En 100 kilómetros del río Bogotá, entre la Universidad de la Sabana en Chía y las compuertas de Alicachín en Soacha, 14 cámaras de alta tecnología, instaladas en estaciones de hasta 50 metros de altura, monitorean durante las 24 horas del día el estado del cuerpo de agua y sus zonas aledañas.
El más de millón de metros cúbicos de agua residual que recibe a diario el río Bogotá por parte de los habitantes de la capital del país, es tan solo la punta del iceberg de todos los golpes que le propinan.
Escombros y basuras en su ronda, vertimientos industriales y agropecuarios fluyendo por tuberías ilegales, vacas pastando en sus orillas, tala indiscriminada y personas dedicadas a actividades ilícitas como la drogadicción y el robo, hacen parte de su día a día.
Debido a sus altos grados de contaminación y por estar en un lugar alejado de la civilización, muchos ven al Bogotá como una cloaca ideal para disponer el material que ya no sirve o hacer fechorías. Sus verdugos han encontrado en la cuenca media el sitio perfecto para actuar sin recibir castigo alguno.
Sin embargo, desde el año pasado 14 cámaras de alta tecnología, instaladas en estaciones o nodos que funcionan con paneles solares, monitorean durante las 24 horas del día 100 kilómetros del río Bogotá, desde las compuertas de Alicachín en Soacha hasta los predios de la Universidad de la Sabana en Chía, imágenes que son enviadas a un centro de control y monitoreo ambiental ubicado en las instalaciones de la Planta de Tratamiento del Salitre.
Este proyecto de vigilancia, llamado BochiCAR en honor a los muiscas, fue creado por la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) con el fin de monitorear en tiempo real el cauce del río Bogotá y sus áreas perimetrales y vecinas, además de verificar las situaciones de orden ambiental y social como quemas, descargas de residuos, escombros y vertimientos, talas, pastoreo, robos y consumo de estupefacientes.
Tan solo siete kilómetros separan a cada una de las 14 estaciones o nodos donde están instaladas las cámaras, que cubren un radio de cinco kilómetros y tienen un alcance de hasta un kilómetro y medio, lo que permite identificar hasta placas de vehículos y rostros de los malhechores. Los municipios beneficiados con este sistema son Soacha, Chía, Cota, Mosquera y Funza, y las localidades bogotanas de Suba, Engativá, Kennedy, Fontibón y Bosa.
“Los nodos son torres con diferentes alturas, que oscilan entre los 50 y 25 metros. En cada estación fueron instaladas dos cámaras con diferentes tecnologías: una auxiliar para verificar las zonas perimetrales de las torres y otra con doble función optrónica y térmica, que permite vigilar en las noches e identificar los diferentes niveles de temperatura. Estas infraestructuras hacen uso de paneles solares para el funcionamiento de sensores y equipos”, afirmó Orlando Garibelo, ingeniero ambiental de la CAR que lidera el proyecto de vigilancia de la cuenca media del río Bogotá.
Alicachín, Chucua, PTAR Canoas, Tabaco, Tunjuelo, San Bernardino, Porvenir, Fontibón (río Fucha), Zona Franca, PTAR Salitre, Tuna, Las Mercedes, Chicú y Universidad la Sabana, son las 14 estaciones de BochiCAR, que están entrelazadas unas con las otras y tienen una capacidad para almacenar grabaciones de hasta seis meses.
Cuatro tienen una función extra: recopilar las imágenes para luego enviarlas al centro de control y monitoreo ambiental de la PTAR Salitre. A San Bernardino, ubicada entre Bosa y Soacha, y Fontibón, llegan las imágenes de la parte sur; y a Chicú, entre el barrio Bilbao en Suba y Cota, y Universidad de la Sabana, las del norte. “La conexión es por canales de internet con banda ancha. Todos los nodos son automáticos, es decir que no hay personal humano en estos sitios. Funcionan las 24 horas del día”, apuntó Garibelo.
El centro de control de la PTAR Salitre cuenta con cuatro operarios, quienes analizan la información en dos computadores. Las imágenes son proyectadas en un videowall, conformado por ocho pantallas unificadas, cada una de 50 pulgadas.
Cuando las cámaras captan alguna infracción ambiental, los funcionarios llaman a las diferentes direcciones regionales de la CAR de la zona, como Sabana Centro, Sabana Occidente y Soacha, quienes atienden las afectaciones y toman las medidas con las autoridades policivas. Sumado a esto, la Corporación adquirió dos drones que apoyan los lugares donde las cámaras no dan la capacidad de respuesta.
“La primera fase de este proyecto, que fue la puesta en marcha de las estaciones, cámaras y el centro de control, contó con una inversión de 6.000 millones de pesos, recursos adquiridos por medio de un convenio suscrito entre la CAR y el Ministerio de Defensa en 2017, que permitió contratar a la empresa CODALTEC para el tema de seguridad con relación a la tecnología usada para la vigilancia del río. La ejecución de las obras fue realizada durante todo 2018”, dijo el experto.
Desde finales de 2018, cuando arrancó el funcionamiento de BochiCAR, Garibelo y los otros tres funcionarios que trabajan a diario en el centro de control, han visto en las pantallas cómo los bogotanos le han dado la espalda al río Bogotá y lo maltratan.
“Descargas de vertimientos, captaciones ilegales de agua, bombeos desde un carrotanque, arrojo de escombros en volquetas y hasta animales muertos, han quedado en cinta. También la quema frecuente de cables y llantas por parte de los habitantes de calle, residuos peligrosos como filtros y aceites usados y robos en las ciclorrutas y vías de acceso por Suba y Bosa”, recuerda el ingeniero.
Por eso, la segunda fase de este proyecto consiste en que las imágenes captadas sirvan para poner en control a los verdugos del río Bogotá. “El ideal es tener una reacción inmediata. Por eso aunamos esfuerzos para firmar convenios con la Secretaría de Seguridad de Bogotá, el Centro de Capacidades para la Ciberseguridad de Colombia C4 de la Policía Nacional, 123 de Cundinamarca, Policía Ambiental y Fiscalía, para que las grabaciones sirvan como pruebas y permitan arrojar capturas”.
El ideal es que las cámaras de BochiCAR estén entrelazadas con las demás autoridades policivas y de control, “y que haya una comunicación constante entre estas entidades y las municipales con nuestro centro de mando, para informarles las afectaciones que veamos en las cámaras y así las atiendan de forma rápida. Todo esto esperamos concretarlo este año”, concluye Garibelo.