de García Márquez en Bogotá.
Macintosh. En 1984 salió al mercado la computadora Macintosh, y Gabo adquirió una de inmediato. En esta máquina escribió El amor en los tiempos del cólera y los textos originales quedaron almacenados en disquetes. Se supo que tiempo después, estos disquetes desaparecieron en Madrid. Desde ese momento, García Márquez nunca dejó el mundo de los computadores. Fue uno de los primeros escritores de habla hispana que innovó en sus herramientas de escritura. Después vinieron otros computadores pasajeros, en los cuales redactaría sus últimos textos y de los que no se tiene mayor referencia.
1 - 9
Muchos años después...
Los grandes personajes son, ante todo, seres complejos que escapan a las definiciones simples. Por ese motivo, explicar quién es Gabriel García Márquez, el creador de un universo en sí mismo, es una tarea titánica. Porque García Márquez es mucho más que “el más grande escritor en lengua castellana”. O que “el amigo de los poderosos”. O que “el maestro de por lo menos tres generaciones de periodistas”. Gabriel García Márquez es eso, pero también es muchísimo más que eso. Por eso, SEMANA decidió convocar a personas cercanas a su vida y a su obra para que, desde perspectivas y distancias diferentes, entre todos intentaran contarles a los lectores quién es Gabriel García Márquez. Sin obligarlos a caer en la agonía extrema de tener que abarcar al personaje en unas pocas líneas y ponerlos en la dura tarea de escribir algo original sobre alguien de quien, al menos eso se piensa, se ha dicho todo.
Aquí se reúnen semblanzas que pintan varias de sus facetas a través de algún par de anécdotas reveladoras. Son los puntos de vista o apuntes del hermano, del amigo, del lector, del maestro, del discípulo. Pero también tienen cabida textos que intentan explicar su fascinación por los poderosos, su amor por el cine y también descifrar el misterio de su escritura, tan sencilla en apariencia, sin artificios ni complicaciones filosóficas, pero tan contundente y demoledora en el momento de fabricar atmósferas y universos enteros a partir de palabras casi todas ellas de uso cotidiano.
Su existencia es motivo más que suficiente para rendirle un merecido aunque incompleto homenaje al ciudadano colombiano más destacado de toda la historia del país y al creador de una obra literaria que no deja de admirar a sus millones de lectores en el mundo entero.
"Me desconcierta tanto pensar que Dios existe, como que no existe."
"Me desconcierta tanto pensar que Dios existe, como que no existe."
(El Coronel no tiene quién le escriba)
Ceremonia de entrega del Premio Nobel 1982
Discurso de García Márquez en la entrega del Premio Nobel 1982
Gabo y el Caribe
Por Ernesto MacCausland
Así trabajo Gabo
Por Ernesto MacCausland
El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado
con la soledad.
(Cien años de soledad)
Me desconcierta tanto pensar que Dios existe, como que no existe.
(El Coronel no tiene
quién le escriba)
El día que la mierda tenga algún valor, los pobres nacerán sin culo.
(Otoño del patriarca)
El amor es tan
importante como la comida. Pero no alimenta.
El problema del matrimonio es que se acaba todas las noches después de hacer el amor, y hay que volver a reconstruirlo todas las mañanas antes del desayuno.
(Vivir para contarla)
El cronista
Por Jon Lee Anderson
La pobreza es el mejor remedio para la diabetes.
(El Coronel no tiene
quién le escriba)
La diabetes es demasiado lenta para acabar con los ricos.
(El Coronel no tiene
quién le escriba)
La vida no es sino una continua sucesión de oportunidades para sobrevivir.
"El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado
con la soledad."
(Cien años de soledad)
"El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado
con la soledad."
(Cien años de soledad)
Diseño y montaje interactivo: Carlos Arango (Periodista de contenidos multimedia e interactivos)