La mejor lectura
"Abrir uno de sus libros (de Gabo) siempre es irse de viaje, olvidarse de esta supuesta realidad, volver a ese sitio de donde salen todas sus cosas".
Por Rodrigo Fresán*
García Márquez me enseñó con su ejemplo que se puede llegar a escribir un libro inmejorable y que, por lo tanto, no hay que darse por vencido a la hora de luchar por su esquiva pero posible existencia. Está claro –es casi seguro– que caeremos en el campo de batalla; pero no nos está permitido rendirnos en el intento de conquista y victoria, porque allí, en el horizonte, nos vigila la luminosa sombra de Crónica de una muerte anunciada.
No sé, no estoy del todo seguro de si esta prueba incuestionable de que se puede escribir algo a lo que no le falta una palabra ni le sobra una coma es algo que me corresponda agradecerle como intimidado colega a García Márquez, pero lo cierto es que jamás podré agradecérselo lo suficiente como extático lector.
Así se lee también su vida –la crónica de una vida anunciada– y así sigo leyendo yo a Gabriel García Márquez.
Abrir uno de sus libros siempre es irse de viaje, olvidarse de esta supuesta realidad, volver a ese sitio de donde salen todas sus cosas.
Y ahora, cuando todas esas cosas vuelvan a una autobiografía magistral no sólo es un acto de justicia poética: es, también, un premio para este lector que ahora la lee para vivirla y una recompensa para ese escritor que vivió para contarla.
*Rodrigo Fresán (Buenos Aires, 1963). Entre sus obras se destacan Mantra (2001) y Jardines de Kensington (2003).
Diseño y montaje interactivo: Carlos Arango (Periodista de contenidos multimedia e interactivos)