Crédito: EEAB
Capítulo 2: Cuenca MEDIA

Esponjas bogotanas

Bogotá cuenta con 15 sitios declarados como Parques Ecológicos Distritales de Humedal, pequeñas recargas hídricas que suman más de 726 hectáreas. Hacen parte de la cuenca media del río Bogotá y tienen la función de controlar inundaciones, recargar acuíferos y dar refugio a especies de animales residentes y migratorias. Así los defienden.


En 1950, Bogotá contaba con 50.000 hectáreas ocupadas por humedales, lagos y sus zonas de amortiguación, hervideros de biodiversidad que poco a poco fueron quedando sepultados bajo el concreto para dar paso a zonas urbanizadas, conjuntos residenciales y avenidas.

Hoy en día, solo 726,6 hectáreas han logrado sobrevivir a la mole de cemento, lo que indica que la capital del país acabó con 98 por ciento de estos ecosistemas en 69 años. La reducción del espejo de agua de estos ecosistemas, encargados de controlar y prevenir inundaciones, retener nutrientes y recargar los acuíferos, también es abismal.

Según el concejal Juan Carlos Flórez, a mediados del siglo pasado los humedales bogotanos contaban con 1.101 hectáreas de espejo de agua, cifra que en 2017 quedó reducida a 72,86 hectáreas. Juan Amarillo, ubicado entre Suba y Engativá, pasó de un espejo de 102,4 hectáreas a 18,7.

El sector sur del humedal de La Vaca en Kennedy renació. Antes estaba ocupado por parqueaderos ilegales, que sepultaron su espejo de agua bajo escombros. Crédito: EAAB.

En la actualidad, la capital del país cuenta con 15 humedales declarados como Parques Ecológicos Distritales de Humedal, una categoría que permite su conservación, mantenimiento y sobrevivencia en el papel. Las 726 hectáreas protegidas están distribuidas en nueve localidades: Suba, Usaquén, Engativá, Kennedy, Bosa, Tunjuelito, Ciudad Bolívar, Barrios Unidos y Fontibón.

Las esponjas “cachacas” sobrevivientes, que funcionan como reservorios de aguas, producen oxígeno y son catalogadas como sumideros de dióxido de carbono, son Juan Amarillo, Jaboque, Torca-Guaymaral, La Conejera, Córdoba, El Tunjo, Tibanica, Capellanía, El Burro, Meandro del Say, Techo, Santa María del Lago, La Vaca, La Isla y Salitre, áreas que son administradas por la Secretaría de Ambiente.

Cerca de 19.000 aves de 137 especies habitan en los 15 humedales bogotanos.

Según la Alcaldía de Bogotá, en estos 15 ecosistemas habitan cerca de 19.000 aves de 137 especies, tanto endémicas como migratorias, 115 mamíferos de ocho especies y 2.869 plantas de 180 especies, un ramillete conformado por tinguas (incluida la bogotana, en peligro de extinción), monjitas, búhos, colibríes, cucaracheros, toches, garzas, gavilanes y curíes.

El año pasado, 11 de estos lugares fueron declarados como humedales RAMSAR, la máxima certificación ambiental a nivel mundial para su protección. Este complejo lo conforman Tibanica, La Vaca (sector norte), El Burro, El Tunjo, Capellanía, Santa María del Lago, Córdoba, Jaboque, Juan Amarillo, La Conejera y Torca-Guaymaral.

¿Cómo los protegen?

La Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB) cuenta con una estrategia integral para que los 15 humedales no sigan su ruta hacia la extinción, que incluye obras para mejorar su aspecto, recolección de residuos y basuras, eliminación de vertimientos y retiro de la vegetación que ahoga sus espejos de agua.

En los últimos tres años, la EAAB ha retirado 195 toneladas de basuras, casi 26.000 toneladas de residuos de construcción, 1934 llantas y más de 61.000 toneladas de buchón, acciones con una inversión de 16.000 millones de pesos. También fueron subsanadas 428 conexiones erradas que vertían agua residual a estos ecosistemas y abierto más de 135 hectáreas de espejo de agua.

Lady Johana Ospina, gerente del Acueducto, resaltó que estas intervenciones abarcan los 15 humedales del Distrito, pero resaltó el trabajo en tres de estos ecosistemas: el sector sur de La Vaca en Kennedy, que fue un botadero de escombros por más de 20 años. “En sus 2,2 hectáreas retiramos dos parqueaderos ilegales que ocupaban el humedal y cerramos el predio con la instalación de 957 metros lineales. Le retiramos 39.520 toneladas de residuos de construcción y 1.523 llantas. Hoy ya cuenta con espejo de agua, antes oculto por la basura”.

Según la EAAB, el humedal Juan Amarillo es uno en los que más ha invertido para su recuperación. Además de la remoción de buchón y escombros, en este sitio se tiene contemplado construir un puente elevado que ha despertado polémica. Crédito: EAAB.

En Jaboque, luego de solucionar un pleito predial por parte de un ciudadano que pretendía adueñarse de sus terrenos, la Empresa retiró 140 toneladas de residuos y recuperó 28 hectáreas de su espejo de agua, logrando conformar una isla exclusiva para las aves.

En Juan Amarillo, el humedal más grande de la ciudad (222 hectáreas), la remoción de 42.064 toneladas de buchón destapó 50,9 hectáreas del espejo de agua. Con una inversión superior a los 3.800 millones de pesos, la EAAB firmó un convenio para la actualización de estudios, diseños y construcción por fases de las obras de adecuación y restauración del brazo del humedal.

“El buchón es generado por el ingreso de aguas residuales y otros vertimientos. Por eso hacemos intervenciones diarias tanto para subsanar las conexiones erradas como para retirar este vegetal, además de remover los residuos de construcción y basuras. Hacemos uso de maquinaria, la cual es vista por muchas personas como si fuera una bomba atómica. Las intervenciones son necesarias para su conservación” Lady Johana Ospina, gerente EAAB

Para Ospina, un caso que va en contravía de estas intervenciones es Córdoba, ya que la comunidad impide que ingrese maquinaria al sitio. “Este humedal recibe las aguas de las quebradas Callejas, Molinos y Córdoba, que nacen en los cerros orientales. Cuando hay lluvias, estos vienen con sedimentos, arenas, grasas y aceites que terminan en el lecho de Córdoba. Con la acción popular interpuesta por los vecinos en el 2000, ellos no permiten el ingreso de maquinaria al humedal, lo cual lo está matando y produce más inundaciones. Hay que retirar ese exceso de sedimentos, sino quedará convertido en un potrero seco”.

Obras duras

La gerente de la EAAB afirmó que en 2016 recibió los 15 humedales bogotanos en un grave estado. “Como fueron cercados y aislados de la sociedad, parecían potreros llenos de basura y la comunidad los veía como botaderos. El aislamiento no funciona, ya que eso motiva a que la gente no los considere parte de su entorno. Por eso, nuestra apuesta es construir infraestructuras similares a las que tiene Santa María del Lago. Pretendemos que la gente haga un uso adecuado de estos sitios, empezando por Juan Amarillo y Jaboque”.

En Jaboque, con una inversión de 28.000 millones de pesos, el Acueducto ya inició obras para la construcción de un sendero ecológico elevado para peatones y bicicletas de 5,5 kilómetros en la zona de manejo, que conectará al barrio Unir II con el río Bogotá. La infraestructura, de un metro de ancho, será elaborada en madera plástica.

El cuerpo de agua del humedal de Jaboque es uno de los sitios predilectos para las aves migratorias que llegan a Bogotá. Este es uno de los ecosistemas donde la EAAB realiza obras como construcción de senderos. Crédito: EAAB

Por su parte, en Juan Amarillo ya avanza la construcción de un puente elevado en el sector sur del humedal, 1,2 kilómetros de hasta seis metros de ancho que comunicará a las localidades de Suba y Engativá, desde el barrio Lisboa hasta El Cortijo.

Según el Acueducto, esta obra, que presenta un avance del 30 por ciento, consta de 117 columnas en concreto, y al finalizar será reverdecida y permitirá el paso de la lluvia y la luz, para así no afectar a la fauna del lugar. Sumado a esto, la empresa trabaja en la adecuación del sendero ecológico del humedal, intervenciones que cuentan con un presupuesto de 55.000 millones de pesos.

“Estas intervenciones servirán como barreras ambientales para que no sigan los atentados contra estos humedales. Así pasó en Santa María del Lago, humedal que con sus senderos, miradores y demás infraestructuras hoy es defendido por su comunidad, ya no cuenta con sedimentos ni basuras y tiene una zona exclusiva para la conservación ambiental”, anotó Ospina.

Respecto al puente elevado en Juan Amarillo, la funcionaria precisó que hoy en día ya hay más de 10 caminos ilegales abiertos por la comunidad entre Suba y Engativá sobre el humedal, lo que fragmenta el ecosistema, hace que la vegetación no crezca y abunden las basuras. “Por eso haremos un paso elevado lejos del cuerpo de agua, con iluminación y seguridad, para evitar que esas afectaciones continúen. Los senderos y demás infraestructuras no perjudicarán a la fauna, sino que generarán una nueva apropiación por parte de la comunidad”.

Ospina aseveró que debido a la recuperación de los humedales de Juan Amarillo y Jaboque en los últimos años, éstos fueron seleccionados como los primeros para hacer las obras. Sin embargo, recalca que el ideal es que los 15 sean intervenidos.

“Queremos que en el futuro todos los humedales estén como Santa María del Lago, es decir sin oportunidad para el abandono. Los senderos quitan la presión urbana y sirven como barrera invisible para su protección. Estas obras servirán como una contención del crecimiento urbano sobre los humedales, evitando las ocupaciones ilegales y logrando una ciudadanía activa en la vigilancia del buen uso y cuidado de los mismos”.

Opositores

Jorge Escobar, director de la fundación Humedales Bogotá, que lleva ocho años defendiendo estas esponjas de agua, no está de acuerdo con la visión de la actual administración distrital de volver los humedales como Santa María del Lago, es decir con senderos y obras duras.

“Las administraciones de turno nos han metido el falso dilema de que si no hay recreación activa o intervenciones pensadas para los seres humanos, los humedales no sirven. También aseguran que no puede haber conservación y recreación al mismo tiempo. Los humedales no deben estar aislados y alejados de la comunidad, todo lo contrario, hay que democratizarlos para que los visiten cada vez más, pero de una forma sostenible. Las obras en estos sitios tienen que hacer uso de materiales mucho más amigables para los animales y plantas que allí habitan”.

“Los humedales de Córdoba y La Conejera sirven de ejemplo. No cuentan con obras en concreto, por lo cual son los más biodiversos. Santa María del Lago, aunque es el más visitado, ha disminuido considerablemente sus aves desde que fue sometido a obras a principios de la década del 2000. Hoy es uno de los espacios que menos registra avifauna. Incluso, humedales mucho más pequeños como Salitre, lo doblega en aves, porque predomina su estado natural” Escobar propone ajustar ese modelo de intervenciones en los humedales, el cual debe combinar el respeto y cuidado por los ecosistemas.

Asegura que las administraciones distritales sufren de revanchismo. “Cada una invalida lo que hizo la anterior y no les da continuidad a los procesos. Si esto sigue así los avances para recuperar los humedales serán demasiado lentos. Debemos crear una propuesta de ciudad a mediano y largo plazo, para permitir que la llegada de un nuevo mandatario, ya sea de derecha, izquierda o centro, no altere los procesos”.

Luz verde

El año pasado, dos ciudadanas instauraron una acción popular para dar nulidad al Decreto 565 de 2017 de la Alcaldía de Bogotá, asegurando que este instrumento modificaba la Política de Humedales del Distrito Capital al permitir la construcción de infraestructura en los humedales, como ciclorutas, senderos, alamedas, plazoletas, adoquinados y luminarias, obras que el Acueducto pretende adelantar en Juan Amarillo y Jaboque.

Ante esto, un juez determinó la suspensión provisional de los efectos de dicho decreto. Luego, el mismo juzgado, le abrió un incidente de desacato al alcalde Enrique Peñalosa y al secretario de ambiente por dar continuidad a las obras en los humedales, a pesar de haber ordenado la medida cautelar.

El limbo de las obras llegó a su fin a mediados de mayo de este año, cuando el juez cuarto administrativo de Bogotá confirmó que las obras en los humedales adelantadas por el Acueducto no están suspendidas, ya que están amparadas en el Plan de Ordenamiento Territorial (POT), lo que ratifica el cumplimiento de las normas jurídicas y ambientales de las mismas.

Es decir que las intervenciones en Juan Amarillo y Jaboque seguirán sin mayores contratiempos. Según la gerente del EAAB, la única norma que regula el uso del suelo en la ciudad es el POT de 2004, que establece cuál es el uso de suelo en los humedales y dice que los Parques Ecológicos de Humedal pueden contar con senderos peatonales y para bicicleta, dotacional de seguridad y demás infraestructuras que no generen fragmentación.

“La Política de Humedales no tiene la facultad legal para cambiar el uso del suelo. Ese decreto iba en contravía del POT, por lo cual lo derogamos y sacamos uno nuevo que incluye las determinaciones dadas en el Plan de Ordenamiento. Lo que hicimos fue copiar y pegar textualmente lo que dice el plan. La acción popular dice que el nuevo decreto no tuvo participación ciudadana, pero esto no aplica, ya que incluye lo que determinó el POT, que sí consultó a la sociedad civil”, concluye la gerente de la EAAB.

Para el director de Humedales Bogotá, esta historia viene de años.

“Así pasó con el humedal Córdoba en la primera administración de Peñalosa, que pretendía construir senderos y obras duras. Eso obligó a los vecinos a instaurar una acción popular, porque el alcalde no quiso concertar con ellos. La comunidad ganó y evitó que el humedal fuera llenado de cemento. Hoy repetimos esa historia con las obras pensadas en Juan Amarillo y Jaboque, que harán daños serios a la biodiversidad. Las cifras demuestran que un sitio sin intervenciones, como La Conejera y Córdoba, alberga más fauna que uno invadido por el concreto”.